Capítulo 27.

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—¿Es cierto lo que acabo de escuchar?

Angela observa que su hija se pone rígida al escuchar su pregunta.

—No recuerdo.

—¡Amanda! No te reconozco ahora mismo.

—Mamá, por favor. Eso pasó el día que regresaste a tu casa. Yo estaba consciente de que ella ya estaba dentro de la habitación, no sé por qué no te dije nada.

—Debiste decirme hija, pudo haberte hecho cualquier cosa.

—Pero no lo hizo, ese día me emborraché y si, durmió conmigo, lo sé porque cuando desperté, había varias cosas preparadas para enfrentar la horrible resaca con la que amanecí, no porque recuerde mucho —Amanda observa a la joven que es detenida antes de salir de la sala de interrogación.

—¿Por qué la demandaste?

—¿Quién más podría amenazarme, mamá? Carla es la única que tiene motivos para hacerlo.

—No olvides a la persona que causó el accidente, Amanda, es algo que estamos pasando por alto. Solo nos hemos centrado en Carla y yo, luego de escuchar lo que ha dicho, dudo de que haya hecho algo.

—Lo sé y eso me jode.

—¿Qué te jode? ¿Qué en el fondo sabías que ella es inocente o qué la has demandado por querer joderla?

—Mamá, lo que me jode es, que, si Carla no tiene nada que ver con las amenazas, eso quiere decir que alguien que no conocemos, está siguiendo nuestros pasos y no parará hasta joderme la vida.

—No digas eso, hija.

—Es la realidad, mamá. Hay que cuidarse.

Ambas mujeres hacen silencio y observan los gestos enojados de Carla y la voz aguda de esta, atravesando las paredes.

—¡¿Orden de alejamiento?! Pero si no me acerco. Que me deje en paz ella, ya bastante hizo con matar al único familiar que tenía vivo, dejándome sola en esta mierda de mundo. No necesito una orden de alejamiento, ella es la que necesita una para que se olvide de mí de una puta vez.

Carla sale hecha una furia, detrás el abogado luego de disculparse con la oficial. Angela mira a su hija.

—No sé cuáles serán los siguientes pasos de Carla, pero sus ojos, aparte de rencor, mostraban dolor. Ella no se acercará a ti, hija, trata tú de no hacerlo.

La periodista queda en silencio, sus pensamientos las traicionan, las palaras de la joven le dolieron, pero con orgullo se tiene que tragar el dolor. Carla está sola por su culpa, porque en el fondo sabe que, si esa noche hubiera escuchado a su madre y se hubiese quedado en casa, nada de esto estaría pasando.

—No lo haré, puedes estar tranquila mamá.

—Amanda —Alma se acerca sonriendo.

—Hola Alma.

—Ya lo has visto, no hay dudas de que ha sido ella, solo falta demostrarlo, para alejarla de tu vida por un buen tiempo.

—Yo no he visto nada —interrumpe Angela.

—¡Mamá!

—Es cierto, Amanda. Solo vi a una joven tratando de explicarse. Tú misma me lo confirmaste, si ella hubiera querido hacerte algo, oportunidad tuvo.

—Señora Angela, Carla es la mayor sospechosa, además, tiene todos los recursos.

—¿A qué te refieres? —pregunta la periodista con curiosidad.

—Es multimillonaria. Tiene un imperio poderoso en sus manos, antes los manejaba su hermana, pero tuvo que hacerse cargo de los negocios después de la muerte de esta.

—Que sea millonaria no la hace culpable —Angela no da el brazo a torcer—. Yo misma fui testigo de su rencor hacia mi hija, de su constante persecución en el hospital y hasta en su casa. Pero hay algo que usted no sabe, es que, solo lo que mostraba esa joven eran palabras, nunca hubo una acción contra Amanda, era como una forma de liberar dolor. Ella quería que Amanda sufriera, pero no físicamente como expresan esas amenazas.

—Madre —Amanda trata de calmar a su madre.

—Le llevaba flores a Lía al cementerio, mientras nadie lo hacía ella sí. Recapacita hija.

—Mamá, la agente tiene razón, la principal sospechosa es Carla, solo que no hay pruebas de ello. La única es la de ella entrando por la ventana de la que era mi casa y eso no la implica directamente con las amenazas.

—¿Cómo que de la que era tu casa? —pregunta Alma un poco contrariada.

—Me he trasladado a otro lugar, temporalmente, hasta que todo esto termine. Además, en esa casa es imposible vivir con todo el daño que causaron.

—¿Dónde estás viviendo ahora? Son cosas que nos tiene que informar, Amanda.

—Donde vive mi hija, no es de su incumbencia, usted limítese a hacer su trabajo, que es buscar al verdadero responsable de esto, la veo llevando las cosas a lo personal y eso no la hace buena policía.

—Es de importancia saber el paradero de su hija, señora. En caso de que se dé otro evento, saber a dónde nos tenemos que dirigir.

—Insisto que la veo muy involucrada.

Angela camina hacia la salida, rezando para que Carla ya se haya marchado, un encontronazo con la joven no sería nada agradable en estos momentos.

—Discúlpala, anda algo estresada con todo esto que está pasando —Amanda sonríe apenada.

—La entiendo, pero que defienda a Carla en último minuto, no es un buen paso a favor.

—Lo sé, pero es algo que no le puedo prohibir, es mi madre. Más tarde te paso la dirección, ahora me voy. Adiós.

—Adiós, Amanda, no olvides llamar si tienes algún problema. Ya te iré informando con las evoluciones.

—Gracias.

La mirada de Angela y la policía se atraviesan, la agente siente que la señora es una piedra en sus movimientos, observa como la periodista se marcha y una sonrisa maliciosa adorna su cara.

Hoolaaa

Chicxs, voy a tratar de que la historia sea actualizada todos los días, excepto los sábados. No quedan muchos capítulos y ya deseo que los lean.

VOTEN, COMENTEN. SOLO SI LES NACE, de esta forma la historia tiene más oportunidad de que otros lectores la descubran y disfruten de ella. GRACIAS.

TATUAJES. (Editando).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora