Final (Parte 1): Causalidad

13 2 12
                                    

Aquí Betta anunciando la recta final de los 76º Juegos del Hambre. ¿Emocionados? Yo lo estoy.

;)

Si tu tributo llegó hasta aquí, es porque en algún momento a lo largo del proceso, lo consideré como vencedor o vencedora. Para ayudarme con el ranking de muertes, seleccioné a los que me gustaría ver de vencedores, ya que llega un momento en que es difícil ya no pensar en quien va a ganar sino a quien matar, de quien prescindir y a quien seguir desarrollando, me puse a pensar qué clase de cosa querría escribir después con la persona que ganase. Mi criterio fue quedarme con los que me parecieran más interesantes de desarrollar en sus post juegos.

Roselia

Eryx

Francine

Emerson

Atala

...

Ellos son los que más me inspiraron.

Y pronto la lista...

Menguará...

Más...

:(

Ruttiger Lovell

Mentor de Capitol Hill

El mueble bar de la oficina presidencial está bien abastecido, es bueno saber que de eso no se priva. Porque dudo que todo esto lleve aquí desde Paylor.

Antes de que vuelva, curioseo un poco por su selección de música, blues, jazz, ragtime, nada nuevo bajo el sol. Es de gustos fijos, mi querido hermanito pequeño.

Finamente, voy hasta el escritorio, abro los cajones esperando encontrar desorden, caos, lo que sea. Decepción. Todo está en orden. Tras sentarme cómodamente en el sillón giratorio, la papelera capta mi atención. Meto la mano en la basura, curioso por saber lo que Ibrahim desecha. Casi todo son notas, papeles arrugados y postits amarillos sin nada relevante en ellos, "El alcalde Plautus ha llamado", dice en una.

La vuelvo a dejar en la papelera, preguntándome qué es lo que hago exactamente rebuscando en la basura de mi hermano menor cuando bajo todas las bolas de papel amarillo, rosa y blanco, veo un envoltorio vacío de chocogoofies. Lo levanto un poco sonriendo antes de dejarlo caer de nuevo. No. Definitivamente Ibrahim no me está sorprendiendo con sus preferencias.

Dejo escapar un suspiro de relax, mientras subo las piernas al escritorio por el que tan ilustres dirigentes han pagado pasado.

—Aufidius Snow —murmuro—... Coriolanus Snow... Alma Coin... Siena Paylor —tomo el letrero plastificado que hay sobre la mesa y lo leo en voz alta—... Ibrahim Lovell.

Pretencioso, cierto, pero de nuevo, no me sorprende. Paylor aún no está muerta y su nombre ya ha sido sustituido.

La puerta se abre en ese momento y mi hermano me dedica una breve mirada confusa, su atención se fija en mis pies sobre la mesa, frunciendo el ceño en desapruebo. Yo no los bajo, eligiendo no pillar la indirecta.

—Hola, hola, Brah —digo agitando la mano en el aire.

—Buenas tardes, Ruttiger —dice con sequedad mirando su reloj—. Te esperaba hace quince minutos en mi oficina, donde tú me citaste.

—Pensé que te habrías mudado aquí ya —digo señalando el letrero—. Y visto que hay tantos indicios de que llevas instalado un tiempo aquí a juzgar por tu repertorio musical y de aperitivos, veo que no iba mal encaminado.

Causa y EfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora