DONOVAN

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De mis padres nunca tuve atención, por el contrario, mis abuelos siempre estaban pendiente de mi y de mi primo. Ellos sin duda eran como los padres que a mi me hubiese gustado tener, amorosos, comprensivos, divertidos, y sobretodo, sacaban tiempo para jugar conmigo y con Alan. Ellos eran todo lo que mis padres nunca fueron.

Y si tuviera que hablar sobre los peores días de mi vida, sin duda sería cuando murió mi abuelo; y un año después cuando lo hizo mi abuela. Con el primero yo tenía 16 años, y con su partida comenzó mi cambio de actitud, vivía metiéndome en problemas en el instituto pero aún así seguía teniendo a alguien que me riñera, mi abuela, esa mujer carismática que vivía en constante discusión con mi padre por su falta de atención hacia mí. Y cuando ella también se fue sentí que todo se derrumbaba, el último pilar que me quedaba ya no estaba.

Mis padres continuaron su vida como si nada hubiese pasado, nunca preguntaron cómo me sentía, para ellos su trabajo era lo más importante y creían que lograrían sustituir su falta de atención hacia mí con las nuevas consolas que salían al mercado, tal como lo hacían con los juguetes cuando era niño.

TENTACIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora