Jon aparcó en el parking del subsuelo del casino. Subimos por la escalera de este hasta llegar al exteriorSe veía el cielo oscuro y en la entrada del casino una fuente inmensa, repleta de gente. Más adelante, la gran y espectacular entrada. Los caminos rodeaban la fuente y se volvían a unir hacia llegar a esta última
Multitud de gente deseaba entrar, había una cola inmensa, del tamaño de diez coches seguidos
— ¿Cuanto hay que esperar para entrar? — pregunté a Jon. No quería tener que esperar cinco horas en esta. Además, me fijé en que solo dejaban pasar a otro grupo de personas cuando salían otras, por lo tanto no entraba casi nadie
— Cinco minutos — me aseguró ¿se iba a colar? Seguí a Jon, que avanzaba hacia la entrada dorada. Cuanto más caminábamos hacia delante, más gente junta había, por lo que perdería de vista a Jon en cuanto se alejase un poco. Creo que él también lo predijo, porque seguidamente actuó en consecuencia — ven, dame la mano — dijo despistado, buscando la entrada entre la gente. Nuestros dedos se entrelazaron y otro escalofrío recorrió mi cuerpo. Sentía sus anillos plateados en mis manos, cosa que me encantaba sentir
Jon tiró de mí entre la gente, intentando avanzar entre esta. De vez en cuando le escuchaba pronunciar un "disculpe" o un "lo siento" a la gente a la que pedía el paso. Yo iba detrás del rubio, unida a él por su mano
Al fin llegamos a la entrada. Un guardia de seguridad grandullón vestido de traje se encontraba en esta, impidiendo el paso
— Identificación — pidió el guardia
— ¡Jon! No me he traído la tarjeta — susurré con agobio mientras el guardia nos miraba con seriedad y formalidad. Me ponía nerviosa
— Espera... — Jon dejó de agarrarme la mano para rebuscar en los bolsillos de su pantalón vaquero. Unos segundos después, sacó una tarjeta dorada en la que ponía en mayúsculas el nombre del casino — Aquí la tengo — mostró la tarjeta al guardia
— Oh, ¡señor Wade! No le he reconocido — asintió el guardia, mirando solo a Jon — ¿esta va contigo? — preguntó el guardia, lanzándome una mirada de desparecio. No sé si fue por los pelos que tenía, el enorme abrigo, la sudadera cutre que llevaba, los pantalones manchados en la patera o las converse sucias, a pesar de que eran negras. Lo que sé, fue que me sentó muy mal que se refiriese a mi como "esta". Por poco se lo digo a la cara
— Así es, la señorita Keller es mi acompañante — dijo Jon resaltando las palabras "señorita Keller". Seguidamente me pasó el brazo por los hombros, en señal de que iría con él y sonrió al guardia
Entramos al casino. Me lo imaginaba muy decorado, muy grande, pero en vez de grande era enorme
— Ahí están los juegos de ruleta — Jon señaló a la derecha. Quitó su brazo de mi hombro para poder realizar la acción — a la izquierda el Black Jack — eché una mirada de incomprensión al rubio y se dio cuenta, por lo que me respondió: — eso de las cartas, ya sabes — continuó — al lado está el punto y banca, a la derecha el póquer... las máquinas tragamonedas, las mesas al fondo y a la derecha el club de billar — se podían ver los distintos juegos muy difícilmente por la multitud de gente, pero se podía decir que eran visibles — y en la izquierda está la barra para beber — por la forma en la que conocía el establecimiento se notaba que venía mucho por aquí — sígueme — eso mismo hice
Llegamos a un area dedicado al pool*, con multitud de mesas de billar. Jon se acercó a ellas y cogió un palo de estas. El jefe de mesa le ordenó las bolas numeradas y coloridas al chico de los profundos ojos azules en forma de triángulo alargado
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La Sombra Que Esconde El Árbol
RomanceUna novela en la que dos personas pueden poseer el todo y a la vez la nada Para ellos son dos seres que se recomponen del peso de la vida cotidiana lo mejor que pueden, aún estén pasando por la posible peor época de su existencia Para ellos no es...