⚛Capitulo 1⚛

46.8K 3.8K 1.1K
                                    

De eso ya habían pasado cuatro años, pero mi crush por él seguía estando intacto a pesar de que su actitud no era la mejor, pero después de la última clase del día, donde no sabía si agradecerle a los dioses o maldecirlos por hacer que saliera su nombre asignado para ser mi compañero en el trabajo de biología que debíamos hacer, pero ahí estaba yo frente a su casa tocando el timbre durante casi 20 minutos sin tener respuesta alguna.

—¿Qué quieres? —gruñó, apenas abrió la puerta.

Esto era una clara señal de que su humor en este momento no era el mejor.

—Yo, bueno… vengo a hacer el trabajo de biología que tenemos juntos —aunque no tartamudeé como había pensando, igualmente se dejó entrever mi inseguridad a través de mi tono de voz.

Solo un resoplido obtuve de su parte, y una seña con la cabeza indicándome que entrase a la casa.

Me sentía cohibida, tal como la presa frágil que entra a la cueva del lobo esperando no ser devorado, este chico a pesar de ser mi amor ya no tan oculto desde hace años; me intimida hasta la mierda.

—Siéntate donde gustes —dijo de forma mecánica, dejando bastante claro que no estaba a gusto con mi presencia —Ya vuelvo.

Hice caso a sus palabras y caminé hasta un sofá de cuero donde tomé asiento dejando mi bolso al lado.

En la pequeña mesita de cristal que estaba frente a mí habían varios portarretratos con fotos de Donovan con sus padres y una de él un par de años más joven luciendo un uniforme de fútbol.

No supe en que momento tomé ese portarretratos en mis manos para observar su foto, hasta que un carraspeo me advirtió de su presencia a mi lado; por lo que al subir la vista me encontré con su mirada molesta y su ceño fruncido.

—¿Viniste a hacer un trabajo o a soltar babas viendo mis fotos? —espetó.

A este punto no debería sorprenderme lo mal educado que puede ser, y más tratándose de mi, ¡pero vamos! Yo solo tenía 15 años y dije lo primero que se me ocurrió porque pensé que seria correspondido como en los libros o películas de romance.

—lo siento —me disculpé y dejé el pequeño cuadro en su lugar.

El chico junto a mí tomo asiento en el sofá más alejado posible y luego de su mochila sacó un par de libros y un cuaderno.

—Cada uno hará la mitad del temario y luego uniremos las hojas —informó, ni siquiera me preguntó mi opinión; solo ordenó y ya.

Quise rebatirle como mi mente me gritaba que lo hiciese pero en lugar de eso solo me quedé callada y empecé a copiar mi parte.

Quise sacar algún tema de conversación para que el ambiente no fuera tan incómodo como se estaba tornando, pero luego de intentarlo un par de veces y obtener solo monosílabos de su parte desistí de esa idea porque me quedó claro que no quería hablar.

No tenía caso seguir insistiendo, estaba claro que no le agradaba, pero aún no lograba entender el por qué, digo, yo nunca fui grosera con él, pero era como si mi sola presencia le causara molestia.

No llevábamos ni una hora haciendo el trabajo cuando mi lápiz se cayó por entre los cojines del sofá, iba a buscarlo pero una voz me detuvo.

Volteé hacia donde provenía la voz y de las escaleras bajaba una chica con el cabello bastante despeinado y con apenas una camisa cubriendo su cuerpo.

Sabía quien era ella, era Wendy, su novia, o por lo menos eso era lo que a ella le encantaba presumir.

Siguió hacia lo que supuse era la cocina y cuando la perdí de vista volví a mi anterior tarea de buscar mi lápiz extraviado. Y encontré algo, pero definitivamente no era mi lápiz.

Saqué de debajo de los cojines lo que mis dedos habían tomado y dejándolo frente a mis ojos no podía creer lo que tenía en mi mano.

Era una tanga.

¡Joder, que asco! habían follado en el sofá donde yo justo me encontraba sentada.

—Eso es mío —habló la chica arrancando el trozo de tela de entre mis dedos. —Seguro te asombra ver algo que no sea un calzón de abuela como los que seguro sueles usar.

Auch, eso dolió.

Mis pantis no son de abuela, simplemente son cómodas —quise responderle, pero me quedé callada al darme cuenta que si la respuesta en mi mente sonaba estúpida; en voz alta seguramente sonaría mucho peor.

—Deberías dejar que ella haga el trabajo y tú vuelves conmigo a tu habitación —decía Wendy, mientras se acercaba a Donovan y dejaba un beso en la comisura de sus labios.

Debo admitir que me dio un poco de envidia, ella podía besarlo cuando quisiera y yo… bueno, yo me había enamorado con un simple roce de labios hace cuatro años atrás.

—Tienes razón —respondió el chico —Nunca te dije que vinieses, además, me interrumpiste cuando estaba dándole la mejor follada de su vida a mi novia, así que tu harás el resto del trabajo.

Decir que no me dolieron sus palabras sería mentira, porque si dolió, igual que lo habían hecho palabras anteriores.
Se levantó de su asiento y caminó hasta mi, donde sin cuidado alguno arrojó a mis piernas las hojas que hasta ese momento el había estado usando.

—Cierra la puerta cuando salgas —hablo por última vez, y tomando de la mano a la mano de la chica semidesnuda desaparecieron de mi vista escaleras arriba.

Olvídate de él” repetía una y otra vez, tratando de hacerme a la idea de que ese cuento en el solía pensar durante horas jamás pasaría.

Donovan Carson me odiaba y tenía que obligar a mi mente a olvidarme de él.

Pero como siempre mi estúpido y masoquista corazón me llevaba la contraria.






NOTA: Recuerden que en Instagram (oriaana13) siempre estoy subiendo cositas. Y en tik tok aparezco igual, aunque ahí apenas sobrevivo con las promos.

TENTACIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora