Fifty Two.

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Emoción era poco lo que sentía en esos momentos.

Iba en la motocicleta de Jake, abrazándose con fuerza a su duro abdomen mientras recostaba su cabeza de la espalda del mayor, inhalando su varonil aroma que le encantaba tanto.

Estaban en camino al vecindario donde habían comprado el terreno de su casa, hace un tiempo no lo habían visto desde que empezaron las construcciones y el cercado. Los albañiles trabajaban sorprendentemente rápido y con el director de obra tan talentoso que tenían era aún más eficientes.

Sonrió mordiendo su labio inferior mientras se abrazaba a un más al mayor, sintiéndose seguro y el calma. Amaba estar a su lado, le hacía sentir de algún modo completo. Era todo lo que necesitaba.

Llegaron finalmente y bajó de la moto casi corriendo, quitándose el casco rápidamente y dejándolo sobre el manubrio. Jake rió y se quitó el casco, dejándolo en el compartimiento de su motocicleta.

—¿Estás ansioso, ricitos?

—Demasiado —prácticamente chilló, sus mejillas doliendo de lo grande que era su sonrisa—. Tengo tiempo sin venir, desde lo compramos. Ahora ya tenemos las bases, ¡es asombroso!

El azabache soltó un par de carcajadas, tomando su mano y entrelazando sus dedos, mirándolo de aquella forma que siempre solía mirarlo; con aquellos orbes verdes brillando en cariño y amor.

Quién diría que el chico que conoció en el baño de una fiesta le pediría matrimonio y formarían un hogar juntos.

Él nunca se hubiera imaginado, ni en sus más locos sueños vivir esto que vivía ahora. La felicidad que tenía su vida y el sentido que Jake le daba a la misma. El futuro era incierto, pero sólo sabía que sin Jake su vida sería diferente y muy vacía.

Cuando conoces a esa persona, sabes que lo suyo tuvo más razones del destino que por decisiones propias.

—¡Ah, no puede ser! ¡Me encanta!

—Mi amor, son sólo paredes. —dijo Jake, acomodándose sus gafas de sol negras porque hacía buen tiempo y gran resplandor ese día.

—¡No importa! ¡Me encanta! —chilló, avanzando entre los tantos trabajadores que habían allí batiendo mezcla y pegando bloques—. ¿Ves? ¡Es nuestro hogar! ¡Aquí viviremos cuando esté lista! ¡Ambos!

—Así será, dulzura. Ese es el plan —Jake lo abrazó, escondiendo con una mano su cabeza rizada en su pecho, apretándolo con fuerza—. Veo que te va gustando, así que sé que vamos por buen camino.

—¿Bromeas? ¡Está será la mejor casa que pueda haber en este mediocre vecindario! —exclamó el rizado, separándose del mayor—. ¿Allá irá la piscina? —preguntó, señalando detrás de la edificación que estaban construyendo.

—Sí, junto con los árboles que vamos a sembrar —asintió el azabache, tomando sus caderas con ambas manos—. Ni-ki.

—Mhm. —respondió, mirando al mayor después de estar un rato de haber divagado por todos los alrededores.

—Prométeme algo, ¿sí?

—¿Qué cosa? —preguntó, parpadeando varias veces.

—Que pase lo que pase, jamás me dejarás ir, ¿sí?

—¿A qué se debe todo esto? —dudó, frunciendo el ceño—, si sabes que no te volveré a alejar y todo eso, no entiendo...

—No hablo de eso —Jake lo interrumpió, tomando su mejilla con una mano—, quiero decir que; ya sabes que vivir con alguien es muy diferente a verlo por las tardes o quedarse juntos un fin de semana; hablo de que podremos pelear, porque somos diferentes y no estamos acostumbrados a vivir juntos y así... Sabes que poseo un carácter terrible cuando quiero y sólo quiero decirte que pase lo que pase, si estoy enojado, nunca lo dije en serio. —explicó.

The Bathroom.『Jakeki』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora