14 (parte 2)

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Leila Garrido iba a la misma escuela que yo pero nos separan los tontos estándares de popularidad. No me importaba demasiado el detalle, pues si bien no era tan deseado, ni admirado como ella, sí tenía amigos incluso sin yo saberlo. Del tipo de los que me gritaban: « ¡Chuker! » sin más y yo levantaba la palma abierta para chocar con la de ellos. A veces me sentaba solo; otras en compañía de quien me dijera: « ¿Te importa que me siente? » Yo solía contestar: «Adelante». No me interesaba si era nerd o popular. Aunque los populares siempre le hacían caravana a Leila y su pandilla obsesionada con las motos.

No puedo negar que en muchas ocasiones la mirara, o que amara el estilo de su ropa, y la forma en que saboreaba el chupachús que siempre llevaba entre sus labios. Leila era lo más sexy que mis ojos habían visto a los doce. Tampoco negaré que odiaba sus mechones largos del flequillo porque le tapaban a veces el rostro. Mil veces me imaginé apartándoselos para colocarlos detrás de la oreja. Me imaginé demasiados momentos que nunca llegaron.

Esa noche en que ambos salimos de casa antes de irnos a la fiesta, Leila me besó. Sin decir nada, sin prometer, solo porque así lo quiso y como tal deseo era suficiente para mí, respondí al beso para no pensar en nada más.

Ella era una chica selectiva para casi todo: hacía dietas e intentaba cumplirlas y yo sabía de sus manías por Sardrián. Él siempre se encontraba a su madre en el mercado y ella le platicaba de Leila o de cocina. Pasaban horas sosteniendo el carrito sin caminar. Hasta que Raeél telefoneaba a Sar para apurarlo.

Ya puedes hablar con la vecina cuando lleguen los dos a casa, le decía.

Era algo rutinario para todos cada vez que Sardrián se iba a hacer las compras.

Volviendo a Leila: ella no hacía sentir mal a nadie, ni maltrataba, pero solo con caminar por los pasillos, deslumbraba a todos. Solo ella tenía una pandilla sólida y de la que formaban parte estudiantes mayores. Con los tales me llevo esa noche en que murió.

Éramos solo ocho personas y al final de la jornada solo quedamos ella y yo. Mientas la sostenía para no dejarla caer en el hoyo que los otros seis cavaron. Me negaba a dejarla ir pero el resto sí huyó, cuando las patrullas llegaron.

Nunca supe por qué hicieron algo así, ni tuve idea de en qué momento alertaron a la policía y por supuesto, con el tiempo me dije que era estúpido vengar algo que pasó por error de Leila.

En casa del anfitrión había piscina y casi tan similar a Julia en el cumpleaños del muñequito de aparador, Leila iba a lanzarse. Todos lo habían hecho ya, por lo que esperaban que cayese junto a ellos dentro del agua. Mi turno era después. Como cierre. De manera que mientas ella bailaba en las alturas yo entendía que todo en esa noche era una envoltorio para ella aceptarme en su vida como algo más que el vecino. Leila deseaba estar conmigo, e iba estarlo después de que ambos cayésemos dentro del agua. No obstante, su tobillo resbaló en medio del baile. Y cual acto final de una puesta en escena, Leila acabó golpeándose la cabeza contra las losas que rodeaban la piscina.

A consecuencia, la llevamos lejos de esa casa, pues los padres del anfitrión jamás debían saber que la tragedia ocurrió ahí. En el auto de otra chica la llevamos a un sito cerca de la playa. Por mi parte en tanto los veía cavar me fui a abrir el capó. Llevé las manos a la boca mientras lloraba y creía que se me acababa el tiempo para ser feliz en ésta vida. Porque Leila estaba muerta delante de mí. Cerré el capó. Y fui hacia el resto para discutir a favor de contar la verdad; en vez de que ella quedase como una desaparecida más. Se negaron. Me traicionaron. Todo estaba planeado y me dejaron allí: para que yo me volviese loco y acabase desenterrándola.

Para entonces, la policía llegó y me convertí en el asesino de mi primer amor.

Aunque Mirta intervino, sus padres nunca me creyeron que no había vuelto a ninguna escena del crimen. Porque ni siquiera hubo crimen. Se mudaron lejos y después del suceso, muchos de los conocidos del vecindario continuaron odiándome. Por ende, rompieron lazos con todos los Chuker.

Desde entonces salpiqué a mis hermanos con mi mierda y ahora pasa lo mismo. De modo que tal vez Mirko no esté fuera de razón después de todo.

— ¿Axmiel por qué no me contaste nunca nada de esto? –inquiere con enojo.

— Era un crío engreído que se dijo que podía solucionarlo solo...hermano no quise involucrarlos. Además no había forma de que la policía creyese mi versión de la piscina pero ¡es verdad! Y ahora es justo lo mismo: soy inocente y no hay manera de probarlo.

— Axmiel ¿sobre Mirta...? Esa mujer...

— Era un ser repugnante –expongo–. Se aprovechó de mi miedo a ir a prisión o a un reformatorio para usarme. Desde que Leila murió, estoy con ella.

— ¡¿Por qué no la dejaste?! –estalla puesto en pie.

— ¡Sus amenazas eran constantes! Días antes de su muerte luego de estar conmigo me dijo que le faltaban joyas y precisó que no quería saber que el ladrón estuviese entre nosotros. ¡Yo la conocía! Era capaz de denunciar a cualquiera de ustedes para mantenerme más amarrado. ¡Sabía que no la dejaría! No, si en sus manos estaba la libertad de uno, o varios de mis hermanos. Respecto a lo de Leila, siempre dijo que el caso podría reabrirse si alguien poderoso como ella lo pedía. ¡Ahora tengo veinte pero entonces tenía trece! ¡Y el corazón roto! Dejé de creer en el amor romántico al instante en que Leila se fue de este mundo. Mirta se convirtió en mi adverso destino...y no se detendría. Nunca lo hizo.

— ¿Qué quieres decir?

— Cuando empezamos incluso si no quería, o sí no podía...ella me desvestía. No paraba: si quería no daba marcha atrás. Conseguía satisfacer sus deseos enfermos. Me tocaba, me besaba.

— Axmiel...

— Y yo solo quería... –intento no llorar pero mis ojos ya se han humedecido– que acabara, que se cansara de estar encima de mí. ¡Era asqueroso!

— ¡Ya!, ¡ya! –manda a callar.

Para abrazarme. En tanto llora por no saber, por no imaginar jamás, que su hermano menor fue víctima de acoso y violación sexual.

El Caos de los Chuker © Completa ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora