DEJA VU ━━ peter parker

xi. to washington

capítulo once!
a washington

—HOLA —la cara de Felicia miró a Nina desde su teléfono mientras esperaba con el resto del equipo de Decatlón afuera de la escuela cerca del autobús. Vestida con su blazer amarillo Midtown sobre una falda de mezclilla y una camisa con cuello de encaje, se quedó sola al frente del grupo, con su pequeña maleta para pasar la noche a su lado. El Sr. Harrington estaba revisando la lista antes de que subieran al autobús para dirigirse a Washington, y Nina se tomó el tiempo esperando a que todos llegaran hablando con Cia—. Entonces, ¿qué pasó ayer? Simplemente me colgaste.

—Sí —dijo Nina en voz baja, mirando brevemente a los demás y esperando que no estuvieran escuchando—. Tenía que conseguir algo para mi amigo.

Los ojos de Felicia se agrandaron. —Oh, está bien —parecía estar caminando hacia el metro para llegar a casa ya que el equipo de Decatlón decidió irse una vez que terminaron las clases y no antes—. Entonces, ¿son ustedes como compañeros, ahora?

—No lo sé —murmuró Nina, repentinamente amargada de nuevo—. Creo que tuvimos una pelea algo extraña anoche. Teníamos diferentes ideas de esto de ayudar, pero también tuvimos un... no lo sé... ¿momento?

—¿Momento? —Felicia repitió con sospecha—. ¿Qué quieres decir con momento?

Nina se encogió de hombros, con cuidado de mantener la voz en un susurro. —No lo sé —respondió—. Ya sabes, un momento momento. Ese tipo de momento. Pero creo que lo arruiné.

Felicia suspiró, exasperada. —Nina.

—¡Ni siquiera lo conozco! —Nina argumentó en voz baja. No dijo que la verdadera razón era que todavía no había olvidado a Peter, porque sabía exactamente la respuesta de Felicia, y no quería escucharla ahora. Y además, eso tampoco era técnicamente incorrecto. Nina no conocía a Spider-Man, en absoluto, solo creía que lo sabía porque era muy fácil hablar con él.

Su amiga puso los ojos en blanco. —Lo que sea. Buena suerte en el Decatlón, nena. Nos vemos cuando regreses —Felicia le dio un gran beso por teléfono en el que Nina respondió lanzándole uno propio.

—Adiós —dijo antes de terminar la llamada.

Mientras Nina sacaba sus auriculares, una voz familiar intervino. —¿Quién era esa?

Ella arqueó una ceja hacia Michelle que ahora estaba parada cerca de ella.
—Uh... ¿Cia?

Michelle entrecerró los ojos, como si fuera algo poco común o sospechoso.
—Okey.

Nina deslizó su teléfono en el bolsillo de su falda, un poco confundida.
—Okey.

Esperaba que Michelle Jones se marchara, pero ante un sorprendente giro de los acontecimientos, la chica alta se quedó parada junto a ella contra el amarillo del autobús, abrió el libro que tenía en sus brazos y empezó a leer sin decir una palabra más. Nina frunció el ceño. Iba a preguntar qué estaba haciendo Michelle de la mejor manera posible cuando Abe Brown habló: