⚛Capítulo 37⚛

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Anoche nos acostamos muy tarde por lo que mi madre despertó después de mediodía, hice el almuerzo para ambas y cuando ella llegó a comer le hice compañía un rato y luego fui a tomar una ducha. Había quedado de ir con Alan por un helado y ya se estaba haciendo tarde.

A lo mucho pasaría por mi en treinta minutos.

Cuando entré a mi habitación fui directo al clóset a buscar un jeans ancho y un top de mariposas azules, de una de las gavetas tomé mi ropa interior y procedí a vestirme lo más rápido que podía.

Quedarme hablando con mi madre había hecho que el tiempo se me pasara volando y cuando me di cuenta tenía que apurarme para poder estar lista a tiempo.

Me calcé un par de tenis blancos y caminé hasta mi espejo para peinarme, por suerte mi cabello estaba seco y no tan enredado como creía. No me iba a maquillar ya que siempre solía usar un brillo labial y listo, terminando de dejar mi perfume en su lugar mi teléfono sonó, era Alan avisándome que ya había llegado.

Pasé por la habitación de mi madre despidiéndome de ella y salí de casa para ir en dirección al auto que estaba aparcado frente a esta.

Detrás del volante estaba ese guapo pelinegro de ojos verdes que me hacía sentir tan bien cuando estábamos juntos.

Abrió la puerta para que me subiera y luego de hacerlo se acercó a mí para dejar un pequeño beso en mis labios.

—Estas preciosa. —dijo poniendo en marcha el auto.

Recorrimos las mismas calles de siempre para dejar atrás la urbanización e ir al centro de la ciudad. Mi vista estaba puesta en él y aunque de vez en cuando mi vista se posaba en la ventanilla, siempre volvía a él, este chico llamaba completamente mi atención.

Estaba tan concentrada viéndolo que el tiempo paso volando y solo volví a la realidad cuando sentí el auto detenerse. Ambos bajamos del Jeep y caminamos hasta el local frente a nosotros, una nueva cafetería. Apenas entramos los diferentes aromas se hacían presentes y el chocolate sobresalía entre todos ellos.

—Sé que te había invitado por un helado pero hace poco vi este lugar y quise venir contigo. —decía mientras tomábamos asiento en una mesa disponible cerca de la ventana.

—No te preocupes, este cambio de planes está perfecto.

Pocos minutos después se acercó a nosotros un chico a tomar nuestros pedidos.

—Yo quiero una rebanada de pastel de chocolate y una malteada de fresa. —dije entregándole el menú al chico.

—Yo igual pero mi malteada que sea de vainilla por favor. —Alan caminó junto al chico y llegó hasta la caja registradora, después de intercambiar un par de palabras con la chica que atendía sacó un par de billetes y se los entregó.

Tomó asiento frente a mí y esa bonita sonrisa que tanto me gustaba volvía a aparecer en sus labios, no decía nada pero tampoco apartaba su mirada de mi.

—¿Qué? ¿Qué tengo? —pregunte pasando las manos por mi rostro.

—No tienes nada, solo está... muy bonita el día de hoy.

Poco rato después el mismo chico que nos había atendido puso frente a nosotros las rebanadas de paste y las malteadas. ¿Podía ser más perfecto? frente a mí estaba una gran porción de pastel de chocolate, cubierto de más chocolate y con trozos de galleta.

Los temas de conversación con Alan nunca acababan y eso era algo que me gustaba, me gustaba saber de él y sus gustos.

—Una vez jugando con Donovan le pegué un chicle en el cabello porque rompió mi carrito favorito —no podía evitar reírse al contar aquello. —está demás decir que mis padres me castigaron y a él lo dejaron pelón.

Cada vez que me cuenta sobre cómo eran él y su primo de pequeños me recuerdan a Jayson y a mi.

—Cuéntame algo de ti. —pedía a la vez que tomaba un sorbo de su malteada.

—Pues... cuando tenía como seis años estaba jugando con Jayson a la pelota; la pateó muy fuerte y me dio un golpe en la cara, lo peor fue que me sacó un diente.

Su risa era contagiosa e incluso un par de personas en las mesas cercanas a nosotros se volteaba a vernos.

—Seguramente te veías preciosa sin un diente. —se estaba burlando de mi y lo peor es que no podía enojarme porque el solo recuerdo de mí tratando de no reírme porque me faltaba un diente me hacía gracia. —Tengo algo para ti. —decía mientras se inclinaba un poco para sacar algo de su bolsillo, se levantó y se colocó detrás de mi, frente a mi un brillante collar con un ala de ángel era colocado hasta reposar por debajo de la unión de mis clavículas.

Tomé el dije entre mis dedos para verlo mejor, era precioso, volvió a su asiento y extendió su mano hacia mí, en su muñeca había una pulsera que tenía una ala que hacía juego con la mía.

—Lo vi y pensé en ti.

¿Los hombres como él realmente existían? Ya sé que me había dicho anteriormente que no quería jugar con mis sentimientos pero aún así tengo miedo de salir lastimada.

Soy nueva en esto y me aterra terminar con el corazón roto. Después de todo mi experiencia es bastante nula, solo se basa en haber sentido una atracción durante años sin que algo más llegara a suceder.

—Gracias. —una sonrisa adornaba mis labios, probablemente no debería preguntar esto pero mi lado imprudente tarde o temprano salía a flote. —¿Tú en serio eres real? —pregunté mientras lo veía fijamente apoyado en la mesa jugando con una servilleta. —Es que siento que eres… no sé, muy perfecto para ser real. Contigo todo marcha tan bien que me parece extraño, es como si estuviera en alguna película de romance cliché.
—¿Por qué aún crees que no soy sincero contigo? —preguntó, poco a poco su sonrisa se iba borrando.

—Soy nueva en esto de relacionarme con chicos pero... generalmente los hombres no suelen ser así como tú, sé que no tengo experiencia con el género masculino pero ustedes casi siempre terminan jugando con nuestros sentimientos.

Su expresión había cambiado, ya no tenía esa sonrisa característica suya, en vez de eso su mirada se veía un poco triste.

—Te he dicho de todas las maneras posibles que no quiero jugar con tus sentimientos. —su voz era suave y pausada, neutra... carente de emoción alguna. —Y aunque te cueste creerlo, sí, soy real. Lo más desastroso que ha pasado en mi vida ha sido cruzarme con... ella. —sabía a quien se refería. —Pero supongo que tú no eres de esas chicas que quieren un amor bonito a lo fácil. Lo siento, eso es lo que puedo ofrecer.

En solo cuestión de segundos el ambiente había cambiado, pasamos de estar riendo a este momento tan tenso en solo un parpadear.

—A mis 21 años sé que quiero una estabilidad.  Crecí con el ejemplo de un hombre que amó a la misma mujer durante más de 20 años y así fue hasta su último respiro. Lamento decepcionarte Venus, pero no voy a ser ese tipo de chico que te va a hacer sufrir para después llegarte con un prometo mejorar por ti.

Dicho esto, se levantó de su silla  y salió del local dejándome allí sin saber cómo procesar todo lo ocurrido.
Tenía derecho a expresar mis pensamientos y mis miedos, aunque también entiendo su enfado, yo también lo habría hecho si dejara en claro mis intenciones y eso no fuera suficiente.



Capítulo dedicado a mis bebés:

*DayaTemari
*Darks_29
*GreimaryMejias
*number_cero_2

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