7:39 a.m. del Lunes ~Hacía un día lluvioso y nublado. El cielo estaba de un gris bastante oscuro a causa de las nubes bajas
Caían gotas de agua muy grandes a una velocidad muy rápida, era una puesta muy bonita para leer, pero estando en casa
Me encontraba en la acera de mi instituto, intentando correr, pero era muy difícil. Me lo dificultaban la lluvia y la niebla, que me bloqueaban la visión
Recordé cuando mi padre y yo nos divertíamos con cualquier juego de mesa en días parecidos a estos
Me estaba calando y no llevaba nada para refugiarme del agua excepto la capucha de mi sudadera, que no protegía ni del agua ni del frío
Sentía a este último correr por mis manos y nariz, produciendo en estas un efecto de congelación haciendo como si estuviéramos a unos cuantos grados bajo cero
Mi sudadera gris clara se había vuelto más oscura por las gotas de lluvia que la caían encima, que traspasaban esta y se me pegaba a la camiseta que llevaba debajo a la piel. Lo mismo ocurría con mis pantalones y mis zapatos con parte de tela
No solía mirar el tiempo y no supe que podría llover, pensaba " que mala suerte la mía, encima llegaría a clases toda empapada "
Tiritando, corrí hacia mi destino deseando llegar lo antes posible
Me abracé a mí misma para intentar quitarme el frío. Creía que estaría a punto de cogerme una hipotermia
Encontré el paso de peatones y antes de cruzar a la calle, mi mirada se fue hacia los cientos de coches que pasaban por la carretera de mi instituto. Tuve que esperar a que el semáforo se pusiera en verde
— Maldito semáforo, vamos, vamos... — dije entre dientes
De repente, miré hacia lo alto y un paraguas grande y negro que agarraban unas manos pálidas en las que resaltaban las venas salió de la niebla, colocándose algo encima de mi cabeza haciendo que la lluvia no volviera a atravesar mi ropa
Quise averiguar quien era el propietario de aquel paraguas que me hizo refugiarme de la lluvia, así que, congelada, giré mi cabeza hacia la izquierda y encontré una mirada relajada posicionada algo más alta que la mía. Además, ya que estaba más cerca, podía contemplar perfectamente los rasgos de su cara con claridad, parecían sacados de un cuadro.
Este mismo observaba fijamente el semáforo con unos cuantos papeles desordenados y escritos debajo de su chaqueta. Supuse que fue para intentar que no se mojasen, ya que su mano libre intentaba sostenerlos dentro
Cuando reconocí al sujeto, nerviosa, volví a posicionar mi cabeza mirando hacia mis zapatos empapados sobre el suelo de la calle mojada
Mi cuerpo se paralizó entero, para mí no era algo muy creíble, no podía extrañarme si descubría que mi cerebro se estaba inventando a esa persona para no hacerme sentir tan sola
Unos pocos segundos después, la luz del semáforo cambió de roja a amarilla, y algo más tarde, de amarilla a verde. En ese momento los dos cruzamos el paso de peatones, refugiados de la lluvia con aquel paraguas negro que justamente nos tapaba completamente a los dos
Al llegar al final del paso, el chico del cabello rubio húmedo por la lluvia y los profundos ojos azules se fue hacia la izquierda. Sabía a donde se dirigía, a ese bonito espacio detrás del instituto
Y seguía lloviendo, por eso me pareció que el chico debería ser algo atrevido para querer calarse allí
Corriendo para no mojarme al estar sin paraguas, me dirigí hacia la escalera vacía que había antes de entrar al instituto (había llegado mucho antes de tiempo, ya que corrí tanto), y antes de entrar, el chico de los profundos ojos azules se paró con su paraguas negro en mano (algo que hice yo también al verle hacerlo) y me miró fijamente unos pocos segundos. Parecía que quería decir algo, pero di a entender que no pudo. Echó su vista a abajo y subió su camino
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La Sombra Que Esconde El Árbol
RomanceUna novela en la que dos personas pueden poseer el todo y a la vez la nada Para ellos son dos seres que se recomponen del peso de la vida cotidiana lo mejor que pueden, aún estén pasando por la posible peor época de su existencia Para ellos no es...