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Fiona vino a cenar sola. Insistió pero Mirko no dio su brazo a torcer. Él prefirió quedarse en el restaurante Tenaza Fosforescente.

— ¿Sabes si Mirko tiene dinero encima? –averigua Ra.

Degustamos la cena por puro instinto, ya que nuestros sentidos permanecen presos en la discusión de antaño.

— Les juro que mi estómago llora cada día que lo obligo a probar esta basura de comida recalentada.

Mustia Sardrián.

Ra como todos se le queda viendo pero suspira en aras de pasar por alto su comentario y hablarle de nuevo a Fiona.

— Será mejor que le lleves algo de cena.

— Claro. Segura estoy de que solo beberá una o dos cervezas e intentará irse sin pagar, así que me asusta lo que eso pueda traer consigo.

— Es verdad.

Conviene Ra, a sabiendas de que Mirko es el tipo de persona que tiene esa estúpida manía de consumir sin querer ser cobrado.

— Iré a pedir que le embolsen algo.

— No –interviene Sar–, tengo una mejor idea.

Ambos van a la cocina en tanto Fio, Julia y yo esperamos si aceptan la propuesta de Sar: que le permitan cocinar algo sencillo para su hermano.

Y así ocurre. Luego, mi hermano mayor como emisario viene a por Julia, dado que Sar la pidió de asistente para que empiece sus clases de cocina. Fiona la despide azuzándole ánimos, pues bien sabe que nuestro chef en esa área es muy tiquismiquis. Por demás esperamos a que los novios terminen la receta mientras jugamos una partida libre de UNO, que Fio compró en una tienda del pueblo.

Raeél es muy bueno en ello así que me rindo. En lugar de empezar otra partida, hablo a Fiona.

— ¿Crees que pueda hacerte compañía?

— Por supuesto.

De modo que una vez la cena está en manos de Fiona, me enfundo un abrigo y nos vamos hacia el restaurante.

Al entrar vemos a Mirko. En la barra, mirando a la cerveza como si fuera a obtener de ella una epifanía. Dos camareras limpian mesas y el administrador, da vuelta a las sillas. Otra empelada baja el volumen a una canción de Linkin Park, hasta reducirla a un murmullo que envuelve el sitio con un halo acogedor.

— Hola.

Ante el saludo de su chica mi hermano reposa la botella en la superficie de madera. Y no voltea porque sabe reconocer la voz de Fiona. Aunque al no verla, tampoco me toma en cuenta a mí.

— Raeél me ha pedido que te trajese la cena –informa–, se veía muy preocupado

— Será el cargo de conciencia por su desconfianza.

— Sabes que no es así –sostiene en tono firme.

— Ajá...

— Sar ha cocinado para ti.

Mirko eleva sus cejas por el dato.

— Qué bien. Ya le hacía falta a ese sentirse en su hábitat otra vez. ¿Y Axmiel? ¿Me ha escrito una tarjeta? –se mofa.

— He venido.

Enseguida voltea, e intenta levantase pero no lo permito, pues me siento a su lado. Fiona comienza a dejar la cena sobre la barra. No preguntamos si podemos permitirnos alargar nuestra estancia aquí, aunque ningún empleado nos echa. De modo que mi hermano se termina su plato mientras nosotros lo observamos.

El Caos de los Chuker © Completa ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora