⚛Capítulo 12⚛

30.6K 3.1K 362
                                    

Pareciera que todo vuelve a la normalidad, pero no. Por más extraño que suene, puedo sentir la pesada mirada de Donovan puesta en mí, ha sido así durante gran parte de la mañana, primero en la clase que compartimos y ahora aquí en la cafetería.

Giro un poco el rostro para corroborar que sí, efectivamente me esta mirando y más que una mueca asqueada e irritante su rostro solo demuestra confusión.

Lo único que se me ocurre es que el tal Alan le haya contado sobre nuestro raro y vergonzoso encuentro, porque sí; encontrar a una chica robándose un bóxer no es muy normal que digamos.

—Y sí, bueno... al final decidí aceptar la invitación a salir de ese chico de la fiesta —fue lo último que oí a Fabia decir. Tenía rato parloteando sobre algo a lo que sinceramente no le presté la más mínima atención. —Mira, no sé si estoy loca pero tu sabes que cuando ingiero alcohol al día siguiente no recuerdo mucho, pero nos recuerdo a ti y a mi junto a una puerta blanca ¿qué sucedió después?

¿Qué sucedió después? —imitó la vocecita chillona de mi cabeza.

—No sucedió nada. Decidí eliminar ese recuerdo de mi mente. Si no lo recuerdo, no pasó. —dije mientras ponía mi cabeza apoyada en mis brazos encima de la mesa.

El timbre de entrada a clases se oyó por todo el lugar por lo que con pesadez me levanté y tomé mi bolso para ir al salón, no compartíamos esta asignatura por lo que cada una se fue en una dirección diferente.

Llegué al salón y este poco a poco se iba llenando de estudiantes, caminé hasta el último puesto de la fila junto al ventanal y me senté a esperar la llegada de la profesora.

A unas cuantas mesas a mi lado estaba Donovan y como en toda la mañana su mirada estaba puesta en mi, tal cual depredador acechando a su presa.

Esto ya resulta incómodo porque en un día me ha visto más de lo que lo ha hecho en cuatro años.

—¿Que me ves? —solté cuando me paré frente a él.

Mi cerebro mandaba claras advertencias sobre callarme, pero como la mayoría de las veces, las pasé por alto.

—¿Cómo me dijiste? —habló y su mandíbula se apretó más de lo que ya estaba.

Yo nunca le había hablado así, pero digamos que la regla hace que salga la suicida que hay dentro de mi.

—¿Que.me.ves? —volví a repetir remarcando cada una de las palabras.

Con ese ataque de valentía no tomé en cuenta cuál sería su reacción, por lo que me sorprendí cuando me tomó del brazo de manera brusca y a paso rápido y decidido me sacó a rastras del salón. A nadie le importó mucho tal acción pues ya era algo normal sus actitudes desagradables hacia mi.

—Suéltame —con mi mano libre luchaba para que su agarre se aflojara, pero no servía de mucho pues estaba bien aferrado a mi brazo.

Me llevó por los pasillos casi desiertos hasta que llegamos a un lugar apartado de la posible vista de los estudiantes.

Joder, me iba a matar por contestona.

—¿Desde cuando eres tan valiente como para responderme? —preguntó, pegándome a la pared y rodeando mi cuello con su mano sin ejercer mucha presión, pero si la suficiente como para asegurar que no me moviera.

Y pensar que con esa mano quería que me ahorcases en la cama hace casi dos días, pero resulta que no eras tú —pensé.

—Yo... —las palabras simplemente se había esfumado.

—¿Que pasa? ¿Se te a ido tu momento de valentía? —preguntó con burla después de ver que no respondía.

Estuvimos con la mirada fija por un par de minutos hasta que de manera rápida me soltó del cuello, abrió una puerta que no me había dado cuenta que estaba a mi lado y me empujó dentro del pequeño cuarto oscuro, cuando reaccioné que iba salir la puerta estaba cerrada desde afuera y una risa se oía tras de esta.

TENTACIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora