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Si bien el día de trabajo no resultó pesado, llegué a casa muy cansada, y sin hambre. Alejé mi cena bajo el escrutinio de Nora y fui a por leche y cereales. Di unas cucharadas al cuenco para dedicarme a pensar en la anécdota de Axmiel sobre el robo de Mirko y las amenazas de Izer. Al igual que los Chuker, Fiona, y Julia, mi brújula mental lo señala como el asesino. Con todo, no siento una seguridad al cien por ciento. Creo más bien que algo queda en medio: un detalle lo suficientemente fuerte como para que Izer decidiera asesinar no solo a su tío, sino también a Mirta.

— ¿Qué tal el día?

— Bien.

— Ay que habré hecho yo en la vida para tener una hija tan reservada –se lamenta.

Y suspira.

Entonces río por causa de ella.

— Ya Nora.

La confianza que tengo en mi madre me permite contarle todas las pistas que rondan los casaos de los asesinatos de Etrian y los Harzal.

Así que una vez termino, ella concluye:

— Quizá Izer los mató por un "crimen pasional".

— ¿En serio lo crees? –supongo en aras de dialogar.

— No, hija. No me parece que ese niño enamorado, asesinara así como así a esa mujer...creería antes que lo hiciera a Axmiel, por ejemplo, ya que era una especie de rival para él. Aunque, por otro lado el tema de Etrian es aún más extraño porque si sabemos que él estaba prendado de Mirta, entonces su relación con Lu, era solo una farsa. Una tapadera. Por ende al no tener sentimientos por Lu, no tendría que haber asesinado a Etrian por celos.

— Mamá...

Quedo viéndola con asombro y notando que sus cálculos cuadran. Reposo la cuchara que iba en dirección a mi boca en el cuenco con cereal y trago en seco.

— Entonces, ¿quizá Izer no es el asesino de ninguno de ellos? ¿Eso crees?

— No estoy segura pero es una opción válida.

— Aunque sabe algo o...es que no puede ser ¿por qué para qué estar amenazando a Mirko?

— Él puede estar mintiendo, hija, míralo de esta manera –explica–, Mirko Chuker tiene una prometida a la que ama y frente a la cual no quiere quedar mal, además de sus hermanos a los que no quiere defraudar, ¿entonces qué? Puede estar inventándose lo de las amenazas para limpiarse por lo del robo y delinear una imagen de víctima a ojos de ellos.

— No lo sé mamá –sopeso–. Los Chuker confían mucho entre ellos.

— Pero yo no confío, ni tú o Julia deberían hacerlo. Ellos confían porque son hermanos pero nosotras no tenemos tal lazo de consanguinidad con ninguno, por lo tanto, tenemos derecho a dudar.

— Si puede ser. Aunque yo confío mucho en Axmiel.

— Es normal cariño.

Su mano roza la mía.

— ¿Qué quieres decir?

— Pues, que cuando estamos enamorados confiamos y eso es normal pero siempre debes dejar una grieta para la duda. ¿Sabes por qué?

— ¿Mmm? –cuestiono.

— Porque esa grieta puede ser la vía de escape si nuestra confianza está puesta en la persona incorrecta.

— ¿Crees que Axmiel no esté siendo del todo honesto conmigo?

— Yo no sé nada cariño, solo hago conjeturas. Y quiero lo mejor para ti –asegura–, por eso no pretendo hacerte ingenua, sino astuta para que no seas presa de trampas, sino que sepas reconocerlas y huir en el momento indicado –zarandea mi mano.

El Caos de los Chuker © Completa ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora