17 (parte 1)

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Mascarás y más máscaras es todo lo que se distingue en la segunda noche del carnaval.

El arribo de más visitantes se hace notorio con solo hacer una comparación entre ayer y hoy. Demasiadas personas, extensas colas para disfrutar de las atracciones, broncas aisladas entre borrachos, más necesidad de luches, y por ende varios puestos nuevos de comida. Parejas besándose u otros coqueteando, caras gigantes de payasos y niños correteando, brindis en las mesas, música en vivo para los románticos. Por otro lado, ventas imparables de tiquetes. Ganancias para la alcaldía. Pérdidas para los roothences que se divierten gastándose el dinero en comidas, bebidas y juegos ambulantes.

Julia junto conmigo en una mesa espera que llegue Sardrián.

Algunas personas pasan con sus máscaras subidas hasta la frente, señalándonos. Frunzo el ceño. Julia igual.

— ¿Sabes a qué viene eso? –indaga mi amiga.

Asimismo toma un triángulo de queso y lo cuela por su boca.

— Hay algo que debo decirte, más que nada para que estés informada...

— Habla; no me preocupes.

Se ajusta sus espejuelos y yo me acotejo la pieza de tela que suelo llevar alrededor mis hombros.

— Se trata de rumores. Lo supe por mamá, y ella a su vez por Candi

— Ay no me menciones a Candela –condiciona llevando su mano al tabique–. Últimamente no soporto su mal carácter, ni esa actitud que se gasta.

— Es por los Chuker

— ¡Eso lo sé! Pero es una tontería tratarlos mal solo porque tus padres los detestan.

— De acuerdo pero siempre desde pequeñas, hemos visto que sobre ellas sus padres tienen una potestad de mando algo excéntrica. Ahora dejando de lado eso, a lo que iba –retomo–: creo que esos señalamientos van por ti...

Ahí va otro.

— ¿Ves?

— ¿Pero yo que he...?

— Sardrián. Mi mamá me ha dicho, que Candela le comentó, que a ella en el pueblo se le ha acercado para contarle que tú te ves con un Chuker.

Julia queda boquiabierta y sin palabras. Aunque resopla.

— ¡Serán chismosos!

— Lo son –atestiguo cuando dos más pasan de largo viendo en nuestra dirección.

— Iria si lo saben bien. Me da igual porque yo creo en la inocencia de Sardri y de sus hermanos. Y...–toma una pausa para hablarme en tono más bajo e íntimo– estoy enamorada ¡de verdad! Iria yo nunca había sentido que en serio me querían...tú más que nadie sabe, que papá es un hombre eremítico, que mamá se me fue...y con Matt nunca me sentí del todo querida. A veces siento que estaba conmigo solo porque le convenía pero no he entendido hasta ahora por qué exactamente.

— Y con Sardrián es distinto.

— Sí, es muy distinto. Cuando me mira, así sin más, sin evocar ninguna palabra mientras permanecemos ocultos del resto cerca del río, yo no quiero volver a casa. Porque su compañía me...como que me nubla –gesticula–, solo quiero estar con él para que no acabe...porque a veces temo que acabe.

— ¿Cómo con Matt?

— O mucho peor.

— Quizá no acabe.

— Yo siento que sí.

— ¿Por qué razón?

— Ha sido algo tan apresurado a la par de hermoso pero yo he dejado que pase por deseo. Sin embargo Iria, a veces pienso ¿Por qué se acercó a mí?

— ¿No has pensado en preguntárselo?

— Sí pero temo que todo sea una ilusión bien simulada. Una caprichosa simulación de la que no quiero salir pero en la que no formo parte de su realidad.

— Dices...que crees que Sardrián está contigo como Matt lo estuvo alguna vez: por conveniencia y no sabes bien el origen de eso. Sin embargo, quieres continuar así por temor a que todo acabe. Y no es tu deseo acabar con él, porque estás enamorada mucho más de lo que alguna vez lo estuviste por Matt.

— Ay amiga me entiendes tan bien.

Acerco nuestros asientos y rodeo a Julia. Ella suspira.

— De igual manera no deberías enrollarte tanto, no me parece que Matt y Sardrián sean iguales. Y tú eres genial. Estoy segura que ambos no puede ser que estuviesen contigo sin darse cuenta de eso. Yo apostaría a que Sardrián ve en ti todas esas cosas maravillosas que te definen. Asimismo creo que tú voto de confianza respecto a su inocencia, lo hace valorarte muchísimo más.

— Bueno –ella se despega de mí–, en nuestra última cita en el río, nos bañamos, pasamos un rato nadando, o charlando y poco antes de salirnos, él me dijo algo así como: «...cuando tu mano quiera enlazar la mía en público, mi mano estará extendida para no retroceder jamás». Y bueno ayer cuando la "entrevista" a Raeél, nos besamos pero no sé si muchos lo habrán notado.

— ¿Quién es ahora la cagona? Tú –señalo–. ¡Sardrián te quiere!, lo demás es inseguridad tuya por el trauma de Matt. Ya olvida cada uno de los sentires que nacieron de tu relación con él. Porque ya murieron. Así que no los mezcles con esto tan bonito que ahora vives con Sardrián.

— Que sabia eres amiga. Apapáchame.

Retomamos el abrazo.

Los Chuker llegan después y el incordio de las muchas miradas puestas sobre ellos, los persigue hasta nuestra mesa.

— ¿Han visto? –expone Sardrián al sentarse– somos toda unas celebridades.

Entre todos reemplazamos los quesos picados en triángulos que Julia y yo teníamos sobre la mesa, por cervezas, pizzas, bocadillos, sándwiches, caramelos, más muchas entradas para las atracciones. Axmiel y yo salvo formar parte del grupo no hacemos más. Ni siquiera quedaron cerca nuestros asientos, así que me pregunto si tiene amnesia o solo me hizo romper mi cita con Nel por capricho.

Prefiero no abordarlo con la pregunta porque no sé de qué forma hacerlo. No quiero sonar inmadura, ni tampoco irónica pero mucho menos haré como que entiendo su comportamiento y todo marcha según los planes. Porque resulta que los planes se tornaron un caos por causa de no comprenderlo.

Cuando regresamos de las atracciones a la mesa, contamos con la ausencia de Mirko y Etrian. Ambos según comentaron tenían asuntos que atender y se nos separaron media hora atrás. Aunque en su lugar apareció Candela en el espectáculo de malabares. Disque buscaba a Lucía pero como no la encontró se nos sumó.

El Caos de los Chuker © Completa ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora