Epílogo.

339 38 8
                                    

Nos colocamos los anillos con nuestros dedos rozándose ansiosos, mis manos temblaban y las suyas también. No me sentía capaz de alzar la mirada porque sus votos me habían dejado llorando desde hace un buen rato, por lo que no quería verme tan patético a sus ojos llorando por sus dulces palabras.

—Frente al estado de Corea, y por la autoridad que se me concede, los declaro esposos —dijo el juez a nuestro lado, sonriéndonos con felicidad, sus ojos arrugándose levemente al hacerlo—. Sim Jake, puedes besar a tu esposo.

Escuché los gritos de los demás mucho antes de unir nuestros labios, alcé la mirada y los miré a todos, felices por nosotros, aplaudiendo. Moví mi visión hacia la persona a mi frente y le sonreí. Justo en el momento que íbamos a conectar miradas los gritos de los demás me alertaron, ya no eran felices, ahora eran agonizantes y asustados.

Giré mis ojos nuevamente a Jake, pero en el momento de que nuestros ojos finalmente se verían, todo se volvió borroso a mi alrededor. Y de repente, nada. No había nadie a mi alrededor ni Jake estaba parado a mi frente.

Sollocé.

Desperté de un golpe con la respiración agitada, encontrando mi habitación vacía y con los pocos rayos de sol colándose por la ventana. El frío de invierno atacándome apenas mis sentidos se despertaron finalmente.

Cerré mis ojos derramando un par de lágrimas con aquella conocida presión en mi pecho. Había sido un sueño, nada más, uno confuso pero al principio bonito.

Me tapé nuevamente con las sábanas oscuras con la intención de dormir porque hacía un clima terrible y eso era lo único que me hacía feliz últimamente, ya que dormido no podía sentir absolutamente nada; pero mi celular sonó en una llamada.

Gruñí y sólo saqué mi mano, buscando mi celular en la mesita de noche a un lado de la cama, descolgué la llamada sin leer el remitente de quien me llamaba, más no interesó ya que sólo dos personas lo hacían.

—¿Hola? —respondí.

—Hola, Ni-ki —mi hermana me saludó al otro lado de la línea, usando un tono animoso—. Mi vida, ¡feliz cumpleaños! ¡Ya tienes veinticuatro! ¡Está es una fecha muy especial!

Arrugué mi ceño y froté el puente de mi nariz con mis dedos. Por eso estaba nevando afuera, era diciembre, justamente el día de mi cumpleaños y por eso mi hermana me llamaba tan temprano; desde que me mudé me aislé de todos y el tiempo era subjetivo para mí.

—Ah..., ¿es hoy? Bueno, gracias, no recordaba mi cumpleaños.

Escuché el suspiro resignado de mi hermana al otro lado de la línea. Ambos seguían preocupándose por mí demasiado, aún más después de todo lo que sucedió. Temían que estando solo yo pudiese hacer una locura.

¿Por qué no me sorprende? Bien, sólo quería desearte un feliz cumpleaños. Hace un momento tenías cuatro añitos y ahora parpadeo y tienes veinticuatro, el tiempo pasa muy rápido para mi gusto.

Sonreí suavemente aunque ella no me viera y jugué con mis dedos encima de la sábana, no respondiendo a sus palabras porque no tenía cabeza a esa hora de la mañana. Dígamos que mi funcionamiento común estaba un poco roto desde hace..., dos años.

Escuché la respiración de Yeji, estaba incómoda, quise colgar la llamada pero eso sería algo grosero, por lo que pensé en algo para cortar rápidamente.

¿No quieres venir a casa, Ni-ki? Te extrañamos. —ella me interrumpió antes de siquiera yo hablar, en su voz notándose la nostalgia. Me sentí mal por ella y por Hyunjin, ellos no merecían esto.

The Bathroom.『Jakeki』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora