Mi rutina de los últimos días había sido algo distinta, me despertaba algo antes, desayunaba, aprovechaba el tiempo que me quedaba para ir a ver al chico de los profundos ojos azules, molestaba a Gigi al entrar al instituto y me reía con ella un rato, luego soportaba a mi profesor de historia mientras me miraba (los días que me tocaba con él) con una mirada asesina y a los demás profesores con los que me dormía en clase10:34 p.m. del viernes
Ya ni si quiera me daban un café, fue solo cosa de un día, mi madre estaría de buen humor y por eso me habría dejado
Mis platos del día eran leche, patatas y más patatas, me estaba cansando ya de esto, pensaba en "que obsesión tiene mi madre con las patatas". Últimamente pasaba menos por casa y me hacía la comida yo misma
Si ese día estaba mi padre, que parecía más joven que mi madre, me hacía para desayunar una tostada y luego se marchaba a no sé donde
Estaba hambrienta, así que decidí bajar al salón por las escaleras, a oscuras, a preguntarle a mi madre si podía comer algo más
Baje estas corriendo, continué recto y allí se encontraba el salón y ella. Casi no se podía apreciar lo que había ya que estaban las luces apagadas. Lo único que podía hacer tener un mínimo de visibilidad en el ambiente era la televisión encendida.
Estaba el lugar como siempre, cada vez que bajaba estaba puesta en la televisión el mismo concurso aburrido, y cuando se acababa, mi madre buscaba en otro canal otro igual
Mi madre era pelinegra teñida, nunca pude saber como fue de joven. Tenía una altura de 1'55 aproximadamente y la piel rugosa, ya tenía unas cuantas arrugas. Tampoco sabía precisar su edad, pero parecía tener entre 40-50 años, esto era porque continuamente dudaba, todos sus cumpleaños me parecían iguales, ella siempre era igual. Tenía una constitución de cuerpo media, ni muy delgada ni muy ancha
Ella se encontraba sentada y con los pies subidos al sofá (verde oscuro de una tela poco suave), mientras sostenía una tarrina de helado de fresa en la mano izquierda, en la derecha sujetaba una cuchara que de vez en cuando llenaba de helado para después introducírselo en la boca, siempre era lo mismo
Sabía perfectamente que no era buena idea molestarla, por eso sabía que tenía que retroceder, pero me moría de hambre.
10:41 p.m. del mismo día ~
Me encontraba de nuevo en mi habitación de paredes blancas, recostada en mi cama y hambrienta. Subí sin nada entre las manos, no pude conseguir nada
Además de mi intenso hambre, me dolía la cara, justo en el moflete desde hace unos minutos
Lo único que podía hacer era dormir. Esa era la misma solución que tenía todos los días y el mismo remedio de siempre. Me dormía, y me despertaba, así durante toda la noche, más tarde lo conseguía y al poco de conseguir entrar en la fase del sueño profundo me despertaban las alarmas de mis tres despertadores avisándome de que llego tarde a clases
Sábado 2:40 a.m. (unas horas más tarde) ~
Esta era la segunda vez que me despierto en las últimas cuatro horas, como seguía sin sueño, opté por hablar con Gigi por el móvil, pero ya estaría dormida y no lo quería molestar.
También podía ver algún programa nocturno de la televisión, pero el problema era que solo había una y mi madre se quedaba dormida viéndola en el mismo sofá.
Varias veces pensé en sentarme en el suelo al lado de la televisión y verla de noche si me aburría, pero se despertaba muy rápido y no quería arriesgarme, así que se me ocurrió otra idea, sentarme en las escaleras y aunque no pudiera ver nada por la puerta marrón del salón que me tapaba la visión, al menos pudiese oír un mínimo
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La Sombra Que Esconde El Árbol
RomansaUna novela en la que dos personas pueden poseer el todo y a la vez la nada Para ellos son dos seres que se recomponen del peso de la vida cotidiana lo mejor que pueden, aún estén pasando por la posible peor época de su existencia Para ellos no es...