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Teníamos la certeza necesaria para pasar a la acción Aunque nunca esperamos que la acción nos pusiera sobre aviso a nosotros. La alerta en sonido de sirenas nos hizo levantar del sofá. Candela también las escuchó y vino a por su hermana menor. Por ende corrimos fuera para intentar divisar en qué dirección se encontraban las patrullas. No sin antes asegurar a Candela que confiamos en la palabra Lucía.

La enfermera solo nos observó cuestionándose nuestra cordura y dio la media vuelta para conducir a su hermana afuera, hasta el auto que trajo de casa.

— Es en el Motel –me indicó Iria, aunque lo noté por igual.

Por tanto, corrimos; y corrí con miedo.

Los latidos de mi corazón, la adrenalina y la sorpresa me aseveran que esas patrullas vienen al menos detrás de algún Chuker. Freno un poco la carrera cuando voy llegando al esencio donde Nel lee un papel y otros arrestan a mi hermano.

— Mirko Chuker y Fiona Donate: quedan arrestados por el robo de las joyas en la mansión Harzal.

Otros dos guardias caminan para colocar las esposas en las muñecas de Fio. Ella reniega; dice que no tenía ni idea de ese robo pero Bonet habla para hacerle ver que sí.

— Se llevó a cabo una requisa en su vivienda, lugar en dónde las pertenencias de la difunta fueron encontradas.

Él alza la evidencia para que todos los presentes, (que son todos los inquilinos) podamos ver las joyas en un nailon. Cuando baja su mano, Fiona solo atina a cerras sus ojos, para dejarse conducir. Mientras en su interior lamenta haber confiado en Mirko. Por su parte mi hermano se amiga con el silencio porque sabe que ninguna defensa puede brindar y tan bien como él lo sabe Raeél. De manera que a causa de ello él no sale en su defensa. Solo pasa las manos por su cabello mientras espera que esto acabe.

Iria junto a mí se une a Sar con Julia, sin embargo, una vez Mirko y Fio están dentro de las patrullas, Nel Yera vuelve a hablar.

Antes, ve con pena a Iria, como si no quisiera leer lo próximo que está escrito en el papel. No obstante, tampoco lo puede evitar. No sé qué pensará Iria, pero yo creo que nada bueno puede estar detrás de una mirada así.

— Axmiel Chuker e Iria Polanco: quedan detenidos por desacato a la ley, y fuga del pueblo de Rooth. Acompáñenos.

Dicho esto, eso hacemos sin que ningún guardia nos venga a esposar. Entonces, sin más, tan volátil como una inyección sin anestesia, ambos subimos a otra patrulla que marca un recorrido distinto al de Mirko y Fio. Ellos no sé pero nosotros nos dirigimos a comisaria. En la parte trasera del auto, mis dedos enlazan la mano de Iria. Ella me observa con una delgada línea en sus labios porque sabe que en verdad su peligro no es tanto como el mío. Solo yo tenía prohibido salir del pueblo y rompí ese límite por el precio de una sonrisa.

Lo volvería a hacer; rompería cualquier restricción tan solo por verla sonreír.

Llegando a comisaría los dos somos dirigidos a una celda. Pregunto por el paradero de Mirko pero nadie me responde nada. No tengo derecho a saber, eso revelan sus rostros al oír mi pregunta.

— Seguro los llevaron al distrito municipal –habla Iria a mí lado–. Cuando el Señor Bonet ha tenido ladrones de aquí del pueblo con las pruebas del delito, los envían a los superiores y ellos los apresan para que esperen el juicio.

— Mierda –me quejo en voz alta.

Además, considero algo mientras me llevo las dos manos a la nuca.

— ¿A qué coño viene esto? ¿eh? ¿Cómo es que de repente saben todo?

— También lo pensé –confirma–. Para lo de Mirko solo tengo una respuesta: Izer lo delató. Piénsalo: él sabía que Mirko tenía escondidas las joyas en casa de Fiona. Así que vino y sopló esa información a la policía como una revancha por no hacerle caso a sus amenazas. Digo yo.

El Caos de los Chuker © Completa ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora