Capítulo 50 (Final).

2.8K 197 57
                                    

—¿Cuándo dejaste de querer vengarte? —Carla detiene el trazo de la aguja sobre la piel de la periodista, tras escuchar la pregunta.

—Cuando viví tu dolor el día que visitaste a tu hija al cementerio, luego pasó lo de la borrachera y desde ahí solo me planteé protegerte.

—Gracias. ¿Por qué llevabas flores a Lía?

—Estás preguntona —Amanda sonríe y busca su mirada.

—Responde, no seas protestona.

—Estás distrayéndome, el tatuaje no va a quedar como deseas y será tu culpa.

—Me importa saber, por qué la persona que más me odiaba, llevaba flores a mi hija fallecida.

—Porque así lo hubiese deseado mi hermana.

Amanda la observa, las facciones delicadas de la joven se contraen en un gesto de dolor.

—Bésame —pide la ojiazul, Carla se sorprende.

—Amanda, no creo que sea adecuado.

—Llevas más de dos semanas que no lo haces. ¿Por qué estás tan distante?

—No me quiero involucrar en tu vida, soy un dolor de cabeza cuando me lo propongo.

—Ya te has involucrado en mi vida desde que empezaste a visitarme en el hospital, te he dado todos los argumentos para que lo hagas, me gusta que estés en mi vida.

—No soy buena persona, soy un desastre en las relaciones.

—Vas muy rápido —ambas sonríen—, aún no conozco tu película favorita. Quiero de ti la persona buena y mala, no temo enfrentarte de ser necesario.

—Carol, es mi película favorita. ¿Puedo continuar con el tatuaje? Falta poco.

—Si continua. Nunca me he visto Carol, podemos verla juntas.

—Sorprendente que alguien no se haya visto ese drama lésbico.

—¿Podemos verla? Ah, eso dolió —Amanda mira con mala cara a la tatuadora.

—Si, la veremos juntas. Deja de quejarte, apenas son roces.

Amanda ríe y Carla la fulmina con la mirada, al paso que van el tatuaje debería ver terminado hace media hora, pero las interrupciones agradables de la periodista no la dejan trabajar con tranquilidad y ligereza, alargando el tiempo de este. La ojiverde le voltea el rostro y le captura los labios entre sus dientes, ganándose un leve gemido por parte de esta.

—¿Podrías dejar de interrumpir? Quiero que quede perfecto.

La periodista la mira con sigilo y sonríe levemente. Nadie la había besado de esa forma tan apacible, dejándola sin palabras ni argumentos para replicar. Carla desempeña su rol como tatuadora de manera perfecta, embelesadora, se concentra tanto que no se da cuenta que Amanda la mira de un modo limpio, entregado. La periodista contempla su rostro y siente deseos de despertar siempre a su lado, como sucedió hace 14 días atrás después de hacer el amor por varias horas en la noche.

—Carla —la joven levanta su mirada y sus cristales verdes tropiezan con la frescura azul de Amanda.

—Dime —susurra la palabra, embriagada por la intensidad de la mirada de la pelinegra.

—Quiero tener sexo contigo todos los días. Quiero pasar del placer a los sentimientos entre tus brazos. Quiero hacerte el amor cada vez que se me antoje, quiero que entiendas que me he enamorado de ti.

Carla no dice palabras, solo sus ojos expresan lo que su boca no logra decir.

—Yo.

Amanda aparta la mirada, decepcionada, acaba de expresar sus sentimientos por la empresaria recibiendo solo silencio y dudas. Los siguientes 10 minutos son eternos para la periodista, tanto que, una vez terminado el tatuaje en su omoplato, susurro apenas un adiós y salió lo más rápido que pudo de allí.

TATUAJES. (Editando).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora