Twenty Three.

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Los pájaros cantaban fuera del gran ventanal que componía aquella extensa habitación. Los rizos rubios del menor se frotaron encima del pecho desnudo de su novio, olisqueando su aroma común tan masculino.

Bostezó abriendo los ojos, acariciando con una mano en su somnolencia el costado del moreno, donde un tatuaje en japonés relucía. La frase "Todo o nada" escrita en caligrafía antigua japonesa, que sabía leer claramente porque hubo un verano donde vivieron en Japón. Además de que su madre era japonesa.

Delineó con su dedo la tinta, preguntándose el significado de aquel discreto tatuaje, bastante estilizado a simple vista. Y observando los demás tatuajes que poseía el mayor.

En la mitad de su abdomen, donde se encontraba aquel camino de vello castaño que conducía a la felicidad se encontraba otro tatuaje; demás símbolos que desconocía, delgados y apilados en una línea. Era demasiado sensual si lo veía fijamente.

Cerca de la 'V' marcada de su cadera se encontraba otra frase, de caligrafía fina y delgada, sumando uno más a los tantos tatuajes que tenía por todo su cuerpo.

"Más allá del bien y el mal, hay un jardín. Yo te veré ahí"

Sonrió suave, acariciando con la yema de su dedo índice ese lugar, preguntándose qué querrían decir esas dulces palabras. ¿A quién vería en aquel jardín? ¿Qué significaban para él tantas cosas? A él le encantaría saber más, siempre a profundidad.

Siempre querría saber absolutamente todo de Jake. Todo.

El ojiverde gruñó, a punto de despertarse y dejó de tocarlo, para que siguiera con su ciclo de dormir porque verdaderamente lo necesitaba. Anoche se habían acostado muy tarde y sabía que Jake estuvo despierto más que él, posiblemente no había dormido nada.

Más cuando pensó que iba a seguir durmiendo, Jake lo aplastó con su cuerpo entero subiéndose encima y abrazándolo cual koala. Tomó una bocanada de aire, pasando sus brazos por la espalda fuerte y caliente del otro, buscando levantarlo porque lo había dejado sin respiración.

Ah, maldición.

Gritó a sus adentros para no despertarlo, aunque estuviera aplastándolo, e intentó mover su pesado cuerpo con suavidad. Pero no pudo porque; uno, Jake era muchísimo más pesado que él, y dos, porque estaba dormido y era aún más pesado, como sí estuviera muerto.

Cuando no aguantó más, porque seguramente estaba azul de no poder respirar y que sentía demasiado calor por los rayos del sol que se colaban por la ventana, pellizcó una nalga del mayor con sus dedos en un arranque de locura.

Jake chilló y se levantó de su cuerpo de un golpe, sobándose su nalga con una mano, adolorido y con su rostro hinchado en somnolencia.

—¿Qué mierdas fue eso? —preguntó exaltado, con voz ronca.

—Levántate, Jake. Me asfixias. —chilló Riki, dándole leves golpes en la fuerte espalda al moreno, algo incómodo por el roce de sus piernas. Más que todo de su pelvis con la contraria.

Incómodo no, nervioso y a punto de salir corriendo.

—Ah, discúlpame, ricitos —dijo Jake, sonriendo dulcemente, como siempre, sus ojos viéndose más pequeños y ni siquiera notándose las esmeraldas de sus orbes detrás de sus pestañas castañas—. Buenos días. —saludó, lanzándose hacia el otro lado de la cama, bostezando.

—Buenos días, Jake —respondió, apretando sus piernas para ocultar su calambre matutino, aunque eso era común en ellos, igualmente se sentía poco pudoroso enfrente del otro—. Deberías levantarte, es hora de ir trabajar.

The Bathroom.『Jakeki』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora