Capítulo 45

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Carla baja de su moto y camina a pasos ligeros hacia el interior de un viejo almacén que se encuentra fuera de la ciudad. El coche de Gabriela la sigue de cerca, su amiga se ha negado a no participar en lo que sea que les van hacer a Alma y a Joel. Una vez recibieron noticias de Adriana y comprobar que la misma se encuentra fuera de peligro, decidieron presentarse y enfrentar a los dos desgraciados que mandaron al hospital a dos mujeres importantes en su vida.

Dos hombres custodian la entrada, saludan a la joven empresaria, Carla devuelve el saludo y mira hacia atrás, Gabi la sigue de cerca. Gabriela no es tan alta como ella, pero su cuerpo está un poco más ejercitado, los últimos meses la ojiverde se ha desentendido un poco, pero ya encontrará el tiempo para retomar sus habituales ejercicios. Además, está segura de que Amanda le dará una dosis extra de adiestramientos.

Dentro de los almacenes, está un poco oscuro, solo iluminadas las partes que requieren de luz, las demás se las dejan a la naturaleza, para que esta haga su trabajo. Pedro sonríe al verla llegar, con un brillo de excitación en su mirada que puede causar temor a quien no la conozca, Carla puede llegar a ser muy intimidante si se lo propone. La joven observa su reloj, 5:10 PM, siete horas han pasado desde que Adriana y Angela han llegado al hospital, siete horas desde que fue interrumpida la mejor mañana de su vida, el mejor sexo que ha tenido y eso es algo que ella no puede perdonar a la primera.

—Hola, mi niña —el abogado la abraza.

—Hola, Pedro —Carla devuelve el efusivo abrazo.

—Trajiste a tu amiga —Pedro pone sus ojos en Gabriela que llega pocos segundos después a su lado.

—Si, su novia fue la más golpeada y tiene ganas de boxear.

—No creo que pueda con Alma, la rubia sabe pelear.

—Pues veremos que tanto sabe —dice Gabriela respirando con ansiedad, cuenta los segundos para estar frente a esa mujer.

—No te los aconsejo, he visto su historial y es muy peculiar en cuanto a pelea se trata.

—Pues eso lo pondré en práctica —Carla decide hablar, ella no pondrá en peligro a Gabi, no tiene nada que perder.

—Tú no, Carla.

—Yo sí, Pedro. Le llevo ganas a esa mujer desde que la vi por primera vez, y esas ganas se triplicaron al descubrir que ella es pareja del idiota de Joel hace meses. El muy desgraciado traicionó a mi hermana. Yo sabía que su cara me era conocida.

—¿Cómo sabes eso?

—Leticia lo descubrió en unas fotos donde el salía con otra mujer, pues resulta que es ella.

—Oh, ¿entonces pelearás? Hace tiempo que no lo haces.

—Mataron a mi hermana, Pedro. Me hierve la sangre como no tienes idea y quiero que me duela el puño. Si Alma sabe pelear va a tener que demostrarlo, porque conmigo no la va a tener fácil.

—Vamos entonces. Gabriela, ¿Cómo está Adriana?

—Mucho mejor, es lo que dicen los médicos. Ahora toca esperar.

La joven morena camina despacio, sabe que no podrá golpear a nadie, Carla puede llegar a ser muy difícil de contrarrestar. La joven ojiverde se adelanta al grupo, dobla las mangas de la camisa blanca que lleva puesta, hasta los codos. No hace falta de un cuadrilátero de boxeo para pelear como toda una profesional, está segura que Alma no aguantará un solo golpe de los suyos y menos cuando está alterada. Sus ojos brillan ante la idea de saciar sus puños con el rostro de la policía y sonríe maliciosamente.

Joel es el primero que la ve y se remueve inquieto, Alma al verlo se pone en alerta, ella como agente policial sabe de todo lo que son capaces estas personas de hacer. Al ver a Carla se relaja, no los torturaran, la joven ha demostrado tener temple, sus métodos son más placenteros que simples torturas, o eso piensa de la personalidad que ha demostrado. En su rostro nace un gesto de desagrado al ver como otra chica detrás de la ojiverde es detenida por dos hombres.

—Joelcito, Joelcito —Carla aplaude—, los hombres como tú, me fascinan. Tan inocentes, tan frágiles, tan víctimas. Hasta me sorprendo de lo sutil que puedes llegar a ser. Desconozco los motivos por lo que mi hermana estuvo contigo, pero algo me dice, mm, ¿la tenía amenazada? —la joven se acerca a él y lo toma bruscamente por la barbilla— ¡Contéstame!

—No, nunca la amenacé.

—Me sabe fatal que estés con vida aún —el hombre se estremece.

—Si no estuviera amarrada no estarías hablando tanto, idiota —Alma decide intervenir al ver la cara pálida de su pareja.

—Suéltenla —pide Carla con calma a sus hombres, la policía se sorprende un poco.

—Alma —le habla Joel, pero la rubia solo tiene ojos y oído para Carla.

—¿Preocupado por tu noviecita, Joel?

—Lamentarás esto —dice la policía viéndola con furia, Carla le ríe en la cara.

Uno de los hombres se acerca y empieza a liberar a la rubia de sus amarres. Gabriela sigue siendo retenida por los hombres de Carla en una esquina, nunca ha visto a su amiga pelear, pero algo le dice que este espectáculo apenas durará minutos. La joven empresaria da unos pasos hacia atrás al ver a la policía libre de ataduras.

Alma sin dudarlo se abalanza hacia ella, movimiento en vano, la más joven la esquiva con facilidad y la mira levantando una ceja y riendo engreída.

—¿Eso es lo que tienes para mí? —Carla provoca.

—Alma —Joel intenta una vez más detener a su pareja, antes de que salga lastimada. Él si ha visto a la chica pelear, sabe que la rubia no podrá contra ella.

—Tal vez eres tú la que no tienes lo suficiente, ni siquiera pudiste proteger a tu hermana —la joven inclina su cabeza hacia un lado, Pedro la mira preocupado, las cosas se acaban de salir del control.

La rubia va a por Carla que no se mueve de su lugar, su puño va directamente al rostro de la joven, pero este es detenido lejos de lo que se dice rozar la piel. La mano de la ojiverde la detiene torciéndole el brazo con facilidad y deja caer su puño derecho con el máximo de sus fuerzas en la cara de la policía. Alma se tambalea y cae de dorillas frente a ella.

—Este es por Adriana.

Vuelve a pegarle una vez más, pero esta vez una patada, lanzándola hacia atrás.

—Este es por Angela. ¡Levántate, cobarde de mierda! —la joven está fuera de sí y todos empiezan a preocuparse.

La policía obedece, limpia la sangre que sale de su nariz y va hasta Carla poseída por la furia. El puño de la empresaria impacta directamente en el ojo derecho, rompiendo sus cejas a la vez, haciéndola caer nuevamente.

—Este es por Amanda y estos por mi hermana.

Se coloca encima de ella y empieza a golpearla con cólera, totalmente fuera de control. La necesidad de enterrar su dolor en ese rostro la hace perder el raciocinio, empieza a sentirse vulnerable y eso le provoca más escozor, más deseos de liberar todo lo negativo que lleva por dentro. No sabe cuánto tiempo estuvo golpeándola, pero su instinto violento se detuvo bruscamente al sentir el tacto suave de una mano sobre su hombro.

—Detente, Carla. La vas a matar.

TATUAJES. (Editando).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora