La pena y el dolor que infringes volverán forzosamente a ti como un boomerang, para golpearte con la misma intensidad que usaste al lanzarlos. No es castigo: es enseñanza. No es capricho: es moraleja. No es venganza: es justicia. Llegó el turno del...
Es un día incómodo. Muy incómodo. La Cosecha carga el aire como una fábrica arrojando polución a un río contaminado. Cada vez que respiro, respiro cosecha. Cada vez que hablo con alguien, ahí está ella, acechando mis pensamientos, condicionando mis palabras. Un molesto tabú al que nadie se atreve a tomar por los cuernos, porque implica cambio radical, implica pérdida y muerte.
Los humanos estamos diseñados genéticamente para sobrevivir. Tenemos instintos de lucha y huída que nos ayuden en situaciónes que nos pongan en peligro. Por eso la idea de muerte nos genera estrés y la sustituímos por metáforas, insinuaciones y eufemismos.
Es una locura. Esto no debería estar pasando. Un destello me ciega por un cuarto de segundo y tras él, mis amigas se separan de mí.
—Has salido con la mirada perdida, Eris —suspira Vibia mirando la pantalla de su cámara de fotos—. Tenemos que repetirla.
—No, no, no —digo atropelladamente. Ella levanta las cejas—. Así está bien. Más espontánea, menos ensayada. Perfecta. Déjame verla.
Vibia me pasa su cámara. Ahí estamos las tres, yo con mi pelo rosa tintado ayer mismo, Vibia con sus tonalidades azules que tanto le gustan, celeste en la raíz oscureciendo progresivamente hasta las puntas, y Aquila, flequillo naranja rojizo y melena blanca. Ambas miran a la cámara sonriendo, mientras mi mirada se fija en un punto indeterminado, más allá de la cámara. Salgo extraña, pero la perfección está en lo imperfecto.
—No la borres —le advierto.
—De acuerdo —dice ella riendo.
He estado muy susceptible este par de semanas atrás, pero Vibia siempre logra suavizarme. Hay gente que se ha tomado mi mal humor personalmente pero ella no lo hace. Si hablo de la Cosecha, ella cambia de tema; si contesto mal, me da un abrazo. Creo que es quien más ganas tiene de las dos de que todo acabe, significando "todo acabe" que volvamos de Capitol Hill juntas en la tarde. No creo que todo termine para mí cuando eso ocurra. De hecho, no creo que olvide nunca que van a mandar chicos a matarse para diversión de todos una vez más después de todo lo que mi familia arriesgó por la causa.
—¿Qué harán ahora? —pregunta Aquila—. Nosotros seguimos teniendo clases, así que será mejor que me vaya preparando, el descanso ya casi ha terminado.
