DEJA VU ━━ peter parker

xix. chocolate house

capítulo diecinueve!
casa de chocolate

COMENZÓ a llover cuando Nina corrió hacia la tienda de comestibles. Había una pequeña a la vuelta de la esquina que debería tener todo lo que necesitaba para una cena rápida. Realmente no sabía qué la hizo pedirle a Peter que se quedara, y qué la hizo tan ansiosa por hacer todo ese trabajo nuevamente. Pero Harry no había respondido ni le había devuelto la llamada, y Peter estaba en el vecindario, habiéndose tomado la molestia de desearle una felicitación sorpresa. Lo hizo sin pensar; solo porque así era él. Peter Parker era desinteresado; eso era algo que Nina sabía que Harry no era, incluso si intentaba serlo. Solía ​​pensar que lo era - todas las veces que protegería a Peter de Flash en la escuela, pero a medida que lo conoció más allá de las sonrisas encantadoras y las bromas, se dio cuenta de que Harry no sabía escuchar. No sabía cómo estar allí para alguien más; estaba tan rodeado por sus propios problemas que se volvió ciego a lo que otros podrían estar pasando.

Nina se abrazó el pecho mientras la lluvia comenzaba a ser más fuerte, arrastrando los pies más cerca de los edificios para cubrirse. Su mirada se desvió hacia el centro de la ciudad brillante incluso a través de la lluvia en la distancia e imaginó a Spider-Man columpiándose entre los rascacielos. La hizo sonreír un poco y agregar un salto adicional a su paso por la esquina.

La charla detrás de ella llamó su atención. Nina, curiosa, miró por encima del hombro y vio a un pequeño grupo de dos hombres caminando unos metros detrás de ella. Bien vestida para la lluvia con abrigos y suéteres, frunció el ceño ligeramente al ver sus miradas no tan sutiles en su dirección, como si tratara de parecer indiferente.

Nina frunció los labios y miró al frente. Ella aceleró un poco el paso. No estaba muy lejos de la tienda de comestibles; tan pronto como ella esté allí, estará en la luz, y si están siendo personas horribles, probablemente perdería interés y seguiría adelante. Consciente, Nina se abrochó la chaqueta con más fuerza, sintiendo que la lluvia empezaba a caer.

(Qué siniestro, lo maldijo).

La charla continuó. Nina miró hacia atrás una vez más y vio a uno de los jóvenes saludándola. —¡Hola! —llamó, sonriendo. Su amigo silbó, como si eso fuera un cumplido.

Nina comenzó a correr más y su corazón dio un vuelco de miedo al verlos acelerar su propio ritmo para alcanzarla. Arrullaron, pidiéndole que disminuya la velocidad, coros de vamos, bebé y ¿por qué estás siendo así? Ni siquiera era tan tarde. Había luz en la acera, autos estacionados en la calle y tiendas abiertas. A Nina se le cortó la respiración y siguió su instinto de echar a correr, con el corazón acelerado, horrorizada, cuando los dos hombres corrieron tras ella.

Con la lluvia cayendo y el camino mojado, Nina tuvo cuidado de no resbalar, apenas comprobando el camino antes de cruzarlo a la siguiente cuadra. No pueden seguirme para siempre, se dijo a sí misma, pero sabía que era mentira. Nina corrió más rápido de puntillas, con la chaqueta volando detrás de ella mientras se agachaba en un callejón, con la esperanza de que no la vieran. ¿Era esto un atajo a las tiendas? Estaba segura de que había uno, ¿o era el siguiente callejón?