⚛Capítulo 16⚛

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Debo admitir que de todas las citas a las  que he ido por culpa de Fabia, la de hoy a sido la mejor por mucho. Me la pase genial y lo mejor es que no hubo conversaciones extrañas.

Solo éramos Alan y yo siendo menos desconocidos que antes.

Luego de ese beso la película inició, ninguno volvió a decir algo más que no fuese relacionado con lo que frente a nosotros se reproducía.

—Es muy mala, debes admitir que la película fue un desastre —decía el chico a mi lado mientras dejábamos atrás la sala de cine.

—No estuvo tan mal.

—Claro que sí, se supone que era de terror pero no dio miedo. —seguía quejándose —me siento estafado.

—Ya, entonces… ¿por qué agarrabas mi mano cada vez que el asesino enterraba el cuchillo en el pecho de las víctimas? —mi voz denotaba burla hacia él, se había asustado más de una vez pero no iba a admitirlo.

Se quedó en silencio unos segundos hasta que su voz se volvió a oír.

—Solo lo hacía para que tú agarraras mi mano por si te daba miedo.

—Admitir que te dio miedo no te hace menos hombre, todos siempre tenemos miedo de algo. —mis palabras ya no contenían burla alguna, está bien sentir miedo, eso no nos hace unos cobardes.

Teníamos rato buscando a mi prima y su amigo; pero no están por ninguna parte, estábamos a punto de salir del  centro comercial cuando mi teléfono sonó. Era un mensaje de ella.

Fab:)
Seguramente me estés buscando, olvidé avisarte que me fui con Thomas.

—Me ha dejado. —mencioné a la vez que le mostraba el mensaje al chico a mi lado.

Llegamos a la calle y estaba a punto de empezar a caminar a mi casa, pues queda bastante lejos, cuando una mano sujetando mi muñeca me detuvo. Detrás de mi estaba mi otro casi vecino quien me veía con confusión.

—¿A donde vas?

—A casa, estamos bastante lejos de la urbanización y si quiero llegar temprano y evitar un regaño debo empezar a caminar ya. —respondí.

—No vas a llegar tarde, mi auto está ahí —señaló un Jeep negro que estaba a unos metros de nosotros —vamos al mismo lugar, no dejaría que te fueras caminando.

Su mano se mantenía aferrada a mi muñeca pero de pronto el agarre se aflojó y el chico deslizó su mano hasta entrelazar sus dedos con los míos, caminamos hasta donde estaba aparcado su auto, abrió la puerta del acompañante para que entrase pero me quedé quieta.

—Mi madre dice que no debo subir al auto de un extraño —dije solo para molestarlo, obviamente no iba preferir caminar que a que me lleven.

—¿Y tu madre no te dijo algo sobre verle la polla a un desconocido? O mejor aún ¿meterle la lengua hasta la garganta? —me ha salido mal el juego, ya estoy aprendiendo que este chico siempre va a tener algo mejor que contestarme, sabe como dejarme en ridículo fácilmente.

Sin decir una palabra más subí al auto y él cerró la puerta dando la vuelta para ir al asiento del conductor, su vista se posó unos segundos en mí, más específicamente, en mis brazos cruzados y mi ceño fruncido. Su dedo pasó por encima de mi frente varias veces haciendo que relajase mi rostro.

—Deja de pasar tu dedo por mi cara —murmuré a la vez que de un manotazo apartaba su mano de mí.

—Puedo pasarlo por otro lado si quieres. Apuesto a que te gustará. —susurró dejando sus labios a unos centímetros de los míos. No sé en qué momento quedamos así, yo apoyada en la puerta del auto y él invadiendo mi espacio personal.

Con ambas manos lo empuje hasta hacerlo sentar nuevamente en su puesto, no opuso resistencia, encendió el auto y después de ponerlo en marcha puso a sonar la radio dejando una canción de Bruno Mars, su semblante cuando estaba detrás del volante era serio, siempre concentrado en la calle, sus dedos repiqueteando al ritmo de la canción y su cabeza siguiendo levemente un movimiento de arriba a abajo.

—Tienes buen gusto —mencioné mientras tomaba el atrevimiento de subir el volumen. —Pero a Bruno se le oye en volumen alto.

Sus vista se posó en mi un par de segundos pero luego volvió al frene, no respondió, estaba concentrado y a la vez disfrutaba de la música.

Creo que el sentirme cómoda a su lado hizo que me pusiera a cantar, sin darme cuenta que no solo lo hacía mentalmente sino que mi voz sonaba a los cuatro vientos.

—Te diría que cantas precioso pero no pretendo enamorarte a base de mentiras. —soltó de la nada haciendo que yo quedase a media frase y voltease a verlo.

—¿Quién dijo que me enamoraré de ti?

—Nunca digas nunca, acosadora. —respondió simple mientras una bonita sonrisa aparecía en su rostro.

No me atreví a responder, el silencio entre ambos reinó y solo era opacado por la radio, ya estábamos a unas pocas calles de llegar a la urbanización, la buena noticia es que llegaría antes de la hora establecida por mamá así que me evitaría un regaño.

El gran portón que daba entrada al lugar donde ambos vivíamos se hizo presente a unos cuantos metros de distancia, cuando ingresamos Alan saludo al señor que estaba en la caseta de seguridad, el auto avanzó por las calles hasta estacionarse frente a mí casa, fuera de está estaban mi hermano y mi cuñado viendo algo en el teléfono  del cual apartaron la vista al percatarse del auto recién estacionado.

Iba a bajar del auto cuando su mano me detuvo, me volteé a verlo con el ceño fruncido y este se volteó para agarrar algo del asiento trasero.

—Creo que esto es tuyo. —dijo entregándome el bolso que creí haber perdido el día que el idiota de su primo me encerró en el instituto.

—¿Cómo es que tú tienes mi bolso? —pregunté mientras lo tomaba entre mis manos —creí que lo había perdido.

—Lo encontré tirado en un rincón de la casa de mis tíos, pensé que sería de algún rollo de Donovan, me ganó la curiosidad y cuando vi a quien pertenecía lo tomé para entregártelo. Pensaba traerlo a tu casa pero al ver que eras tú mi cita decidí dártelo de una vez cuando pasara a dejarte.

Lo miré alzando una ceja, si Fabiana no me hubiese dejado lo más seguro es que no hubiese venido con él.

—Yo sabía que tu prima se iría con mi amigo, ella fue quien me preguntó si podría traerte. —informó.

—Gracias. —murmuré de manera amable antes de bajar de su auto y caminar hacia donde estaban Jay y Facu quienes me miraban esperando una explicación, mayormente por chismosos porque mi hermano saltaría de alegría al saber que andaba con un chico.


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