Fourty Six.

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Dar explicaciones quizás fue lo más difícil del proceso.

No por el hecho de que no confiara en sus hermanos, al contrario, eran las mejores personas a las cuales contarles sus problemas, pero simplemente era imposible hablar sobre sus sentimientos y lo que había pasado sin romper a llorar y que no se le entendiera nada.

Hizo su intento, al cruzar la puerta de su departamento, el olor de su ropa seca siendo asqueroso por no haberse cambiado, ni siquiera en el avión, con su cabello despeinado, ojos hinchados y rojos con labios resecos por haber llorado todo el camino a Corea en avión sin ingerir ningún tipo de líquido. Sus hermanos se sorprendieron de verlo en ese estado, llegando de sorpresa, a las siete de la mañana apenas y manteniéndose de pie.

Hyunjin fue quien lo recibió, forzó una sonrisa cuando lágrimas se resbalaban por sus mofletes y claramente ambos se preocuparon, ingresándolo a su hogar. Gritó cuando de su boca no salió nada y él se enterró en su pecho a llorar.

Intentó explicar, nada salió, ambos se preocuparon y quisieron llamar a Jake para saber qué diablos había sucedido, pero detuvo el celular antes de que siquiera la llamada entrara. No quería saber de él.

Después de un rato, pudo hablar, aunque fue muy imbécil ya que sólo pudo decir que habían terminado, sin dar más explicaciones y agradeció que hayan entendido, sin decir nada.

Entró en crisis y se encerró en su habitación, no dejando que nadie entrase allí, sólo encerrándose en su dolor y desesperación. Demonios, ¿por qué dolía tanto?

En posición fetal en el suelo, se permitió llorar todo lo que quería, gritar, patalear, hundiéndose en su corazón roto y sin ánimos de recuperarlo. No hoy.

Su cabeza hacia juegos con él, recordándole los momentos en los que ambos estaban juntos, compartiendo un helado, él quejándose de que el chocomenta era asqueroso, Jake riéndose de sus rizos, Jake apreciándolo, entregándole su amor incondicional, cantando para él, tocando para él, intentando cocinar para él...

Mierda, como dolía. Era terrible.

Lanzó sus fotos enmarcadas en su cómoda de dormir, las fotos de la feria, las fotos en aquel acantilado en el que se besaron, las fotos ambos en su casa, todo..., tomándolas con rabia y metiéndolas en una bolsa negra, amontonándola a un lado de su habitación.

Sus baquetas para tocar la batería, todos los poemas escritos por Jake en papel, los recuerdos de una tienda de abarrotes, la estúpida tiquera de cupones por algún favor para él..., todo lo tiró a esa bolsa, donde sus recuerdos parecían ser físicos y dolían de sólo verlos.

Quiso llevarla consigo y tirarla a la basura, lejos de él, para que no le recordará lo miserable que era, lo muy estúpido que fue y lo adolorido que estaba su pobre corazón, pero simplemente no pudo, su mente lo traicionó y lo hizo soltar la bolsa de un golpe.

Se tiró al suelo, tapando su rostro con ambas manos y llorando. Jake no fue el primer hombre, pero fue el único que lo hizo sentir de esa forma, que lo llevó a una nube tal alta y le arrebató el aliento como lo llenó de dolor hasta sus entrañas y le hizo miserable.

Sabía que nada era para siempre, pero como le hubiera encantado que lo suyo habría sido hasta la eternidad.

Se abrazó a sí mismo en el suelo frío, había olvidado que en Corea hacía tanto frío que ahora se estaba congelando por el cambio abrupto de clima, pero no le importó, nada importó.

Ni siquiera podía respirar, ¿qué debía hacer entonces?

No supo en qué momento se durmió allí, sólo supo que había sido el día siguiente cuando los rayos de sol golpearon en su rostro y se encontraba en su pequeña cama, que tantas veces compartió con aquel hombre y ahora se sentía tan vacía y fría que empezó a temblar.

The Bathroom.『Jakeki』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora