DEJA VU ━━ peter parker

xvii. nina and the bug boy, ii

capítulo diecisiete!
nina y el chico insecto, parte dos

SU MADRE le había dado chocolate caliente para ayudarla a dormir. Esperando que la bebida caliente calmara sus pensamientos erráticos. La verdad era que Nina está agotada. Ella está tan agotada. Casi muere más de una vez; Nina pensó que nunca podría volver a entrar en un ascensor. Ella subirá las escaleras, no importa cuántas haya. Pero ella no pudo dormir. Sabía que si lo hacía, si cerraba los ojos por un segundo, lo volvería a ver. Vería la forma en que colgaba de ese mecanismo de relojería; atascado de romperse entre los engranajes por un pie desesperado de bota roja. Pero no fue lo suficientemente fuerte. Los engranajes se encontraron, el hilo se rompió y Nina había estado cayendo en otro lugar hasta que Spider-Man la atrapó en el Monumento a Washington.

Spider-Man. Eso fue otra cosa.

Tampoco podía dejar de pensar en él y en Peter.

¿O debería ser solo el mismo?

Con la posibilidad, todo empezó a tener sentido. Todo después de la muerte del tío Ben, todas las desapariciones, su altura, cómo perdió sus lentes, cómo se escapaba, se llenaba de moretones, la pasantía Stark... pero ¿realmente había estado en Berlín para luchar contra los Vengadores? Regresó casi al mismo tiempo que todo terminó. Luego, todo lo demás después de eso también. Incluso... incluso por qué rompió con ella. No tuvo tiempo para la pasantía Stark traducida en:

No quería que te lastimaras.

Spider-Man lo había dicho él mismo, defendiendo a Peter cuando tal vez había estado tratando de explicarse como él mismo: rompió con ella para protegerla. Y todo este tiempo cuando se negó a dar más explicaciones, mantuvo los labios cerrados con esa mirada de dolor en el rostro... siempre ha sido más de lo que Nina había imaginado.

Y Nina no sabía qué pensar. Quizás ya no podía pensar. Se había conducido a sí misma a una página en blanco. Ni siquiera bebió su chocolate caliente. Todavía estaba en sus manos, ahora frío.

Cuando sonó su teléfono, casi lo derrama.

Los ojos de Nina se dispararon hacia él y gritó al ver que era Felicia.

Pasando su taza a su mesita de noche, Nina se apresuró a contestar el teléfono, presionándolo contra sus oídos para sollozar. —¿Cia?

—¿Nina? —Escuchó la voz de Felicia quebrarse con sus propias lágrimas—. ¿Estás bien?

Nina asintió con la cabeza, encontrando difícil hablar entre lágrimas. Cuando se dio cuenta de que Felicia no podía ver, se obligó a soltar un ronco: —Sí, sí, estoy bien. Estoy bien —Ambas sabían que ella no lo estaba, pero estaba bien. Estaba bien, porque Felicia estaba aquí en el otro extremo, y Nina se sentía mejor. Ella se sintió más tranquila.