16 (parte 2)

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— ¿Por qué lo haces? –cuestiono.

Y ubico mi trapo de azorar las moscas sobre el hombro. Recuesto mi cuerpo contra la barra atento a escuchar lo que tiene para decir. Iria solo me evalúa, dándose cuenta de que me importa el hecho de que vaya a salir con él.

— ¿Por qué hago qué?

— Eso –evidencio al señalar el camino de Nel.

— Pues...me ha pedido una cita y se la he dado. ¿Qué hay con ello?

— Nada, nada.

— ¿Nada? ¿Seguro? ¿Tienes algo en contra de Nel? Porque es un buen chico.

— Yo no he dicho lo contrario.

— Disculpa que lo diga pero siento que te molesta que vayamos a salir –recrimina.

— En absoluto, solo sé que él no te interesa...entonces, ¿por qué sale alguien con una persona que no le interesa? Solo me gustaría conocer la motivación detrás de tal decisión.

— Podemos salir como amigos –apunta.

— Disculpa que lo diga pero nada hay de salida amistosa en esa cita. Al menos para él.

— Pues será así para él. Para mí es solo amistad.

Bufa.

Nunca la había visto bufar. ¿Soy el causante de ese bufido?

— ¿Te molesta que pregunte sobre eso? –digo en tono más bajo.

— No. Me molesta que lo pregustes así: como si tuvieras algún derecho sobre mí.

— ¿Qué? No, solo decía por hacer charla...

— ¿Por hacer charla? –rebate y bufa– Tenías que verte hace unos segundos.

— ¿Verme qué? No entiendo.

— Parecías...celoso.

— ¿Celoso? –repito– ¿De qué?

— ¡Y yo que voy a saber! –acentúa con gesto mortificado.

Iria se va a su parte del portal. Y quedo en el mismo gesto cruzándome de brazos.

¿Celoso porque invitan a mi amiga a salir? o ¿Celoso de que a Iria, como mujer, alguien la corteja y ella accede a la petición?

Niego. Niego. Volteo para además de ver un rostro conocido, oír su llamado que certifica su presencia.

— Axmiel, hola.

— ¿Fiona? ¿Qué haces en Rooth?

— Ha sido un largo viaje pero será corta la estadía.

— ¿Puedo ayudarte en algo?

— Sí. Mi idea era ver a un Chuker siempre y cuando no fuera Mirko, para dejarle a él un mensajito.

Antes de que pueda preguntar, Fiona se quita un anillo del anular y me lo deja reposando en la palma de una mano.

— Dile que se quede con todas sus promesas. Dile que esperaba más de él y que si quiere que le devuelva sus cosas, que me busque.

— Vale pero Fiona no podemos salir de este pueblo.

— Estaré hasta media noche aquí. Tengo billete de regreso en tren y me iré. Si él no me busca dile que venderé todo lo suyo que aún tengo conmigo. Así que no tendrá manera de recuperar nada. De nada.

— Muy bien yo le digo.

— Gracias Axmiel, adiós.

— Adiós Fiona.

Con desdén guardo el anillo en mi bolcillo. Sin darle un vistazo pero sí miro a Iria de reojo. Entones, sin ser consiente en realidad de lo que hago, voy hacia ella, la volteo sujetándola por el codo y hablo estando fuera de mis casillas.

— Sal conmigo hoy.

— ¿Qué? –busca entender.

O que repita lo dicho de una manera mucho más entendible. Eso hago.

— Tengamos una cita esta noche.

— No, puedo...yo ya tengo una cita con Nel...

— Eso da igual, cancélala –propongo–. Si lo cierto es que no te apetece ir, ni te gusta él.

— ¡Tú tampoco me gustas! –hace ver medio alterada.

— ¡Ahí está! –insinúo con mi palma al frente– Conmigo será una cita de solo amigos, Nel por el contario espera mucho más que tú no deseas, ¿ves? lo hago por tu bien.

— Espera ¿por mí bien?

— Sí...–alego convencido.

— ¿Me pides una cita por mi bien? –reitera, y aún sigue molesta.

— Sí...

— ¿O es que te molesta que tenga una cita?

— No me molesta –dialogo.

— Pues no entiendo tu actitud, la verdad.

Ahora sus brazos se cruzan. Mientras la veo, en una fracción de segundos algo hace eco en mi interior, algo como que Iria es parte fundamental de mí. Tal vez sí me molesta que salga con Nel: porque no quiero ni de asomo que ella sea parte fundamental de ningún otro hombre.

— Si quieres salir con él, tú misma. No te voy a rogar pero te aseguro que al final de la noche me recordarás –punteo–. Dirás: debí aceptar venir con Axmiel y no con Nel.

— Vale, bien.

— ¿Cómo?

— Que, sí: que voy a cancelar a Nel. Tengamos esa cita esta noche, si al fin de cuentas será hacer lo mismo de ayer.

— Y eso estuvo muy bien ¿Eh?

— Sí, sí que lo estuvo.

Olvido darle el mensaje de Fiona a Mirko. Lo hago después de la cena pero omito la parte fundamental en la que ella me dio el anillo. Solo cuento la versión de que la busque a cambio de recuperar sus pertenencias.

Y mi hermano se va del albergue como alma que lleva el diablo. Todos reímos porque sabemos de sobra es que si algo es Fiona eso es agitadora. No obstante, mientras me visto para irme al segundo día del Carnaval, la alegría de las risas se disipa la ver de cerca el anillo de la proposición matrimonial.

— Mirta...

Murmuro su nombre porque ese anillo me suena habérselo visto a ella puesto. Con todo, ¿qué carajos tiene que ver Fiona con Mirta?, me cuestiono. Nada. Fiona es de los nuestros, la única amiga de los Chuker. Como la hermana que nunca tuvimos.

Guardo en el bolsillo el anillo para no olvidar que, si bien descubrir la respuesta de antedicha pregunta no es ahora mi prioridad, tampoco he pasar por alto que tengo una pista confusa por descifrar.

El Caos de los Chuker © Completa ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora