⚛Capítulo 10⚛

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El rato pasaba y aún estábamos sentados en grupo, las cervezas se habían acabado por lo que empezamos a tomar vodka. Poco se entendía de lo que hablábamos pero aún así todos reíamos.

El alcohol le comenzaba a pasar factura a mi vejiga por lo que me levanté de donde estaba sentada y fui en busca de un baño.

Al igual que la última vez que estuve aquí; encontrar un baño fue todo un reto, no estaban cerrados pero si ocupados, subí las escaleras esquivando a parejas besándose y a chicos que no podían mantenerse firme por lo que intentaban sostenerse de mi, hasta que de tanto tocar y solo recibir un: Ocupado como respuesta, e incluso algunos gemidos, encontré un baño que estaba libre.

Entré y luego de cerrar la puerta con pestillo hice mis necesidades, me paré frente al espejo y vi como estaba un poco despeinada por lo que mojé mis manos y las pasé por mi cabello para así aplastarlo y que quedara un poco decente.

Salí del baño y caminaba de regreso al patio trasero donde había quedado Fabia, cuando de uno de los baños de la planta baja salía Donovan cerrando su pantalón y una chica por detrás de él un poco alborotada.

Estaba muy borracha pero aún así sabía que había pasado algo entre ellos.

—Estas muy pendeja si te sigue gustando después de ver que teniendo novia folla con otra —oí la voz de mi prima detrás de mi por lo que me giré a verla.

—Lo estoy.

—Estoy bastante borracha y créeme que en mis cinco sentidos no te diría esto, pero, el otro día viendo videos en YouTube encontré uno de una chica que decía como hizo que su crush se enamorara de ella.

—¿Y entonces? —pregunté, porque de cierto modo me daba curiosidad.

—Agradece que el alcohol está haciendo que te diga esto...  porque de lo contrario no lo haría... ni de chiste —me tomó del brazo y me apartó hacia una esquina para que nadie le oyera —Era como un tipo de amarre o yo que sé. Debía usar... un bóxer del susodicho, una vela roja que según representa el amor y... decir unas palabras a la luna cuando está llena —explicaba mientras enumeraba con sus dedos lo que usó la chica.

—No creo en ese tipo de cosas —pasé por su lado para ir al patio pero me detuvo tomándome del brazo.

—Pero… y si sí funciona? Digo, no es que me agrade la idea... pero no perderías nada con intentarlo.

—¿Y cómo hago para conseguir su ropa interior, genia? —pregunté a la vez que me cruzaba de brazos en su dirección.

—¿Sabes cuál es su habitación? —preguntó, así que asentí recordando cuando la vez pasada entré a una habitación que me pareció fuera la suya —Venus, hay una fiesta aquí... no se dará cuenta que fuiste tú quien le cogió el bóxer.

—¿Y si sale mal? —pregunté

—Pues... nos reiremos de nuestro intento de brujería.

Regresé sobre mis pasos con Fabia siguiéndome, subí las escaleras nuevamente y tras echar una mirada disimulada me paré junto a la puerta de la habitación que abrí hace unos días.

—Bien, este es el plan. Tú entras y yo te cubro... si veo que alguien viene te llamaré; ten tu teléfono en todo momento —asentí a sus palabras y luego de echar un ojo a mi al rededor abrí un poco la puerta y me escabullí dentro de las penumbras de la habitación.

Esto no puede ser muy difícil… cierto?

Mi vista tardó en acostumbrarse a la oscuridad del lugar, pero aún así poco alcanzaba a distinguir, por lo que encendí la linterna de mi móvil y alumbré a mi alrededor.

La habitación estaba ordenada, todo estaba en su respectivo lugar, pero no había una foto que me indicase que aquí dormía Donovan, aunque no había que ser muy listo para saber que así era, digo; es hijo único, nadie más a parte de él y de sus padres vive aquí.

Si no fuese así yo lo sabría.

Caminé un poco hasta sentarme en la cama; para luego terminar recostada completamente, es muy cómoda la verdad.

¡Levántate ya mismo de ahí! Quien sabe cuántas chicas han pasado por aquí —reprochaba la voz de mi cabeza.

Un suspiro salió de mis labios, me levanté y seguí fisgoneado con lo que me permitía ver la luz de mi teléfono, llegué hasta el clóset en el cual habían pantalones, sudaderas y suéteres mayormente en blanco, azul oscuro y negro.

Extraño, considerando que Donovan suele vestir más colores.

No le tomé mucha importancia a ese hecho y empecé a revisar los cajones del clóset hasta encontrar el que contenía su ropa interior. Casi dando saltitos de felicidad tomé uno de sus bóxers y cuando me giré para retirarme de la habitación choqué contra algo duro haciendo que casi fuera a parar al suelo; de no haber sido porque me sujetaron de la cintura.

Levanté la vista pero una luz me cegó y no pude ver quién estaba frente a mí, el cuarto volvió a quedar a oscuras y la persona que me obstruía el paso habló:

—¿Se puede saber que haces con unos de mis bóxer? —preguntó.

Mierda, mierda y más mierda.

Mataría a Fabiana pues en ningún momento llamó para yo saber que debía ocultarme.

—Yo... este... bueno... —nada coherente salía de mis labios.

¿Qué podría decirle? ¡Hey, eres mi crush y pienso hacerte un amarre para que te enamores de mi! No, definitivamente eso no.

El chico frente a mí acortó su distancia entre ambos haciendo que retrocediera y pegase mi espalda a las puertas del clóset detrás de mi.
No tenía escapatoria, pues cada una de sus manos estaban apoyadas a cada lado de mi cabeza.

—¿No vas a responderme, acosadora? —volvió a preguntar, a lo que me quede callada.

Esto era extraño, es la habitación de Donovan; pero su voz se oía un poco rara, y él en sus cinco sentido ni siquiera se acercaría a mi. Debe estar muy borracho.

Una de sus manos llegó hasta mi cintura y me atrajo hasta él, mientras que la otra sujetaba mi nuca y estampada sus labios contra los míos.

Su beso no era suave, era salvaje y desenfrenado. Todo lo contrario a como lo imaginé, porque había imaginado un beso tierno, pero esto sin duda era mucho mejor.

Aún sosteniéndome contra él y sin despegar nuestros labios caminamos por la habitación y luego de girarnos sentí la cama chocar contra mis pantorrillas. Nuestros labios se separaron una fracción de segundos y sentí como mi espalda chocaba contra el colchón y Donovan se colocaba encima de mi.

Estaba en el cielo y todo rastro de alcohol había huido de mi sistema pues por fin sabía cómo se sentían los besos de mi crush.

Un beso en toda regla y no un simple roce de labios.

—Haré que olvides tu obsesión con mi primo —susurró, después de separar nuestros labios.

Ya va ¿Qué? ¿Cómo que su primo?

¡Mierda, este no es Donovan!

TENTACIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora