Una larga semana había pasado desde que Alan se había ido y hoy por fin regresaba, estoy... emocionada, esa sería la palabra perfecta para describir cómo me siento en este momento.
—¿Por qué tan feliz, hermanita? —preguntaba Jay entrando en mi habitación.
—Hoy llega Alan. —era casi imposible ocultar mi sonrisa, de hecho, no lo iba a hacer, iba a demostrar cuán feliz estaba.
—Uh ya entiendo, hoy follas. —se burlaba mi hermano mientras subía y bajaba sus cejas de manera sugerente.
—¡Ya sal de aquí!. —le lancé una almohada haciendo que cerrara la puerta antes de tiempo y está se estampara en la madera y no en su rostro.
Seguí ordenando mi clóset y encontré un bonito vestido corto de tela suave que no recordaba que tenía, lo aparté del resto de la ropa y continué poniendo todo en su lugar correspondiente.
Así pasé el rato, moviendo cosas de un lado a otro y dejando mi habitación decente, la música que se reproducía en ese momento se detuvo por un segundo anunciando que tenía un mensaje, dejando caer al suelo la ropa que tenía en mis manos caminé rápido hasta llegar a mi cama donde estaba mi teléfono. Era él.
—¿Quieres salir conmigo más tarde?
¿En serio me estaba preguntando eso? Joder, obvio que quiero.
—¿Cuál es el plan? —respondí su mensaje.
Mi pie derecho no dejaba de moverse y ya hasta había empezado a quitarme las uñas de lo ansiosa que estaba.
Por suerte su mensaje no me hizo esperar mucho más.
—No tengo un plan aún, solo quiero salir contigo... cualquier plan es bueno si eres tú quien me acompaña.
Este chico de verdad es tan tierno, se podría decir que es casi perfecto como esos personajes literarios que tanto amo.
—Paso por ti a las 7:00 p.m. —ese fue el último mensaje que recibí de él pues me imaginé que estaba conduciendo y no quise desconcentrarlo.
♡♡♡
Las horas pasaron rápido y cuando me di cuenta solo me faltaba ponerme un poco de brillo labial y estaría lista, mi teléfono empezó a resonar por toda la habitación y sin perder tiempo lo tomé y bajé las escalera con un poco de prisa, no me juzguen, ya quería ver nuevamente al chico de ojos verdes.
Apenas abrí la puerta ahí estaba él con una gran sonrisa en sus carnosos labios. Había extrañado ver esa sonrisa; después de todo, estaba acostumbrada a verla casi a diario.
—Hola —saludó apenas me acerqué a él, terminó de acortar la distancia que nos separaba y me estrechó contra su pecho dejando sus brazos al rededor de mi cintura. —Después de siete días sin verte te encuentro más preciosa que la última vez que te vi. —mencionó luego de separarnos tomando mi mano y haciendo que diese una vuelta.
Bueno... debía admitir que esta vez me esforcé un poco más en verme presentable.
—Gracias —murmuraba mientras ponía mi vista en cualquier parte menos en él, aunque suene extraño; a veces aún me solía poner nerviosa por sus cumplidos.
—Vamos. —me tomó de la mano y juntos caminamos hasta su Jeep, como era costumbre ya, abrió la puerta del acompañante para que subiera y luego la cerró yendo a su lugar correspondiente tras el volante. —¿Qué tal estuvo todo por acá mientras no estuve?
—Un poco aburrido.
Se te olvidó comentarle que te dormiste y luego despertaste entre los brazos de su primo —gritaba la vocecita de mi cabeza.
Mi estómago se apretaba ante el recuerdo y aunque no pasó nada comprometedor con Donovan durante estos días, no podía quitarme esa sensación de que le estaba ocultando algo.
—Ehhm... esta semana me gané un buen dinero cocinando para Donovan. —dije sin estar muy segura.
—Lo sé, me comento que te estuvo entreteniendo durante la semana porque parecías andar por la vida sin ningún propósito. —decía sin apartar la vista de la calle. Bueno, no sé equivocó del todo pues es cierto que no andaba con mi energía de siempre —pero... ¿por qué cocinarle?
—Porque el inútil no sabe ni freír un huevo. —dije como si fuese la cosa más obvia del mundo.
Alan volteó a verme durante un cambio de semáforo y soltó una pequeña carcajada. ¿De qué carajos se reía?
—Te aseguro que Donovan sabe cocinar —informaba mientras volvía a poner en marcha el auto. —¿de dónde sacas que no sabe?
Que bonito, me habían engañado.
—Él me lo dijo un día que llegó de la nada a mi casa y se quedó a cenar, le dije que si me quería a ayudar a cocinar y me dijo que quemaba hasta el agua.
El chico a mi lado soltó una carcajada más ruidosa que la anterior.
—Lamento decirte que Donovan te vio la cara, él sabe cocinar solo que no le gusta hacerlo, y en vista de que yo no estaría durante varios días vio en ti a alguien que no lo dejaría morir de hambre.
—Iría en este momento a patearle las pelotas si no fuese porque gracias a él ahora tengo un poco de dinero. —me quejé mientras me cruzaba de brazos.
No seguimos hablando, él chico de ojos verdes estaba concentrado conduciendo mientras que yo veía por la ventanilla las luces de los distintos negocios dándole vida a la oscura noche.
Tanto adolescentes como adultos caminaban por las aceras y entraban a los distintos negocios que por allí se encontraban, el auto se detuvo en un estacionamiento y frente a este se veía un brillante letrero con una bola de boliche y unos cuantos pinos.
Sentí su mano posarse en mi pierna y de inmediato mi vista se fijó en él.
—Acá están los chicos, espero que no te moleste que hayamos venido a este lugar. —Dio un vistazo por la ventanilla de mi lado y volvió a hablar —Aunque si no te apetece estar aquí solo tienes que decírmelo y te llevaré a otro sitio.
Nunca he jugado bolos así que supongo que será buena oportunidad para aprender.
—Este lugar esta bien, no te preocupes. —dije mientras me acercaba a él y dejaba un beso en su mejilla.
La primera vez que nos reunimos con sus amigos no tuve la oportunidad de convivir mucho con ellos, ya saben, ese día fue bastante… loco. Sí, esa sería la palabra perfecta para describir esa salida.
Bajamos del auto y tomando mi mano me llevó al interior del lugar, apenas entramos nos dirigimos hacia el chico que estaba detrás de la barra y pedimos unos zapatos de nuestra talla, a lo lejos alcanzaba a ver a mi prima, a su novio y a Donovan junto a otros chicos y chicas.
Llegamos hasta la mesa donde se encontraba el grupo y ya varios estaban jugando, entre ellos Fabia y Thomas quienes se burlaban entre sí cuando la bola se desviaba o no derribaban todos los pinos.
Se veía que la estaban pasando bien.
Capítulo dedicado a mis bebés:
*ValeriaCastilloGarc6
*Abartex.
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TENTACIÓN
RomanceLa tentación puede venir en cualquier presentación, en este caso; la tentación tiene ojos verdes, cabello negro como el carbón y un cuerpo malditamente sexy. Para Venus será muy difícil resistirse pero ¿realmente logrará no caer en las garras del pr...