Carla nunca se había sentido tan capaz de hacer algo fuera del reglamento, en cuanto a romper privacidad ajena se trata. Ella es impulsiva, pero no para atreverse a tanto. Sin embargo, ahí está, dentro de la habitación de Amanda. Grabando cada detalle de esta en su mente, llenándose de todo lo que la rodea.
Observa todo a su alrededor, lo impoluto que es. Tan acogedor que se siente impulsada a quedarse a dormir en él, si fuera posible vivir. La habitación se siente cálida, refrescante. Suspira y saca las conclusiones que no es el ambiente cautivador lo que la envuelve en ese lugar, es la esencia pura de la periodista en cada rincón de aquel cuarto. Sus fragancias gozan del reinado entre esos cuatros paredes.
Camina hasta una puerta y abre con cuidado. Está tan aturdida que teme a que sea la salida, pero se equivoca. Frente a sus ojos se encuentra el baño.
—Mm. Con jacuzzi y todo. Buenos gustos te das Amanda —no evita gemir ante el emblemático y atrayente espacio.
Vuelve a la habitación, dejándose apresar por el olor de esa mujer en la estancia nuevamente. Mira hacia la ventana por donde entró y se percata del coche de policía frente a la casa. ¿Qué hace la policía aquí? Ella no ha puesto ninguna demanda. Prefiere hacer justicia con sus propias manos. Sabe mejor la victoria.
Ignora el hecho de que los agentes de seguridad se encuentran bajo el mismo techo que ella y se dedica a vivir a plenitud, el gran espacio privado de Amanda Gutiérrez. Se sienta en la cama y una gaveta que está a su derecha la llena de curiosidad. Abre y hurga dentro de esta, sin buscar nada, solo por saciar su apetito de saber.
Dedica unos de sus escasos minutos en husmear sin descanso hasta que sus ojos tropiezan con un retrato que se encuentra sobre la mesa de noche, que ocupa un pequeño lugar en un rincón de la habitación.
Madre e hijas abrazadas, con amplias sonrisas plantadas en su rostro. Carla piensa que ya bastante sufre la mujer con la muerte de su hija, cómo para tener que aguantarla a ella. Deshace sus pensamientos, por su culpa Keyla está muerta y eso no va a cambiar. Así como tampoco su sed de hacerle pagar por ello.
Se acerca a otra gaveta y abre curiosa. Se tropieza con el pedazo de papel donde le dejó escrito su número de teléfono. Inconscientemente está riendo y se sorprende por ello.
Deshace los pensamientos positivos hacia la periodista y se encamina directo al baño. Sonriendo maliciosamente, abre las llaves del agua y regula su temperatura. Darse un baño y regalarse un relajador hidromasaje, como princesa que es, lo tiene más que merecido.
Se deshace de sus ropas quedando totalmente desnuda, mientras el jacuzzi se llena. Casi grita de emoción al imaginar la cara que pondría Amanda si la descubriera en este instante. Adoraría ver su reacción.
Observa su cuerpo a través del gran espejo que casi cubre todas las paredes de la mediana habitación. Sus senos redondos, acoplados perfectamente a su cuerpo, con pezones rosados, provocativos. Baja la vista a sus brazos, se detiene en sus numerosos tatuajes. El que adorna sus costillas, ese retrato de su madre es lo único que le queda.
A su padre no lo conoció, ni falta que hizo, su madre fue suficiente para ella y Keyla. Las supo educar y sobrellevar en su estrecha y distanciada vida. Dándole más de lo que llegaron a necesitar. Una convivencia llena de lujos, los mejores estudios. Todo lo que todo ser quisiera, ellas lo tenían. Ahora todo lo tenía ella y de una manera u otro debía hacerse cargo de ello.
Sacude su cabeza, aún no está preparada para enfrentarse a millones en su cuenta bancaria. Mira la bañera y ya es suficiente el agua, ahora lo primordial, las sales y gel de baño. Abre un armario que está en una esquina, lo que esperaba. Toallas blancas, perfectamente dobladas. Toma una de ellas y la huele.
—Mm.
No vacila en gemir ante la fragancia a limpio que inunda sus fosas nasales. Si no fuera tan distraída, podría darse este tipo de gustos y un poco más refinados, pero ella no pierde su tiempo en trivialidades que le corten los segundos que emplea para vivir.
Abre otro armario y encuentra todo tipos de esencia corporales para baños. Solo faltan los pétalos de rosa, la copa de champagne, para que todo fuese perfecto. Sonríe ante sus deseos incumplidos y vierte varios frascos de sal y gel en el agua caliente. Menea un poco el líquido con su mano hasta que le convence.
Su cuerpo se sumerge y una sensación de paz la invade. Lo que necesitaba, darse un descanso.
—Que delicia.
Al pasar unos minutos en tranquilidad, empieza a sentir sobre ella el peso de una mirada. Abre sus ojos y posa su mirada en la puerta del baño que está entreabierta. No ve a nadie. Desecha esa idea y se relaja. Amanda estará entretenida con la policía. No tiene tiempo para ir siquiera a su habitación.
Aquí está. Continuo con actualizaciones. Ya sabes que son loquillas, pero trato de que sean en el menor lapso de tiempo posible.
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TATUAJES. (Editando).
RomanceSu hermana Keila sufre un accidente tras el cual fallece en el hospital, ese mismo día una periodista famosa corre con la misma mala suerte, siendo la causante de la muerte de la joven y de su amada hija. Carla la hermana de la fallecida buscará v...