Fifty.

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Quizás lo más fácil de todo fue retomar la rutina de siempre; los besos por las mañanas, su cabello siendo alborotado por la brisa mientras iban a toda velocidad en su motocicleta, que lo recoja de su universidad e ir a quedarse en su casa o él en la suya. Sinceramente, ahora eran más que un chicle, parecían uno a todos lados.

Incluía un bonus de almuerzos juntos porque Jake se tomaba una hora para almorzar y lo recogía en su universidad, yendo hacia cualquier lugar a comer lo que él preparaba una noche antes o comer ramyeon instantáneo. Era muy simple y llevadero a la vez, era lindo vivir así, hablando de tonterías hasta quedarse dormidos uno encima del otro o escuchar música y cantar él de forma desafinada porque Jake tenía una voz preciosa.

Eran sólo ellos dos, en esos momentos, aunque hubieran millones de personas a su alrededor sentía que estaban solos. Sus corazones latiendo a mil por hora y sus labios chocando con frenesí, o simplemente hablando. Pero en ese mundo, existían sólo ellos dos.

Sunwoo y Jungwon celebraron que por fin no tenía una nube gris en su cabeza y quedaron sumamente confundidos con que, en efecto, volvió con su ex. Ellos más que nadie entendieron sus razones y no pelearon, sólo le molestaron por sus "marquitas de reconciliación".

Y él, bueno, más en una nube no podría sentirse.

Habían hecho la oferta para el terreno que ambos querían comprar, él había visto el vecindario y que era muy céntrico; aprobando la compra. La oferta había sido aceptada y el primer depósito lo hizo él —rogando hasta el cansancio porque Jake creía que no tenía dinero suficiente—, y la otra mitad fue hecha por el ojiverde, obteniendo el título de compraventa finalmente.

Justamente hoy, habían ido a realizar la firma de contrato donde certifica que ambos son propietarios del terreno y de todo lo que se construya sobre él, para ahorrarse problemas de cualquier tipo en dadas situaciones que se presenten, o por si alguno de los dos llega a morir la otra parte será automáticamente del otro o de alguno de los herederos que se presenten.

—¿En serio tenemos que poner la cláusula por muerte inédita? —preguntó Riki, releyendo el contrato que Jay les hizo entrega, ya que era el único abogado que conocían.

—Ni-ki, eso está en todos los contratos de copropietarios, cuando vayan a casarse todas sus propiedades serán compartidas si no hacen un prenupcial. —explicó Jay, acomodando sus lentes de pasta negra.

—Es que pensar en la muerte me da náuseas. —dijo el rizado, tomando el lapicero para firmar al lado de la firma de Jake.

—Ni que fuéramos a morir mañana, ricitos —bufó el pelinegro, leyendo demás cláusulas y papeles que Jay les había dado para empezar las construcciones de la casa—. De todas formas, si muero yo primero, porque soy el más viejo, tienes todo derecho sobre la propiedad.

—Cómo te encanta exagerar con las edades, idiota —Riki rodó los ojos, terminando de firmar todas las páginas del gran contrato. ¿Se necesitaba tanto papeleo para tener una casa propia?—. Listo. Me parece absurdo todo esto del derecho de frente cuando literalmente habrá un campo antes de la acera.

Jay tomó los papeles y los metió en su carpeta, quitando sus gafas de lectura a igual que Jake al terminar, ya que ambos estaban más que ciegos.

—Así son las leyes, una más fastidiosa que antes —dijo el rubio, cerrando su trípode—. Bien, llevaré esto a notaria para certificarlo y luego les llamaré para entregárselo. Cualquier duda sobre el contrato, me llaman.

Ambos asintieron, acompañando a Jay hasta la salida del departamento al haber terminado su trabajo con ellos. Jay abandonó el edificio y Riki cerró la puerta, recostándose de ella.

The Bathroom.『Jakeki』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora