Jonathan WadeEn una pequeña cafetería y tomando un café, dejé volar mi imaginación
Continué escribiendo el ensayo que nunca terminé, ya que hablaba de un tema inexplicable y muy confuso del que todavía no tenía todas las respuestas
Escribí a Grace por si quería acercarse al pequeño establecimiento, solo me apetecía volver a apreciar sus rasgos, volver a mantener una conversación normal con ella
Mientras, me mantenía concentrado en mis escritos
Grace Keller
Al llegar a mi destino cerré mi libro de poemas
Me asomé al escaparate de la cafetería con estilo rústico. Era tan bonita como el chico de los profundos ojos azules. Además, presenciaba en ella un ambiente muy acogedor
Entré sonriendo y antes de acercarme a Jon, pedí un chocolate caliente en la barra
Me senté en frente suya. Apoyaba su lápiz en su frente, pensando. Mientras, miraba fijamente el folio en el que escribía
— ¿Se puede? — dije bromista, ya que cada vez que le veía, parecía que tenía que llamar a su mundo para que me abriese. Se concentraba tanto en lo suyo...
— Ma'am, la puerta está abierta — dijo guardando las hojas escritas en la cartera negra que colgaba en la silla
— ¿Qué son?
— Poco más que tachones
— Venga, no querrás que me quede con al intriga ¿no? — dije intentando persuadirle. Él, con cara de convencido volvió a sacar las hojas y buscó una página en concreto
— Un ensayo
— Sobre algo inexplicable
— ¿Y qué es ese algo inexplicable?
— Ya te lo he dicho, no se puede explicar. Para mí puede significar una cosa, para ti otra, para esa persona que está detrás de nosotros otra — dijo girando su cabeza hasta ese último para señalarlo. Después volvió a mirarme a los ojos — o incluso puede que para alguno de esos camareros de delante tuya no signifique absolutamente nada
— No lo entiendo. Entonces ¿cómo lo puedes describir?
— Simplemente intentando averiguar que es para mí
— ¿Y qué es para ti?
— Es... como esto — dijo sacando una diminuta piedra preciosa de su bolsillo de color verdoso
— ¿Es esmeralda? — pregunté asombrada, mientras que Jon jugaba con el grano de piedra
— ¿Te gusta el color y la forma de la esmeralda?
— Sí... la esmeralda me da como un tipo de fortaleza, tranquilidad... un refugio
— Pues te la regalo — dijo cogiendo mi mano y reposando este en ella
— ¿No la quieres? Es muy cara — dije sorprendida
— No, a mí me transmiten cosas que no quiero sentir — dijo muy seguro. Abrí la boca para darle las gracias — no, tendría que agradecerte yo que lo guardases tú por mí
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La Sombra Que Esconde El Árbol
RomantizmUna novela en la que dos personas pueden poseer el todo y a la vez la nada Para ellos son dos seres que se recomponen del peso de la vida cotidiana lo mejor que pueden, aún estén pasando por la posible peor época de su existencia Para ellos no es...