15 (parte 2)

173 123 12
                                    

Una vez se sientan, Julia coloca los poches fuera de sus bandejas.

— ¡Chin, chin! –propone mi amiga.

Mi amiga feliz y para nada ebria. Solo vi esa sonrisa efusiva años atrás: cuando Matt era quien pasaba su brazo por encima de sus hombros. Ahora de alguna manera que me alegra, Sardrián Chuker le ha devuelto esa aura de felicidad.

— ¡Chin, chin! –aporto al brindar.

Candi se limita a no participar. A veces puede ser así de aristocrática.

— Si no quieres estar aquí te puedes ir.

Oigo lo dicho por Raeél y no lo creo.

Al parecer sus intenciones de no intervención dentro del grupo se fueron justo cuando Candela llegó.

— Yo no he dicho nada –responde ella–. Está totalmente fuera de lugar tu comentario.

— Oh sí, tan fuera de lugar como tu cara de esnob.

Ambos se inclinan hacia adelante: con sus manos sobre la mesa y sus ojos enfrentados. Ensancho mis cejas. Ajusto la manta que me cubre la espalda y hombros, al tiempo que me digo: ¿Cuándo el ambiente atrajo tanta tensión?

Ellos no hablan más y Julia toma la batuta para iniciar otra charla.

— Bueno –aplaude– Raeél...te haré una entrevista. Mi mano será el micrófono ¿Sí?

El mayor de los Chuker asiente dispuesto a seguirle el juego a Julia para disipar lo ocurrido.

— Tengo entendido que criaste a tus hermanos, así que las preguntas irán dirigidas a saber más sobre esa época ¿Bien?

— Bien.

Julia carraspea y extiende su mano para lanzar la primera pregunta:

— ¿Quién era el chukersito más obediente?

— Etrian, sin dudas. Si alzaba la voz se ponía a llorar

— Me creó un trauma –indica Axmiel.

— No inventes –Raeél gira para verlo–, si tú solo tenías que oírlo para ponerte a llorar también. Ahora que lo pienso, no debí juntarles las camas una al lado de la otra.

— ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué?! –insiste Julia.

— Conspiraban en mi contra...

Devela Raeél para hacernos reír al grupo, menos a Candi. Por su parte la expresión de mi amiga mayor está teñida de fastidio.

— ¿Y quién hacía más reguero?

Raeél señala a Sardrián y Julia exclama entre aplausos:

— ¡Sí! ¡Sí!

— ¿Por qué buscas cosas malas en mi pasado? –cuestiona Sardrián a su novia tomándola por los dos cachetes– ¿Por qué? ¿Por qué?

— Busco información –murmura tan bajo, que la escucho porque estoy sentada a su lado.

La pareja de novios se besa de manera superficial pero cuando el beso se vuelve más ágil, Raeél habla.

— ¡Ya!

El beso acaba al instante.

— ¿Ves Iria? –me dice un Raeél sonriente– Eso es respeto.

— Ojalá de algo hubiera servido ese respeto –incordia Candi–. Tal vez los Harzal estuvieran aquí...

Cada rostro se contrae en la parte alta del ceño cuando lo dicho cuela por nuestros oídos. Y concientizamos en que lo expuesto no es más que una declaración directa para señalarlos como los asesinos de Mirta y Eustaquio.

— Te aseguro que yo eduqué muy bien a mis hermanos

— ¡Ah! Entonces tal vez la culpa no sea de ellos...

— Si te molesta algo de mí, deja ya de lanzar comentarios intolerantes y dímelo en la cara.

Candela no responde a ello.

— Eso creí.

— Solo espero que acaben cuanto antes tras las rejas. Para que Rooth vuelva a ser un lugar seguro y tranquilo.

— Gente vamos a calmarnos.

Nadie toma en cuenta la petición de Julia.

— Yo no veo intranquilidad en este medio –rebate Raeél–. Hay buen ambiente sin nadie en peligro. Tú eres el as fuera de las baraja –él observa alrededor–, no veo a tu papi cerca, mejor anda y ve con él. Y descuida, que nadie te extrañará.

— Estoy con mis amigas –alega Candi a la defensiva.

— Yo estoy con mis hermanos.

Candi da marcha atrás a su taburete poniéndose en pie.

— Iria...

Salto en mi sitio cuando me nombra.

— iré a comprar unos caramelos.

— Ok. Los míos que sean de sabor a café, o chocolate, estoy repugnada de tanto comer.

Poco después de su retirada digo a los Chuker:

— No suele ser así de malhumorada, es una buena chica, os lo aseguro.

Raeél bufa. Sus hermanos me ven con una tenue sonrisa del tipo: no pasa nada.

No mucho después de eso, Raeél palmea la mesa atrayendo nuestras miradas.

— Iré a comprar golosinas.

Y se va, según desciframos los cuatro, a seguir su riña con mi amiga frente al puesto de dulces.

— ¿Jugamos? –propone Sardrián como ultimátum mientras esperamos a los que faltan.

Comenzamos por el tiro al blanco, hasta aburrimos y conseguir un globo por cada uno cual recompensa. Sardrián compra otra máscara a Julia aunque ella se niega para no hacerlo gastar. Me parecen demasiado tiernos pues se cuidan e intentan darse felicidad el uno al otro. Pasamos por el stand de los juegos varios solo a mirar, no obstante, uno de los empleados nos anima a participar en la rifa de las doce. Designada así porque el ganador se sabrá a media noche.

De ahí nos vamos hasta las atracciones electro-mecánicas, iniciando por la casa del terror. Compro los tiques sin mucha emoción porque me asusta, pero resulta que adentro se siente bien que en medio del miedo por causa de la simulación, sea Axmiel quien me abrace. O sostenga mi mano.

Después vamos a las tazas, a la rueda de la fortuna y acabamos en el carrusel compartiendo un asiento de a cuatro. Vamos viendo a nuestro alrededor para intentar distinguir a Raeél o Candi mientras noto que ya me anda asechando el sueño.

— No te duermas –condiciona Julia que lo nota.

— No...

— Tienes que esperar a media noche. Si ganas la rifa me cogeré tu premio.

— Vale –acepto– es todo tuyo.

— ¡No Iria!

Sonrío a la par de los chicos porque sabemos que a ella le interesa mucho retenerme en la feria. A mí por el contario, me importa poco que se lleve mi premio.

— Bien. No dormir –dictamino para mí en voz alta para que Julia me escuche.

— ¿Qué tal si vamos a por un café y volvemos a la mesa? –opina Axmiel– Puede que Ra y Candela estén allí esperando por nosotros.

En efecto, allí están blandiendo sus miradas en silencio y de repente cuando nos ven llegar, la riña varía a ser para con nosotros cuatro por habernos ido.

El Caos de los Chuker © Completa ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora