16 (parte 1)

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Sardrián ganó la rifa y nos repartimos el premio entre todos como si fuera un botín de guerra.

Mirko y Etrian se sumaron también a media noche. Resultó que participaban en la rifa y nos reconocieron entre el tumulto. Entre todas las partes del premio, nos tocó un peluche con forma de gallina amarilla chillona que Ra extendió a Candela en modo de tregua o pacto de paz. Ella la tomó con gesto de institutriz enojada pero no volvió a comentar nada en contra de los Chuker.

Vaciamos la caja de cervezas que el ganador compartió y partimos hacia el espectáculo circense con ganas de gritar cada vez que se acabase un acto. Lucía Aguirre se nos agregó porque según dijo a su hermana Izer la aburría. Aunque nunca mencionó qué estaría haciendo él. Julia y Sar se abrazaban como si estuviesen perdidos en el polo norte, Etrian y Lucía chateaban con alguien, Candela vigilaba a su hermana menor y mi hermano mayor comenzaba a tener sueño. Iria por el contrario ya no padecía ningún tipo de soñolencia, sino que veía al frente con cara de niña entusiasta cada función que presentaban. Mirko en un momento fue a por comida suficiente para no movernos de las gradas hasta que la carpa se vació.

Luego, nos despedimos sin más para tomar cada quien su camino, como los borrachos que horas atrás se veían a todo lo ancho del terreno. A esas horas, ya no estaban a la vista.

Amanezco desbloqueando el móvil que desde mi arribo a Rooth solo sirve para poner alarmas. Gracias a la policía que lo tiene intervenido. Además yo no tengo nadie con quien hablar de afuera, porque para bien o para mal, toda las personas que me importan ahora mismo están en este pueblo.

Con apuro salgo de cama. Voy hacia el baño al final del pasillo vuelto un vendaval porque he perdido la alana por culpa de la trasnochada. Si Aria nota que aún no llego al Café, tengo el presentimiento de que me restaré puntos con ella. Desde lo de los combos y los cupcakes fue evidente que algo en su manera de verme cambió. Creo que ahora soy un buen empleado antes sus ojos.

Pues al mirarme, no ve ya al perfil del criminal respecto al cual le llenaron la cabeza. O quizá entendió que ese perfil nunca existió en mí.

— Buenos días.

Iria voltea desde el lado izquierdo. El de los licuados.

— Hola, tranquilo, te he cubierto.

No se detienen en su labor de ordenar los vasos.

— Además me ha advertido que le duele la cabeza y estará en cama viendo películas hasta que se le pase.

— ¿No debería dormir para descansar? –paleteo confundido.

Aunque divertido. Acto seguido, me acerco para ayudarla.

— Pues se trata de Pipa y ambos sabemos que ella es especial. Además está viendo una serie de verano y quizá después de todo, su dolor de cabeza sea una excusa para encerrarse a verla y olvidarse de nosotros por un rato.

— Entonces, deduzco que lo de los cupcakes ya es historia.

Iria encoje sus hombros sin darme mayor respuesta que esa.

— ¿Va todo bien o también hoy estás...rara?

— No me siento mal...estoy de –pausa– de luto. Una especie de luto.

— ¿Qué ha pasado? –me intereso.

Acabamos de ordenar la pila de vasos. Así que nos tumbamos en el suelo recostándonos contra las patas de la mesa. Iria limpia sus manos en el delantal, pese a no tenerlas sucias. Quizá estén medias mojadas pero no se trata de eso. Lo advierto cuando por acto reflejo ubico detrás de su oreja un mechón que cae ante sus ojos.

Iria está ansiosa.

— Supe algo de la muerte de mi papá...algo que no tenía ni idea. Y me afecta...mucho –acentúa con tono herido.

Lleva a sus índices a la cuenca de sus ojos, como si tuviese ahí unas lágrimas atrapadas que no quiere liberar.

— Puedes tenerme la confianza...

— No quiero parecer ridícula...

— Llorar por la pérdida de un ser querido nunca será verse ridículo.

— Creí que ayer lo había superado, pero al levantarme hoy e ir a la cocina para preparar el desayuno, he visto a mi madre en silla de rueda y he visto según mi imaginación el accidente de papá. De cómo explotó el avión en pleno vuelo. Por ende, el dolor de conocer que ambos fueron víctimas de un plan ideado para acabarlos, me ha traído de buche esa etapa del duelo que creía haber cerrado.

Con palabras no habrá manera de calmarla porque solo Iria conoce su dolor. Yo perdí a mis padres, no obstante, el panorama es distinto en muchas maneras y he aprendido a vivir sin ellos. Mi amiga recién enfrenta el as bajo la manga: su padre fue asesinado.

Por tanto, la atraigo hasta mi pecho que aún no exhibe delantal y le beso la coronilla porque me nace hacerla sentir en calma. Busco con desespero dejar de ser un fracasado cuando se trata de hacerla sentir mejor. Busco que libere esas lágrimas bajo el abrazo que le brindo.

— Aquí estoy. No sé si es el momento más oportuno para decirlo pero...tú eres fuerte, vas a poder con esto.

— Gracias.

La mañana se alza como avanzan las horas en que repartimos cafés o refrescos. Iria sonríe a los clientes cuando entregas los pedidos y me alegra verle mejor semblante. Me hace feliz verla feliz.

Así que yo sonrío también al entregar mis licuados.

A media tarde, nos dedicamos solo a espantar moscas con los trapos de limpiar la barra.

— ¡Iria! –vocea Nel, el poli bueno.

Aterriza como si recién acabase de correr la maratón. Trota y se posiciona frente a ella en la barra.

— Ey ¿Qué tal?

No se esperaba esa visita. Su cara lo dice; Nel no lo capta.

— Esta noche no estoy de servicio. Podemos tener la cita en la feria.

— Ah, eh...bueno, bueno dale. Okey.

Él sonríe a dentadura abierta. Iria esquematiza una delegada línea entre sus labios apretados.

— Me alegra, podemos vernos frente a la noria. Tú dime a qué hora te viene mejor, por mí puede ser a las 10:00 PM. Porque a las doce lanzarán fuegos artificiales y me gustaría a verlos contigo.

— Pues no tengo gran plan para esta noche, dale, a las diez.

Nel se larga y solo le faltaría silbar para verse como el enamorado que va por las nubes a causa del sí de la chica. Aunque no entiendo por qué Iria accede a eso si es claro que él no le gusta.

El Caos de los Chuker © Completa ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora