Capítulo 18 ~ Culpa

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Estaba inconsciente en una cama con barrotes de metal de una habitación poco iluminada, con paredes y techo blancos de gotelé. Desde mi opinión, bastante feo

De la pequeña ventana cuadrada que había encima de mi cama salía la poca luz que había, haciendo que se me pudiera ver el rostro lo justo y necesario, ni más ni menos. Más que nada, parecía un cuarto oscuro, allí podríamos dejar perfectamente que se hiciesen las fotos antiguas

Me encontraba en una habitación a parte del recinto, porque estaba enferma, acababa de salir de un lavado de estómago por las pastillas, ya que había sufrido una sobredosis.
Tengo claro que en cuanto me mejorara, me trasladarían a una habitación con literas, con gente de mi edad, con otros menores. No se pueden permitir desperdiciar una habitación para un niño, y lo entiendo, somos muchos 

En el exterior se escuchaba a una multitud de gente conversar, niños correr de un lado del pasillo a otro y gritar como si no hubiera un mañana

Me situaba tumbada boca arriba, aunque a mi me gustaba más dormir desde el lado izquierdo de la cama desde mi perspectiva, pero con lo que me echaron no pude moverme

A la derecha, estaba sentada una persona, una con la cara llena de heridas, una persona que me dejó un objeto en la mesita de noche de aquel sitio y yo todavía no lo sabía. Llevaba a mi lado sentada media hora, pensando en si habría tomado una buena decisión o tal vez no debería haber hecho tal cosa. Su mirada se quedó enfocada en mi durante unos segundos. La postura de sus manos con más heridas (a saber cómo se ha hecho estas), eran las que indicaba que estaba pensativo, las palmas separadas y yemas juntas, sobre el dedo índice se apoyó su cabeza otros segundos después. Sus labios apretados indicaban nerviosismo, problemas y sobretodo más preocupación

Un señor vestido de una manera formal pero no demasiado elegante, entra a la sala interrumpiendo a  los murmullos de la cabeza de la persona sentada al borde de mi cama. La informa de que se tiene que marchar, que ya ha pasado el tiempo de la visita. Seguidamente esta baja la mirada suspirando, gira la cabeza hacia mi rostro, se quita el pelo de esta para conseguir más visión, se levanta y se marcha cabizbaja, con las manos en los bolsillos de su pantalón baggy vaquero, dándole vueltas a todo

Por fin abrí los ojos. Un techo blanco de gotelé se situaba a una distancia lejana de mi cabeza.
Mis párpados se entrecerraban y abrían debido al mareo, a la desorientación y al cansancio.

Miré hacia los dos lados, intentando ubicarme, aunque al final no lo consiguiese. Encima de la mesita de noche de la derecha me encontré algo que no me esperaba, unas rosas anónimas, ni una tarjeta con el nombre del autor. Algo muy extraño que me inquietaba. De todas formas, era un detalle muy bonito, esa persona había conseguido el propósito de un regalo, gustar al que lo recibe

Al incorporarme vi a un desconocido con cabello negro corto y con traje salir de mi habitación. Le seguí, quería preguntarle dónde estaba y que hacía aquí. No me acordaba de lo sucedido anteriormente, los recuerdos de hace unas horas se habían borrado de mi cabeza

Mareada y descalza, me levanté y salí de mi habitación con él. Cuando llegué a alcanzar su ritmo y su posición en el lugar, me situaba en un amplio pasillo de paredes blancas repleto de puertas. Le toqué con mi dedo en la espalda y le cuestioné - perdona ¿me podría decir dónde estoy? - seguramente se habría asustado, lo hubiera entendido perfectamente, vaya pintas tenía, pero no tenía ropa para cambiarme y remediarlo

— ¡Oh! Señorita Grace... no tenía por qué haberse levantado, ¡tenía un botón detrás de la cama para avisarnos si le ocurre una urgencia! — me miró de arriba a abajo, algo que me incomodó bastante — estás ya bien, Grace, estás ya en la habitación de enfermería, del centro de adopción de menores — me atormentó nada más decirlo. Había vuelto a ese mismo lugar, al orfanato, a ese que me hacía sentir aún más sola, al que tuve que hacer frente. De hecho, del que me fugué

Corrí hacia el exterior del edificio, buscaba una salida, el señor que probablemente trabajaba en el centro me perseguía, intentando detenerme. Unos segundos más tardes, huyendo de columna en columna de esos enormes y largos pasillos que había, le perdí de vista, conseguí salir a fuera con éxito. La puerta era inmensa y daba a una carretera prácticamente en la nada, un poco de campo y algunas casas pequeñas. No vi a más de dos personas pasar por aquí, estaban completamente la calles vacías, repito, estaba en las afueras

Al pasar por la puerta que daba con el exterior, me encontré a una persona conocida que me daba la espalda, estaba saliendo del lugar, un poco seria y rara, embobada pensando en la nada, mirando al suelo, después al cielo azul, del mismo color de sus profundos ojos

Comprendí todo nada más observarle en frente, a unos metros de mi, él había estado aquí, justo en mi habitación, y ¿por qué?, tal vez porque se había preocupado por algo, o más bien, se a sentido culpable de algo, algo que me había hecho. Oh, no, él había llamado a la ambulancia, y ¿por qué? ¿cómo lo sabía? No lo sé tampoco, pero por él había acabado de nuevo en este sitio, él me había traído de nuevo a este infierno, él había sido el causante de todo esto. Estaba desesperada, angustiada, dolida y a la vez, estaba enfadada con el mundo

Me acerqué a el chico del cabello rubio rápidamente, mi cuerpo estaba cargado de ira, de hecho, mis puños estaban apretados. Quería expresarle y mostrarle como me sentía, que me había hecho, la condena que tendría que vivir estos próximos dos años por su culpa

Con su camisa de cuadros encima de otra de tirantes blanca y esos vaqueros baggy, se dio la vuelta al darse cuenta que alguien se le acercaba a un ritmo acelerado, pero sin correr

La Sombra Que Esconde El Árbol Donde viven las historias. Descúbrelo ahora