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Diría que he sufrido en la vida, y sin embargo, cualquier dolor es poco si lo comparo con el dolor consecuente de la partida de Etrian.

No hay manera de que levante cabeza cuando dentro de ella solo esta él. Mi hermano y sus recuerdos inundan mis pensamientos. Ni siquiera medito como me afecta la riña con Iria. No puedo. Tan solo sé que la deseo a mí lado pero si ha sido elección suya el alejarse, entonces, bien. No puedo ir ahora detrás de ella porque estoy sin ánimos, me pesa el cuerpo y a la vez lo siento muy liviano. Por momentos quiero dormir pero no pego ojo. Ninguno lo hace dentro del albergue.

Cada quien maneja su duelo de manera individual: Sar con Julia en su litera (por lo cual me digo no le mencionó del plan), Ra en su cama también y Mirko junto a Fiona en el balcón. Yo permanezco sentado en mi cama con la espalda pedregada a la pared, esperando algo que no descifro.

Entonces, el cansancio que pueda haber en nosotros, como efecto de la tristeza, se esfuma con unos toques en la puerta. Ra es quien abre sin demora.

— Hola –es Candela–, hemos traído la cena.

Raeél no la espanta. Al contrario, minutos después todos alrededor de la única mesita de noche, estamos sentados. Iria reparte los platos; Candela sirve la sopa.

— Gracias –dice Fiona.

Nuestra amiga divisó que Raeél ni yo no agradeceríamos, y que Sar esperaba que lo hiciéramos nosotros. Mirko asiente dándole crédito a su chica.

— Está deliciosa.

Aporta después.

— Doña Nora es una cocinera ejemplar –le comenta Julia.

Nadie alude más. Así que al distinguir que Iria se irá de nuevo, le pido salir al balcón.

— ¿Qué quieres?

— Solo decirte que lamento lo de antes.

— Claro.

— ¿Nada más?

— ¿Nada más, qué, Axmiel?

— Tú también estuviste mal –punteo.

— Ya lo sé pero no retiro lo dicho.

Llevo la lengua a un costado de mi boca. Recién comprendo lo que eso significa: no hay vuelta atrás para ella.

— Perfecto, pues mira que yo iba a retractarme de lo dicho por mí pero resulta que es verdad: te comiste a Matt ese día y por culpa él la dejó. Así que deberías volver al punto en donde tú y él lo dejaron.

No pienso sostenerle más la mirada, ni soportar una respuesta suya. Yo acabo de hablar; ella que se vaya por donde vino, de todas formas nos conocemos de hace unos días.

— Ax...

Sar pronuncia mi nombre, con todo, paso de largo hacia el interior de la habitación. Por su parte seguro va a donde Iria para ganar más tiempo con ella respecto a Julia.

— ¿Qué ha pasado entre Iria y tú?

Veo a la hija del alguacil con severa preocupación por nosotros. Además, me siento tentado a revelarle todo. Solo por Sar me detengo, porque es mi hermano y a los Chuker como a muchos, nos gusta solucionar nuestros asuntos a nuestra manera y a sus tiempos.

— Pronto lo sabrás, Julia.

Si bien no queda satisfecha con mi respuesta, tampoco entabla conversación con su amiga. Iria se devuelve con Candela y el alberge recobra su halo de luto.

El Caos de los Chuker © Completa ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora