Prologo: Endimión

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"Todo fluye y refluye; todo tiene sus períodos de avance y retroceso; todo asciende y desciende; todo se mueve como un péndulo. La medida de su movimiento hacia la derecha, es la misma que la de su movimiento hacia la izquierda. El ritmo es la compensación." El Kybalion.

Capitolio - Sede de los Vigilantes en Capitol Hill - Día 7, Mes 12. Año 1 de la Era Sinsajo. 7:37 PM

En la sala de experimentos mutacionales había cuatro personas, aunque más acertadamente se podría decir que eran tres, pues la cuarta no era un ser humano real, dejando a parte el hecho de que su humanidad estaba muy bien lograda. Dicho ser estaba sentado en una silla de respaldo inclinado hacia atrás, conectado a un enorme aparato a través de numerosos cables en sus muñecas, piernas, tronco, cuello y cabeza. Tenía la misma apoyada sobre uno de sus hombros, mientras sus ojos abiertos se fijaban en un punto indeterminado que parecía estar más allá de las paredes de la habitación.

—Prueba con el naranja. —Dijo Enobaria a la persona que estaba manipulando la computadora. La chica presionó un botón y el cabello gris del hombre se volvió naranja.

Johanna Mason arrugó la nariz.

—Horrible —Dijo— ¿Qué tal rojo y negro? Es una buena combinación.

La chica obedeció y el cabello del hombre volvió a cambiar a los colores indicados.

—Para una mariquita tal vez —Contestó Enobaria—. Además no combina con el traje si va a ser morado.

—¿Qué sabrás tú de combinaciones? Rojo y negro es una buena combinación. Es LA combinación. El rojo simbolizaría la sangre que se va a derramar, y el negro el color de su futuro.

—Tú ya elegiste el color de los ojos, es mi turno— sisea Enobaria.

—Sí pero mi idea es mejor.

Ambas giraron la cabeza cuando la puerta se abrió inesperadamente. Peeta Mellark estaba en el umbral. Caminaba a grandes pasos y jadeaba un poco, como si hubiese ido corriendo. El chico se paró frente a ellas.

—Amante trágico... —Dijo Johanna con lentitud—. Vienes en el momento justo para el desempate. ¿Qué prefieres naranja o rojo y negro?

—Tenemos que hablar —contestó Peeta ignorando la pregunta—. Ibrahim no cambiará de opinión respecto a los Juegos. No importa lo que diga.

Las chicas se miraron con una media sonrisa en los labios. Después Enobaria miró a Peeta y se encogió de hombros.

—Los capitolinos traviesos necesitan disciplina, claro que no cambiará de idea. Hoy será el anuncio, por cierto. Una vez que se haga ya no habrá marcha atrás. —Explicó Enobaria.

—Pero aún no se ha anunciado así que hay tiempo. Tienen que renunciar. Ambas. Sin su apoyo es posible que el proceso se detenga.

Johanna negó con la cabeza.

—No pienso abandonar el proyecto —afirmó sin pensárselo ni un segundo.

—Yo tampoco —dijo Enobaria.

Peeta las miró por turnos, negando con la cabeza.

—¿¡Es que no lo ven!? Esto está mal —dijo, negando con la cabeza.

—Como si eso les hubiera detenido cuando nos lo hacían a nosotros. Pienso llegar hasta el final de esto, por todos los chicos que perdieron su vida en los Juegos —dijo Johanna.

—¿Por ellos o por ti? ¿Y qué tal si yo decido hacer algo por los 23 que la perderán si me quedo quieto?

—Relájate, Peeta. Te lo estás tomando muy a pecho —dice Enobaria.

Causa y EfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora