Thirty Seven.

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La imponente estructura de una fortaleza les hizo la bienvenida apenas cruzar el gran portón eléctrico con las letras "S&N" en el centro y de dorado, que Riki esperaba internamente que fuera pintura normal. El vehículo rodeó —después de un excesivo camino largo rodeado de pinos bien podados— una gran fuente que había al frente de la gigante casa, no, mansión de grandes puertas dobles.

El auto se detuvo enfrente de la imponente entrada, donde la "S&N" relucían de igual forma que en el portón. La puerta fue abierta por William y Jake bajó primero, ya que estaba cerca de la puerta, y ofreció su mano para ayudarle a bajar.

Tomó la diestra del ojiverde, mirando asombrado a sus alrededores. La fuente tenía la imagen en porcelana de dos caninos una más grande que otro, demostrando que uno era la hembra y el otro era el macho, los chorros de agua cruzándose enfrente de ambos perros. Y Riki tuvo miedo, todo de aquella mansión era tan imponente que lo hacían sentir como poca cosa.

Dos pilares sostenían la gran estructura que componían la casa, y las grandes puertas de madera blanca de la misma se abrieron, parecían ser eléctricas aunque la fachada y todo a su alrededor daba un estilo vintage.

—¿Asombrado? —preguntó Jake, sacándolo de su ensoñación rápidamente.

Riki ladeó la cabeza, con la boca ligeramente abierta en una mueca genuina de asombro. Sabía que los padres de Jake tenían dinero, pero jamás pensó que tuvieran tanto. Cuando se referían a "tanto" era porque aquella mansión parecía una mansión donde habitaban más de mil personas, sin exagerar.

—Un poco, sí —murmuró—. No sabía que tus padres tenían tanto dinero. —expresó.

Jake entrelazó sus dedos, soltando una suave risa mientras caminaban al interior de la mansión cuando ya William hubo bajado todas sus maletas y se adentró primero a la casa, para avisar su llegada.

—¿Beta Sim, no te suena? —cuestionó de la nada.

Riki abrió su boca aún más, como si eso fuera posible, elevando una mano para tapar su impresión y no lucir como un pobretón deslumbrado con tanto dinero. Aunque lo fuera.

—¿Tus padres son propietarios de Beta Sim, la agencia de construcciones que prácticamente controla media Asia? —preguntó.

Jake asintió con la cabeza, murmurando un "ajá", mientras observaba su propia casa por unos segundos.

—Oh, vaya. Estás podrido en dinero. —comentó Riki, mirando a sus alrededores. En comparación con la fachada, la mansión era tan moderna que ni siquiera sabía que existían luces voladoras, o lo que sea que sean aquellas pequeñas lámparas que parecían flotar en el techo y cerca de ellos, en diferentes niveles, que cambiaban de tonalidades amarillentas a azul cielo.

El suelo era de porcelana negra, que resonaba elegantemente en cada pisada que se daba. Al frente había una escalera en forma de caracol de escalones de madera y barandales dorados con diseños indescifrables a su vista mezclados con pequeños cristales.

Elegancia moderna gritaba esa casa, en toda su plenitud, y sólo era el recibimiento.

—¡Oh, my gosh! ¡My little boy! —exclamó una voz femenina, tan elegantemente y en un tono demandante. No poseía una voz chillona, ni mucho menos irritante como la de Charlotte—. ¡Jacob, Jake's here, in the living room! —habló, posiblemente dirigiéndose al padre de Jake.

Pasos en tacón resonaron en la escalera, descendiendo por los peldaños de madera. Una mujer de cabello rubio platinado recogido en una perfecta moña alta llegó hasta el salón de recibimiento, sus curvas definidas enfundadas en un costoso vestido de seda blanca pegado al cuerpo, más unos guantes negros de encaje en sus delgadas manos y los tacones más altos que quizás Riki haya visto en su vida, igualmente negros y de punta fina.

The Bathroom.『Jakeki』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora