Capítulo 11 ~ El juego de bolas numeradas (parte 1)

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Grace Keller

Me peiné un poco y salí corriendo al exterior de la casa, donde quedé con Jon. Pensaba que no llegaría a tiempo, en que le estaría haciendo esperar ahí fuera

En el momento en el que mi piel hizo contacto con el exterior supe lo que era estar en algún polo del planeta. Supe realmente lo que era la sensación de tener frío

Miré hacia los lados desde el porche delantero de la casa. Había abundante nieve, árboles llenos de esta en sus ramas y unos pocos coches pasando o aparcados, pero de esos ninguno era el de Jon.

El cielo estaba muy oscuro. Esperaba que no lloviese porque iba a arriesgarme a no llevar ningún paraguas, me suponía una carga que no iba a soportar

Me encontraba quieta como una estatua en la puerta de la casa de tía Miller (así es, aunque mi familia no paraba de repetirme que "es mi casa" lo sigo sin asimilar). Estornudaba y volvía a estornudar, lo que me hacía pensar más en si estaría enferma

Jon tardaba mucho, ¿y si le había pasado algo? Por lo tanto, no dudé en escribirle

Yo:

¡Holaa, Jon! ¿Te ha ocurrido algo?

¿Jon?

Si no puedes venir, escríbeme, por favor

Me estoy helando, literalmente

¿Dónde estás, Jon?

Creo que va a oscurecer pronto



Me senté entre las columnas del pequeño escalón que unía el porche delantero con la calle y seguí esperando a Jon, encogida para entrar en calor. Estaba congelada

Sentí que ya había transcurrido un siglo y medio, el frío alargaba el tiempo. Y cuando comenzó el segundo siglo decidí llamarle

— ¿Jon?

— El número que usted marcó no está disponible o se encuentra fuera del área de servicio — dijo el contestador. Seguidamente le envíe un mensaje de voz

Para poner remedio al frío, volví al interior de la casa y cogí un abrigo más gordo y una bufanda. A pesar de que podía haberme quedado dentro, decidí salir cuanto antes, por si Jon pensaba que no estaba y se marchaba

Me volví a sentar en el escalón del porche y me apoyé en la columna que tenía al lado, quedándome encogida, abrazando mis piernas, cabizbaja

Y un pitido. Un mensaje de voz de Jon diciéndome que en diez minutos estaría. Suspiré, era un alivio, ya no tendría que estar aquí sola, pasando frío


                             *                *                *



— No sabía que había quedado con un bollo — un vaho salió de su boca, a causa del frío. Entre este último que me impedía pensar y reaccionar, el enorme abrigo que me quitaba el noventa por ciento de mi visión y el ruido de los coches pasando, no me di cuenta de que tenía a Jon enfrente mía, de pie

Alcé la cabeza hacia el chico rubio de los profundos ojos azules con esa bufanda gris de lana y esos guantes negros, que me ofrecía ayuda para levantarme, estirando sus dos manos

— Que gracioso — contesté mientras me agarraba de sus manos con guantes y me ponía de pie. Un vaho salió de mi boca, y así cada vez que hablábamos — pues pensaba que se me estaba empezando a congelar hasta la sangre — se rió ante lo que dije y dimos unos pasos sobre la nieve hasta su coche. Nuestros zapatos se hundían en esta. Cabe mencionar, que este año era más blanca que nunca

La Sombra Que Esconde El Árbol Donde viven las historias. Descúbrelo ahora