⚛Capítulo 19⚛

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Aún no se por qué motivos suspendieron las clases de la primera hora, pero cuando puse un pie en el salón todo era caos, bolsos volaban por todos lados, los alumnos se lanzaban bolas de papel mojadas unos a otros, las mesas eran su resguardo y yo estaba justo en medio de la guerra.

Una de las tantas bolas de papel choco contra el lado izquierdo de mi rostro y lo dejo mojado. Por suerte era agua... ¿cierto?

Como si alguien adivinase mi pregunta, respondió fuerte y claro:

—Eso no es agua.

Por sus risas me di una idea de que era ese líquido que las empapaba.

Que asco.

A paso rápido intenté cruzar el salón hasta llegar a un lugar donde ya no fuera un blanco de colisión, era tanto el papel mojado que había regado en el piso que en mi intento de salir rápido de ahí resbalé con uno yéndome de espaldas, y como si fuese una maldita película romántica alguien evitó que cayera al suelo.

Pero no alguien cualquiera, quien había evitado mi caída era el mismo sujeto que desde años anteriores me daba balonazos y me trataba mal.

—Ten cuidado. —fue lo único que dijo,  tomó mi mano y me sacó de allí empujando a varios alumnos que estaban obstruyendo la puerta del salón.

Una vez afuera soltó mi mano como si esta le quemara, y sin decir nada más se fue por uno de los pasillos que daban a la cancha del instituto.

Eso fue extraño.

Siendo Donovan esperaría que fuese el primero en pegarme con una bola de esas, pero no, ni siquiera formaba parte de los que las estaban lanzando.

Caminé hasta la cafetería y cuando entré  vi a mi prima sentada en una de las mesas junto a un chico y una chica, los recordaba un poco, eran unos de los que estaban en el grupo el día de la fiesta en casa de Donovan.

—Al fin te veo. —dijo Fabia apenas me senté a su lado —hasta creí que no habías venido.

Saludé a los dos que estaban frente a nosotras y respondí:

—Fui al salón, apenas llegué y quedé atrapada en una guerra de bolas de papel mojadas. —le informé.

—Justo les estaba contando a las chicas que esas bolas de papel estaban mojadas con orina. —dijo el chico el cual no recordaba el nombre —cuando informaron que no había clase la primera hora, todos los chicos de mi salón salieron como estampida llevando consigo vasos y hojas que encontraran en el camino, lo deduje al ver a varios con un líquido amarillento en los vasos.

Mientras le oía decir eso buscaba en mi bolso una toallita desechable como si mi vida dependiese de ello, el asco me invadió al saber que había restos de la orina de alguien en mi rostro.

Lo supuse cuando oí gritar "Eso no es agua" pero entre la caída y Donovan sacándome del salón lo olvidé por completo.

                            ♡♡♡

Como era de esperarse, el director castigó a todos los de último año, muchos nos quejamos diciéndole que no habíamos tenido que ver en el revuelo que se armó, pero su decisión nos jodió a todos.

—Había olvidado cuanto odiaba a ese hombre. —se quejaba Fabia mientras ambas recogimos los envoltorios y vasos que se encontraban en el pasillo.

Como había mencionado anteriormente, a todos nos castigaron, un grupo —donde entrábamos mi prima y yo —recogían la basura, otro grupo barría el pasillo y los salones, y el último pasaban trapeadores por estos.

Ya el resto del alumnado y profesores se habían ido, solo quedábamos los alumnos de último año y el director; el cual estaba sentado en una silla en una esquina del pasillo viéndonos cumplir el castigo.

—Ojalá y quede tan limpio el piso que cuando vaya a caminar se caiga —me quejé.

—¿Qué fue lo que dijo, señorita Kelly? — me había oído, ¿cómo es que Fabiana le ha echado maldiciones al derecho y al revés durante todo el rato y cuando yo dije algo si me escuchó?

—Yo… este... yo dije... —mi cerebro dejó de funcionar justo en ese momento.

—Ella dijo que esto es un castigo ejemplar y que está orgullosa de como usted dirige este instituto. —conocía perfectamente esa voz, giré mi cabeza un poco y con el rabillo del ojo vi a quien me salvó el culo por segunda vez en el día.

¿Qué le pasaba?

Él jamás me hubiese ayudado.

Su actitud es tan confusa.

Después de eso el silencio reinó en el lugar, pocos eran los susurros que se oían, cada uno trabajaba lo más rápido que podía con el fin de terminar pronto y poder marcharnos, lo bueno es que ya faltaba muy poco.

El último equipo aún estaba limpiando dos salones faltantes, varios chicos de los dos equipos que ya habíamos terminado se ofrecieron a llevar las bolsas con la basura a los contenedores que estaban afuera del instituto.

—Vamos al baño, necesito lavar mis manos. —decía Fabia mientras me hacía una seña con la cabeza y veía sus manos con expresión asqueada.

Sin prisa alguna caminamos por los pasillos hasta que llegamos a los baños de chicas, apenas entramos oí nuevamente su voz.

—¿Por qué te ayudó? —me encogí de hombros,  yo tampoco sé por qué lo hizo.

—En la mañana cuando entré al salón resbalé con un papel mojado y él evitó que cayera, además me sacó de allí hasta el pasillo. —le dije lo que no tuve tiempo de contar durante la mañana.

Su expresión perpleja me hacía saber que le costaba creer lo que le estaba contando, yo había estado igual cuando recién pasó.

—¿Donovan –idiota– Carson te ayudó?

—Así como lo oyes.

—Mañana te traeré un casco de fútbol americano porque seguro recibirás algún golpe. —decía mientras cerraba el grifo. —¿por qué te ayudaría DOS VECES si antes nunca lo hizo?

Solo me encogí de hombros porque no tenía ni la más mínima idea sobre la respuesta a esa pregunta.

TENTACIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora