Cain Delfos, 17 años
Peace Road
La silla colocada haciendo palanca bajo el picaporte impide que la puerta se abra.
Es una medida redundante; sé que no hay nadie ahí afuera. En ninguna de las dieciocho pantallas frente a mí se registra movimiento alguno. Tampoco en la de Izzy y Ethan, sólo sus labios se mueven por turnos. Me gustaría escuchar lo que están diciendo pues seguro que es algo que me concierne a mí. Desgraciadamente las cámaras no disponen de micrófonos pero con material visual debería bastarme.
Si se movilizan, lo sabré. Si intentan hacer algo raro, van a tener que trabajárselo mucho para que yo no me de cuenta.
Ya estoy hasta las cejas en esto y no puedo echarme atrás. Nunca quise hacer daño a nadie, pero mi progreso depende de lo mal que le vaya a otros y ellos dos son poderosos. Ahora mismo no obstante, estoy tranquilo porque sé que tengo la iniciativa.
Giro mi cuerpo para hacer rotar la silla giratoria y me despego de las cámaras por un momento. En la pared hay un cuadro, un hombre desnudo excepto por un paño rojo que cubre sus partes íntimas. Está durmiendo junto a un perro de caza. Por encima de su cabeza sentada en una nube, hay una mujer de piel blanquísima observándolo embelesada. Es la pieza decorativa más normal de la sala. Quien hubiera estado aquí en una época pasada tenía gusto por la decoración grotesca. En una repisa hay un cáliz con joyas incrustadas rojas como la sangre y un cráneo humano. La visión del mismo me intimidó la primera vez que descubrí la sala de vigilancia del hospital pero esta vez me armo de valor, lo tomo y vuelvo frente a las pantallas.
Es curioso a lo que ha sido reducida la vida humana, a un simple objeto de decoración en la pared. ¿Quién sería esta persona? ¿Por qué su cráneo acabó ahí? Se siente como si fuera un logro o un trofeo.
Sin poder evitarlo, imagino el cuerpo sin vida de Abel pudriéndose en su tumba. Sucumbiendo a la descomposición. ¿Habrá tomado Johanna también un trofeo de él como se rumorea que hizo con el cuerpo de Coriolanus? No me pilla por sorpresa el que ya no me importe, de hecho me molesta que la muerte con su haya redimido de sus pecados a alguien que debió haber pagado mucho más por lo que hizo.
La condena de dejar de vivir entonces se queda corta. Insuficiente. Pero ya no se puede hacer nada. Matahermanos actuó guiada por mi brazo.
En la cámara que muestra la habitación donde están Ethan e Izzy, se activa el sensor dinámico. Unos pequeños mutos verdosos que se desplazan saltando sobre sus cuerpos entran en escena. Los observo con curiosidad tomando nota mental de sus técnicas y movimientos. Estudiándolos para futura referencia. Como predigo, no tardan mucho en deshacerse de ellos y ambos vuelven a sentarse donde estaban, pero permaneciendo alerta.
Unos golpes se escuchan frente a la puerta a la vez que el sensor dinámico se activa.
Alarmado, me pongo en pie, agarro mi espada y adopto una pose defensiva. No creo que entren. No pueden entrar...
O sí...
Una de las cámaras que muestra una habitación vacía comienza a pixelarse. La observo entrecerrando los ojos tomando nota de los cambios. Luego se pone negra y luego un vídeo casero aparece.
Es la sala de lanzamiento.
"Repite la confesión para que quede constancia y tu ejecución no será tan dolorosa," dice Johanna a la cámara mientras la sujeta.
La vencedora desaparece y gira el objetivo que ahora apunta a un grupo de personas. El corazón me da un vuelco cuando veo a uno de los Agentes de la Paz golpear a Abel en el estómago mientras los demás lo sujetan. Mi hermano ríe a carcajadas.
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Causa y Efecto
FanfictionLa pena y el dolor que infringes volverán forzosamente a ti como un boomerang, para golpearte con la misma intensidad que usaste al lanzarlos. No es castigo: es enseñanza. No es capricho: es moraleja. No es venganza: es justicia. Llegó el turno del...