Al final sí había aceptado cocinar de vez en cuando para Donovan, es dinero y como bien decía mi abuela, por “La plata baila el mono” así que aquí estoy, otra vez, tocando la puerta del chico que me mandó a la enfermería durante cuatro años.
Que bonitos recuerdos.
Varios minutos pasaron hasta que la puerta se abrió dejando ver a un Donovan despeinado, frotándose un ojo y casi desnudo, a excepción del bóxer que tenía puesto.
De inmediato me volteé dándole la espalda para dar tiempo a que se quitara de ahí y pudiera pasar sin tener que verlo más de lo necesario.
—¿Por qué te volteas? —preguntó, su voz estaba un poco ronca, por lo visto le había despertado.
—Porque estas en bóxer.
—Ajá ¿y?, ni que fuera la primera vez que me ves en bóxer. —una risita era emitida por él, solo podía recordar las veces que me escondía para verlo pasearse en bóxer por su habitación y la vergüenza me consumía. —sé tus secretos, rara.
—No sé de que secretos me hablas.
—Sí lo sabes, solo que no vas a admitirlo porque ambos sabemos que te daría vergüenza saber que descubrí tu escondite en el árbol junto a mi ventana hace años.
Como no respondí a sus palabras me tomó de la parte trasera de mi blusa y me adentró a la casa.
—Siéntete como en tu casa, sabes donde está la cocina, es toda tuya. Iré a ducharme, vuelvo pronto. —dijo mientras subía las escaleras. Traté de resistirme pero joder, es que la mente es débil, me giré y pude ver como llegaba al final de las escaleras y se perdía por el pasillo de la planta alta.
Que buen culo.
Caminé hasta la cocina y empecé a sacar los ingredientes que usaría, en mi teléfono dejé reproducir mi playlist mientras me ponía manos a la obra. Estaba tan concentrada en lo que estaba revolviendo en la sartén que dejé de prestar atención al tiempo y a lo que pasaba a mi alrededor.
—¿Qué estas cocinando? —susurraron cerca de mi oído haciendo que por el susto pegase un saltito, sus manos se posicionaron en mi cintura devolviéndome la estabilidad pero causando que mi corazón fuese a una velocidad más rápida de lo normal; no sé si por el susto o su cercanía.
—A-arroz chino. —tenía tanto tiempo que mi voz no fallaba, pero su cercanía definitivamente no ayuda mucho.
—¿Te sigues poniendo nerviosa cuando estoy cerca? —el espacio entre él y yo era nulo, podía sentir mi espalda chocar contra su pecho.
—No
Sí —gritaba mi subconsciente.
No me malentiendan, este chico es una etapa que voy superando pero joder, no ayuda mucho a mi progreso que mi cuerpo esté acorralado entre la cocina y él.
—Sigue revolviendo eso. —indicó separándose de mi y soltando una risa ante la rigidez con la que había actuado. Durante esos minutos había olvidado por completo que estaba cocinando, por suerte no se había quemado.
Donovan se sentó en la encimera tal cual lo había hecho en mi casa, durante varios minutos no habló, solo se dedicó a pasarme cada ingrediente que le pedía.
—¿Por qué le pones eso? —preguntó cuando le pedí que me pasase la salsa de soya.
—Porque le da un poco de color, además complementa muy bien el resto de los sabores.
—Ah.
Ninguno volvió a hablar y poco tiempo después la comida estuvo lista por lo que empecé a guardar todo en su lugar y limpié lo que había ensuciado, y por muy raro que parezca, no lo hice sola, Donovan se ofreció a ayudarme.
♡♡♡
Cuando estuve a punto de irme, el chico que había rondado cerca de mi durante toda la tarde me tomó de la mano y me llevó por un pasillo de su casa hasta que nos detuvimos frente a una puerta un poco diferente a las demás. La abrió dejando ver frente a mí varios estantes repletos de libros. Esta gente tenía el paraíso en su casa.
—Aquí puedes conseguir de todo un poco, desde libros sobre política —tomó uno de un estante a su lado y me lo mostró. —hasta esos que tanto les gustan a las raras como tú.
—¿Y según tú por qué soy rara? —pregunté mientras veía los nombres de algunos libros.
—Porque tú sin hacer nada destacas entre las demás. —respondía mientras se ponía a mi lado. —tu vestimenta la mayoría de las veces no es nada femenina y poco te importan los comentarios acerca de eso, vives con la cara enterrada en un libro y no de fiesta en fiesta como la mayoría de los chicos y chicas nuestra edad, eres rara, pero única... y eso me gusta.
No sabía que decir, nunca pensé que él creyera eso de mi.
—Puedes escoger el que quieras, te lo regalo. —decía mientras se apartaba de mi lado.
Seguí recorriendo los diferentes estantes viendo los libros detalladamente hasta que encontré dos que me gustaron, los tomé ambos y me acerqué hasta Donovan quien estaba leyendo un libro dándome la espalda.
Toqué su hombro y de inmediato se volteó a verme.
—¿Cuál de los dos crees que debería llevar? —pregunté mostrándole ambos libros.
—Los juegos del hambre y Matar a un ruiseñor. ¿Ambos te gustaron? —preguntó a lo que yo asentí. —la respuesta está fácil, lleva ambos.
—Pero creí que habías dicho solo uno.
—Dije que escogieras el que quisiera y si los quieres ambos pues… te los regalo.
Me acerqué hasta él mientras rodeaba su torso con mis brazos y susurraba un bajo Gracias, me devolvió el abrazo mientras que con una de sus manos acariciaba mi cabello, estuvimos varios segundo así hasta que levante la mirada y me encontré con esos ojos marrones que durante tanto tiempo deseé que se fijaran en mi de buena manera.
Ninguno apartaba la mirada del otro y esa mano que antes había hecho caricias en mi cabello ahora rozaba sus nudillos suavemente en mi mejilla izquierda.
Se aclaró la garganta y luego de parpadear un par de veces como cayendo en cuenta de nuestra cercanía se separó de mi.
—Será mejor que te acompañe a tu casa, ya está un poco tarde. —sin esperar respuesta de mi parte tomó mi mano y comenzamos a caminar por el pasillo para volver nuevamente a la sala, tomó sus llaves de una mesita cerca de la puerta y salimos al exterior.
La noche ya había caído, llegamos a la acera y empezamos a caminar en dirección a mi casa, el silencio entre ambos era opacado por el ruido de los autos y demás personas caminando.
Estaba feliz, llevaba dos libros que se sumarían a mi colección.
En pocos minutos ambos estábamos frente a la puerta de mi casa, abrí la puerta para entrar y me giré a ver al chico que me había acompañado, ahí estaba él con sus manos en los bolsillos del jeans y balanceándose hacia adelante y hacia atrás mientras su mirada estaba puerta en mi.
—De nuevo, gracias. —dije mientras le mostraba los libros.
—De nada. —se acercó hasta mí y dejó un beso en mi mejilla derecha. —Hasta luego, rara. —se despidió para luego dar la vuelta y regresar por donde había venido.
Capítulo dedicado a mis bebés:
*LuisLezcano4
*isabel_HidalgoCahs
*howland_mf
*AndreitaVargas4
*AmanAcosta
*AnnyPurplee
*Lizetthpalacios
*StefannySupelano.
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TENTACIÓN
RomanceLa tentación puede venir en cualquier presentación, en este caso; la tentación tiene ojos verdes, cabello negro como el carbón y un cuerpo malditamente sexy. Para Venus será muy difícil resistirse pero ¿realmente logrará no caer en las garras del pr...