Capítulo 8.

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—Desde que llegué no has hecho más que estar pendiente de la televisión, pareciera que se quiere escapar y lo estás vigilando. No conocía de ese amor tuyo hacia ese aparato.

—No es el aparato, es lo que trasmiten en él Carla —la pelinegra bufa un tanto aburrida, visitar a su mejor amiga, no está saliendo como había pensado.

—Años conociéndote y créeme, nunca te vi tan interesada en él y muchos menos lo que trasmiten por él. Apenas me has atendido como merezco. Eres mi puta mejor amiga, Leti, muestra un poco de cordialidad hacia mi persona, tampoco pido tanto —sus quejas hacen reír a la rubia, Carla se sienta al lado de ella y observa la pantalla del televisor, pero es tan aburrido, no entiende cual es el afán de la rubia por este.

—Si te he atendido bien —señala la botella de cerveza que lleva la pelinegra en sus manos—, solo que las noticias están revolucionadas.

—¿Tan importante es para que estés así, que ni me prestas atención?

—¿En qué mundo vives que no te enteras de nada Carla?

—En el mismo que tú, Leti, solo que gozo más de lo natural, de lo original. Además, esas cosas que muestran ahí, no me interesan.

—Entonces no preguntes, si no te importa.

—Por cotilleo, cuéntame a ver si me sorprende lo que hace que mi mejor amiga, mi amor del alma, ignora mi presencia por poner toda la atención a una puta noticia de televisión, que el 50 por ciento de esta seguro es mentira.

—Qué bien hablada eres chica. Amanda Gutiérrez.

—¿Quién cojones es esa? —pregunta la joven, dando el último trago de su cerveza— Estas cosas no duran nada.

—Hartona que eres —dice Leti, que se pone de pie y le alcanza otra cerveza más—. ¿No sabes quién es Amanda Gutiérrez?

—Si supiera no te preguntara. Gracias, hoy estoy con sed.

—Se nota. Realmente no eres de este mundo, Amanda es una periodista.

—Hay miles de periodista. ¿Por qué tendría que saber quién es ella?

—Porque es la puta diosa de la televisión.

—Está bien. Haré como que creo que hay una diosa que sale dando noticias en la televisión y no la conozco, cuando debería de ser todo lo contrario. ¿Qué con ella?

—Que está grave en el hospital, tras tener un accidente automovilístico. Todo el país y parte del mundo, están pendiente de su evolución.

—Al menos está con vida —susurra la joven gemela, la muerte de su hermana es algo que marcó su existencia por el resto de sus días.

—Lo siento cariño, no fue intencional —Leti la acaricia la cabeza y se gana una leve sonrisa.

—Tranquila, lo voy sobrellevando, es algo a lo que me tengo que adaptar, por mucho que duela, me tengo que resignar a estar sin Keila.

—Estoy contigo mi loquilla.

—Lo sé rubia. Volviendo al tema —toma un sorbo de su cerveza desasiendo el nudo que se había instalado en su garganta, hablar de Keila le sienta fatal, mejor centrarse en aquella desconocida periodista.

—Ahí está.

Leti señala la televisión y observa la reacción de su amiga que ha abierto la boca y mira aquella pantalla como queriendo traspasarla, la rubia le pasa un pañuelo, Carla la mira extraño.

—Por si babeas, no quiero que caiga en el piso.

—Joder. ¿Pero dónde estaba yo que no conocía a semejante mujer? ¿Has visto esa cara, ese pelo, esos ojos? Por favor Leti, dime que esa boca es real, dime que esos pechos no son producto de un sueño. Esa, esa

—¿Esa qué? —pregunta la rubia riendo, una reacción parecida tuvo ella cuando la vio por primera vez, pero la de su amiga la sobrepasa por mucho más.

—Esa sonrisa, su sonrisa atrapa, pero su mirada, Uff. Es un puto ángel, un demonio. Mujeres como ella no deberían de existir. ¿Sabes por qué?

—¿Por qué? —Leti la mira riendo.

—Porque son la perdición de cualquier persona. Pero, ¿has mirado bien esa cara?

En la televisión empezaron a mostrar fotos de la periodista de cuerpo entero y otras posturas, Carla observaba embobada la televisión.

—¿Otra cerveza? —Leti no deja de reír.

—Por favor, necesito digerir la belleza de esa mujer. Es simplemente perfecta. ¡Que cuerpazo! Con una mujer así, me caso.

—¿Qué has dicho? —pregunta la rubia con cara de burla, escuchar a su amiga diciendo eso, es para filmarlo.

—Que con una mujer así, me caso. Le pongo su mundo al revés, le lavo, le plancho, le llevo el desayuno todos los días a la cama y lo mejor, no salgo de su entrepierna todo el puto día.

La carcajada de Leti se escuchó en toda la casa.

—Lo que una tiene que escuchar. La mujer que carece de sentimientos ha caído embobada por una desconocida.

—Tiene un tatuaje —dice Carla observando una foto que habían subido mostrando los brazos de la periodista al desnudo, ignorando las palabras de su amiga.

—Una rosa oscura en el antebrazo izquierdo —confirma Leti.

—Un tatuaje muy significativo, que queda perfecto en su piel.

—Hablando de tatuajes, ¿has vuelto a tatuar?

—No, desde la muerte de mi hermana no he tocado la máquina.

—¿Cuándo lo harás? Sabes que tienes buena clientela.

—Cuando esté preparada. Siento que falta algo, y sin ese algo que no sé qué es, no me atrevo a tocar una piel, el arte es valioso y yo lo tengo que hacer valer.

—Entiendo. ¿Has ido al cementerio?

—Si, llevo hiendo todos los días.

—Eso no te hace bien, deberías dejar de hacerlo, Keila está bien contigo y con todos —la rubia acaricia su cabello.

—Es lo único que me queda. Hasta que la persona que causó su muerte no lo pague, no estaré en paz.

—Desiste de eso Carla, no te traerá nada bueno. A tu hermana no le gustaba la violencia, sabes que ella no toleraba eso.

—Sabes que no podré parar Leti, no hasta hacerlo.

Observa la televisión y detalla la foto de la periodista, su corazón empieza a latir con fuerzas, una sensación extraña se instala en su pecho al mirar los ojos de aquella cautivadora mujer, le ha hecho estremecer el cuerpo con solo ver su imagen, suspira y lo disfruta en silencio.

TATUAJES. (Editando).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora