La pena y el dolor que infringes volverán forzosamente a ti como un boomerang, para golpearte con la misma intensidad que usaste al lanzarlos. No es castigo: es enseñanza. No es capricho: es moraleja. No es venganza: es justicia. Llegó el turno del...
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Área 2: Lakeside
12 años
Altura: 1.45
Peso: 38Cosechado
Arma: Trampas
Fortalezas: Ingenioso, Inteligente, Ágil
Debilidades: Apegado, Distraído, Delicado
Amuleto: Dibujo
—¿Puedo tocarlo? —me pregunta la chica.
Nunca antes la había visto. Tiene el cabello rubio muy claro con las puntas rosas, un aro en el labio y un vestido rosa fosforescente con medias amarillas.
—Claro —le contesto.
Ella sonríe y rasca detrás de las orejas a Myau, que está durmiendo en mi regazo. Al sentir la caricia, él abre un poco los ojos, se estira y se vuelve a acurrucar.
—Qué lindo y suave.
Yo asiento y tras acariciarlo un poco más, ella se despide y se va de nuevo con sus amigos, que están sentados sobre el césped con las piernas cruzadas.
No suelo salir solo de casa porque a mis padres no les gusta que lo haga, pero hoy lo he tenido que hacer porque no me gusta verlos tristes. Nunca los había visto así. Esta mañana ha sido especialmente dura para ellos así que tomé a Myau en brazos y me vine al parque un rato.
No está lejos de donde vivo, tan solo a una calle. Es un lugar bonito, hay mesas de picnic, árboles que dan sombra, flores y pavos reales sueltos. Siempre hay muchos chicos mayores conversando, o practicando malabares, leyendo, pintando o escribiendo. Algunos también fuman o toman alcohol, por eso no me dejan venir solo.
Hoy también se nota distinto aquí. La gente se siente mal porque es la Cosecha y les cuesta sonreir. El único que está como siempre es mi gatito, él no entiende lo que está pasando por eso sigue contento. Está acostumbrado a que lo lleve conmigo y no ha protestado. Me tranquiliza que esté conmigo, creo que él es capaz de notar mi estado de ánimo porque he notado que estos días a penas se ha separado de mí.
Una mano se posa en mi hombro y cuando miro hacia atrás, veo a mi padre.
—Hola Myle —dice sentándose a mi lado en el banco.
—Hola papá. Siento haber venido sin permiso —digo mirando al suelo. Mis padres nunca me regañan ni me castigan pero siempre que hago algo que no les gusta me lo hacen saber y me explican por qué no debo hacerlo más. Tras eso yo sigo haciendo preguntas hasta que me quedo satisfecho con su respuesta.