DONOVAN

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—¿Sabes que puedes seguir manteniendo su atención de una forma distinta, no?

Pese a que tenía “amigos" la única persona a la que le tenía la suficiente confianza como para contarle mis cosas era a él, mi primo.

Sabía que pese a todo, no me juzgaría.

—¿No te has puesto a pensar cómo sería todo actualmente si no hubieses pasado cuatro años tratándola mal, si hubieses mantenido su atención de una buena forma y no haciéndole bullying? Porque perdón por ser yo quien te diga las cosas de manera cruda, pero eso, amigo mío, es bullying.

Alan no es una persona que tenga como costumbre meterse en líos, a diferencia de mi, él supo como sobrellevar todo, la muerte de mis tíos y también la de mis abuelos. Aún estando solo aprendió a vivir con ello.
Y se supone que para mí debió ser más fácil porque yo si tenía a mis padres, pero no, fue todo lo contrario, de los dos yo fui quien tomó el camino equivocado. Yo fui quien cambió de actitud para peor, y sé que si mi abuela estuviera viva estaría pegando gritos y diciéndome cuán decepcionada está de mi.

Y la sola idea de eso hace que me sienta terrible, porque sé que eso no fue lo que ella me inculcó.

—Tuviste cuatro años para hacer las cosas bien, incluso puedo aceptar que la hayas cagado los primeros meses porque entiendo que no lo estábamos pasando bien y que tú solo tenías 16 años cuando todo se empezó a venir abajo, pero joder, ¿y ahora? Ahora no hay excusa, y de eso ya han pasado tres años, no hay día en que no los recuerde pero sé que debo seguir adelante, deberías pensar seriamente en hacer lo mismo, ya no eres un jodido crío.

Verlo caminar en mi habitación de un lado me ponía incómodo, y de cierta manera me recordaba a ella, a nuestra abuela. Una persona que a simple vista se mostraba calmada, pero que cuando había algo que la molestaba, esa fachada de persona tranquila desaparecía. Así mismo es él.

—Vale, que si te terminé de contar la historia no era para que me sermonearas —me levanté de la cama y me acerqué a la ventana, desde aquí se podía ver el árbol donde Venus solía ocultarse. —Además, ¿sabías que me espía desde ese árbol? Así que si de malas mañas hablamos ella no está libre de culpas.

—Dime una cosa, ¿ella te gusta?

Había algo en ella que llamaba mi atención, pero no creo que la palabra adecuada sea gustarme, o sí?

—No.

—Tienes razón —su afirmación me confundió, él se dio cuenta por lo que siguió hablando —No te gusta ella, te gusta saber que le interesas y que pese a que han pasado años sigue manteniendo interés en ti. Yo solo te digo que las oportunidades pasan solo una vez en la vida, y quizás cuando tú decidas hacer las cosas bien, ella ya habrá encontrado a alguien que la valore y sobre todo que la sepa tratar como se merece.

TENTACIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora