Capítulo 25 ~ Nuestra historia (parte 1)

11 5 34
                                    


Llegué al campo de hierba alta, donde se encontraba un único árbol al que le rodeaban otros del mismo color y tamaño, pero distintos a él. Nieve llenaba el suelo y los árboles

La poca luz de la luna enfocaba a tal árbol. La cara opuesta hacía sombra. A esta sombra se le añadía el chico de los profundos ojos azules, sentado con las piernas flexionadas, mirando a lo largo. Solo pude verle de perfil, a él y a sus mechones rubios oscuros bailando a causa del viento y a su camiseta de cuadros haciendo la misma acción

La rabia inundó mi mente, hizo apretar mis puños y mi mandíbula al ver, dificultosamente, que tenía el móvil tirado en el césped a su lado y no había cogido ninguna de mis llamadas

— ¿En serio? — me acerqué enfadada — ¡Te he llamado mil veces y ni si quiera te has molestado en colgarme, me has dejado en espera en todas! — observé en la oscuridad como Jon se pasaba una mano por la cara, limpiándose los ojos. Después, Jon soltó un suspiro y contestó sin poder darse la vuelta

— Lo siento — dijo con una voz débil y carrasposa. Me pude tranquilizar algo, su voz me volvió vulnerable

— Da igual — dije respirando hondo — da igual — repetí en mi mente. Di unos pasos hacia él — ¿Qué haces aquí tan tarde? ¿No tienes frío? — dije con un tono amigable y alegre, intentando alargar la conversación.

Y di unos pasos más hacia él. Pasos que me permitieron ver su perfil cansado, sus ojos irritados, sus extremidades débiles y por más que buscase en mi cabeza no encontré palabra que decir ante la situación

— No, estoy bien — dijo disimulando su llanto, autoconvenciéndose de sus propias palabras, esforzando una sonrisa. Algo me provocó nerviosismo y me volvió débil a mi también cuando se puso de pie, dejando una huella en la nieve. Bajó la vista, parecía que era incapaz de mirarme

Y vi la necesidad, la soledad que le impedía vivir, por lo que vi necesario decirle mediante gestos que no estaba solo, que estaría allí, porque antes de que pudiera hacer nada no pudo contenerse las lágrimas. Le di un abrazo cálido y acogedor, y mis brazos rodearon su espalda mientras sus sollozos caían. Apoyé mi mejilla en su pecho. Me fijé el en precioso mechón de pelo rubio que se movía a causa del viento. Noté su corazón latir y le escuché sollozar disimuladamente

Sin prisa, me envolvió con sus brazos, apoyó su mentón en mi hombro y sentí mariposas en mi estómago, sentí que me temblaban las manos. Cerré los ojos y respiré su agradable aroma a menta o posiblemente hierbabuena

— No hace falta que me mientas — dije a pocos milímetros de su cuello mientras le acariciaba la espalda. No respondió, solo limpió sus lágrimas con su mano y volvió a abrazarme

— He visto la cara de mis padres. Estaban muertos, Grace, estaban muertos — dijo histérico y desesperado. Seguidamente tomó una bocanada de aire, él mismo se impedía respirar — estaban tirados por ahí como si no fueran nada. Joder, estaban muertos, Grace. No me he podido despedir si quiera. Estoy preocupado y no sé por qué, creo que no lo he acabado de asimilar — quedé impactada, sentía pena por él, por lo que le acababa de sucederle. Me aparté de Jon y le cogí de los hombros. Mis piernas flaquearon cuando miré fijamente a sus lacrimosos y profundos ojos azules

— Mírame y respira hondo — hice un gesto de inhalación y exhalación y Jon siguió el ritmo de mi respiración, ayudándose cerrando los ojos — Ahora dime, si puedes hacer algo por ellos, ¿de qué te preocupas? Y si no puedes hacer nada, ¿de qué te preocupas?

— Ni si quiera lo sé — dijo cansado

— No tienes que preocuparte por ellos, porque no han hecho nada por ti, ¿tú me lo dijiste, no? No se merecen ni tus lágrimas

La Sombra Que Esconde El Árbol Donde viven las historias. Descúbrelo ahora