⚛Capítulo 48 ⚛

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—¿Y ustedes que harán?

—Yo tengo listo mi cambio de universidad, solo tengo que esperar a que comience el nuevo año. —el chico de ojos verdes respondió a la pregunta que había hecho mi cuñado.

Todos nos preguntábamos lo mismo, ¿qué harán los demás? Alan en un par de meses tendría que volver a la universidad, yo iniciaría mi carrera lejos de casa y seguramente lejos de él también, Fabia ya tenía claro lo que quería estudiar; pero faltaba él, ninguno de los del grupo sabía si ya había elegido algún camino.

—¿Y tú Donovan, que harás? —esta vez la pregunta fue hecha por mi hermano.

—No lo sé, creo que me tomaré un año sabático. Quiero viajar y luego tal vez descubra que quiero estudiar.

El tema cambió completamente dejando los estudios atrás, todos sabíamos que llegaría el momento en que el grupo que hace poco habíamos formado se separaría, personalmente no quería dejar por tanto tiempo a esas personas que han hecho de este año uno de los mejores de mi vida, no quiero separarme de los amigos que durante mucho tiempo no tuve.

Alan tomó mi mano y separándonos del grupo empezamos a caminar por la orilla de la playa, justo donde las pequeñas olas rompían sobre nuestros pies.

Habíamos decidido pasar una tarde aquí en la playa que se había convertido en nuestro lugar, ese lugar donde un chico me hizo sentir realmente especial y por supuesto, el mismo lugar donde el primo del chico antes mencionado me alentó a arreglar las cosas con Alan; aún cuando él de cierta forma había manifestado tener sentimientos por mi.

Sin duda esta playa guardaba momentos especiales de mi último año de instituto.

—Estoy muy nerviosa, en un par de días llegan los resultados y sabré si quedé en alguna de las dos universidades a las que me postulé.

El chico a mi lado se puso frente a mi y empezó a caminar hacia atrás, dejando que nuestras miradas se encontraran y una sonrisa apareciera en mis labios al sentirme perdida en esos ojos verdes tan bonitos que me gustaron desde la primera vez que los vi.

—Estoy seguro que lo lograrás, eres Venus Kelly, la chica que tiene un jodido promedio de 19.2 —sus dedos hacían caricias en mi rostro a la vez que apartaba los mechones de cabello que caían sobre este. —te aseguro que de entre todos tú serás su primera opción.

Sus palabras me hacían bien, hace días que envié el formulario de postulación y estaba realmente nerviosa, no tenía un plan b en caso de que no quedara en ninguna de las dos universidades.

Desde hace años sabía a que universidad quería ir, pero nunca me detuve a pensar en qué haría si no conseguía entrar a Brown o a Lehman.

—¿Te apetece salir conmigo mañana en la noche? —sus dedos estaban entrelazados con los míos y él tiraba de mí adentrándonos cada vez más al agua.

—¿A dónde iremos?

—Es una sorpresa. —susurró cerca de mis labios, el agua ya llegaba por encima de nuestras rodillas, estaba jodidamente fría. Terminó de unir su cuerpo al mío en un abrazo dejando reposar su barbilla sobre mi cabeza. —¿Te había dicho alguna vez que me encanta estar contigo?

—Mmm... no, nunca lo habías hecho. —respondí después de unos segundos.

—Pues me encanta estar contigo, me siento bien cuando estás a mi lado, junto a ti puedo ser yo mismo, un chico de 21 años que vive la vida sin muchas preocupaciones, que el único pensamiento constante que ronda mi cabeza es conquistar a la chica que se estaba robando mi bóxer durante una fiesta.

—¿Jamás vas a olvidar eso? —pregunté mientras con mi mano le salpicaba de agua.

—Mmm... déjame pensar —se llevó la mano a la barbilla y después de unos cortos segundos en silencio respondió. —no, jamás.

Seguimos salpicándonos de agua entre risas, intentaba escapar de él pero Alan fue más rápido y me tomó en el aire dejándose ir hacia atrás llevándome consigo, cuando sentí el agua mojar completamente mi cuerpo no pude evitar abrazarme a él.

¡Joder, sí que estaba fría!

Salimos a la superficie, él con el cabello revuelto y una sonrisa extremadamente alegre y yo... pues, contrarío a él; yo parecía un gato mojado. La ancha franela que cargaba puesta se pegaba a mi cuerpo quedando arrugada en algunas partes y mi cabello estaba todo desparramado por mi rostro.

—¿Cómo es que hasta recién salido del agua este chico se ve sexy?

—¿Crees que soy sexy? —su sonrisa alegre daba paso a una pervertida, dándole la bienvenida al chico que ha hecho que mi corazón se acelere en más de una ocasión.

—N-no.

—¿Ah no crees que sea sexy? —se cruzó de brazos.

—B-bueno sí —a buen momento se me daba por ponerme nerviosa, es que a veces no controlo si pienso o digo las cosas.

Alan acortó la distancia entre ambos y se situó frente a mí, llevó sus dedos cerca de mi rostro y con ellos fue quitando los mechones de cabello que aún estaban pegados a el, bajó su rostro dejándolo a escasos centímetros del mío y dejó un pequeño beso en la punta de mi nariz.

—Me pareces tan tierna cuando te pones nerviosa. —dicho esto tomó mi mano y juntos salimos del agua volviendo sobre nuestros pasos hasta regresar al punto donde habían quedado los demás reunidos.

Todos seguían ahí, tomando cervezas y charlando como cuando nos fuimos, apenas nos vieron  llegar se levantaron y empezaron a recoger todo, les ayudamos y luego de tener todo listo en los autos decidimos regresar pues teníamos cuarenta minutos de camino y ya estaba anocheciendo.

La temperatura dentro del Jeep era agradable, aún tenía frío, mi cuerpo tiritaba al sentir la ropa húmeda todavía pues no había tenido tiempo de cambiarme.

Por delante de nosotros iba el auto de Facu y el de Donovan, Alan aparcó a un lado del camino y se giró para buscar algo en el asiento trasero del Jeep, después de mover unas cuantas cosas de las que habíamos traído sacó un suéter negro y me lo entregó.

—Es mejor que te cambies, puedes coger un resfriado.

Me le quedé viendo un momento hasta que entendió y después de murmurar un bajo Tenia que intentarlo  se giró viendo hacia la ventanilla de su lado, me deshice de la franela y el short mojado que tenía y me puse el suéter del chico de ojos verdes.

La sensación era completamente diferente, mi cuerpo empezó a entrar en calor, además el irresistible perfume del chico a mi lado se colaba por mis fosas nasales haciéndome desear no quitarme jamás su suéter.

Después de avisarle que ya me había cambiado se acomodó bien en su asiento y puso nuevamente el auto en marcha, nos habíamos detenido por varios minutos así que lo más seguro es que llegáramos mucho después que los demás.

El resto del camino fue silencioso, la mano derecha de Alan estaba puesta en mí pierna como últimamente lo hacía cada vez que íbamos en el auto, acomodé mi cuerpo en el asiento a manera de no quedar incómoda y sin darme cuenta poco a poco fui cayendo dormida.





Capítulo dedicado a mis bebés:

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