⚛Capítulo 9⚛

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Se supone que este día yo estaría en mi habitación; acostada en mi cómoda cama leyendo un libro mientras comía algún dulce, pero no, nada de lo que había planeado pasó.

Me encontraba en mi habitación, sí, pero no haciendo lo que había planeado, más bien estaba teniendo una discusión con mi hermano por un estúpido vestido que me quería obligar a usar.

—Esto definitivamente esta muy corto —dije viendo mi reflejo en el espejo.

Mi hermano arrugó el entrecejo y como si adivinase mi intención se adelantó a hablar.

—Ni se te ocurra quitarte ese vestido, Venus, irás a esa fiesta y les mostrarás a todos la perra empoderada que hay dentro de ti.

Amaba a Jayson con todo mi ser, era mi único hermano y por eso debería ser más protector conmigo, no ofrecerme en bandeja de plata a esos intentos de "machos pechos peludos".

—Jay, eres mi hermano ¿no podrías decirme algo diferente?

Le oí soltar la risa a su novio que estaba sentado en mi cama revisando su teléfono.

—¿Qué quieres que te diga? ¿Todas esas estupideces de: si veo a alguien propasándose contigo le partiré la cara? —preguntó cruzándose de brazos —Tienes 18 años, debes mostrar tu perra interior y patearle el culo a esos niñitos estúpidos.

Una carcajada salió de la garganta de mi cuñado a la vez que murmuraba un: Muestra la perra VIRGEN que llevas por dentro.

Me estaban machacando entre los dos y lamentablemente no decían nada más que la verdad.

Con 18 años aún seguía siendo más virgen que el aceite de oliva. Pero no es que esté mal, digo, no hay una edad determinada para dejar de serlo.
Yo aún no estoy lista y no pienso acomplejarme o sentirme menos por eso. Como dice mi madre, que todo sea a su debido tiempo.

—No puedes pedirme que vaya a una fiesta con la intención de... ya tu sabes, con alguien —hablé escandalizada ante esa idea.

—No te cortes, Venus, di las cosas como son. Deja por una vez en tu vida de ser tan recatada con las palabras que usas. —decía, mientras con cada una de sus manos en mis hombros me zarandeaba. —Además, no te puedes morir sin antes haberte comido una polla.

Casi me atraganto al oírlo decir eso.

—Ya basta, me largo de aquí. —chillé mientras tomaba de mi silla una chaquetilla de jean —Ustedes están locos.

Salí a toda prisa de mi habitación dejando atrás a ese par. Bajaba las escaleras cuando recibí un mensaje de Fabia diciendo que estaba afuera de mi casa, por lo que me despedí de mi madre que estaba en el sofá de la sala y salí para encontrarme con mi prima.

El ruido de la música era tan fuerte que se llegaba a oír hasta mi casa.
Caminamos la cuadra que nos separaba de la casa de Donovan y cuando por fin llegamos; la puerta estaba abierta de par en par, habían chicos fumando afuera y uno que otro atravesado en la puerta obstruyendo el paso.

Fabia tomó mi mano y me arrastró hasta el interior del lugar. Si afuera el olor del cigarrillo era insoportable; dentro de la casa era mucho peor, olía a alcohol, sudor y puedo apostar que hasta a marihuana.

Varios chicos y chicas estaban que se iban contra el suelo de lo borrachos que estaban, y como antes había predicho; habían parejas casi teniendo relaciones sin vergüenza alguna frente a los demás.

—¿Que la gente al siguiente día no siente pena de haberse casi enrollado en las narices de muchas personas? —hablé fuerte para que mi prima pudiera oírme.

—Si estuvieran sobrios tal vez, pero te aseguro que la mayoría de los que están aquí; mañana no recordarán casi nada de lo que hagan hoy.

Fabia aún sin soltarme nos guio entre la bola de adolescentes apestosos hasta llegar a la cocina.
Cabe recalcar que recibimos varios empujones en el camino.

En la barra donde estaban las diferentes botellas de alcohol estaba un grupo de chicos quienes al percatarse de nuestra presencia empezaron a hacerles cumplidos a mi prima y a ofrecerle de la bebida que había en sus vasos.

—Y... ¿vienes sola?

¿Este tonto o se hace, acaso yo estoy pintada en la pared?

—No, idiota, acaso no estás viendo que vengo con mi novia? —habló mi prima, y sin más estampó sus labios contra los míos, tomando por sorpresa no solo a los chicos sino a mi también.

Tomó un par de latas de cerveza bajo la estupefacta mirada de los chicos y salimos de ahí para ir hasta el patio trasero.

El ambiente no era muy diferente al de la casa, la música seguía oyéndose fuerte y hasta habían varios chicos y chicas metidos en la piscina.

—Te reclamaría por besarme pero, en situaciones desesperadas; medidas igual de desesperadas —hablé mientras destapaba la lata de cerveza.

—Tú lo has dicho, medidas desesperadas. Además, no me gustan las mujeres, prefiero una buena polla —que vulgar podía ser esta chica. —No me veas así, que a menos que seas lesbiana; que lo dudo mucho, muy pronto también pensarás lo mismo.

Nos integramos a un grupo pequeño de chicos y chicas que estaban sentados cerca de la piscina y poco a poco nos fuimos adentrando más en la conversación.

Después de unas cinco latas de cerveza y un par de shots ya podía sentir el efecto del alcohol, comenzaba a reír por todo y por nada a la vez.

—¿Como es que... no te hablé antes? Eres taaaaaan genial —decía la chica frente a mí mientras bebía de su vaso rojo.

—Ella tiene razón —secundaba un chico que estaba a su lado mientras pasaba su brazo por sobre los hombros de ella —Eres cool, no entiendo porque en el instituto eres tan tímida. 

No contesté nada, simplemente me encogí de hombros y de un trago terminé de beber lo que me quedaba de cerveza.

Las palabras de mi hermano llegaban a mi mente  «Muestra la perra empoderada que llevas dentro»

Tal vez eso estaba haciendo. Y se sentía genial.


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