—¿Qué quieres Carla? —hasta que escuchó su voz supo cuánto la había extrañado, la joven empresaria se remueve inquieta.
—Verte —responde sin dudar la joven.
Amanda se lleva una uña a la boca, los nervios le ganan, lo último que deseaba hacer es lo que está haciendo justamente en este momento y sus emociones se han disparado, dejándola totalmente indefensa ante la voz de la joven.
—¿Verme? ¿Lo pides así tan tranquila, después de lo que has hecho?
—No he hecho nada y en tu conciencia lo sabes bien, Amanda.
—Llevo más de dos semanas encerrada, con miedo. Noches sin poder dormir, todo por la culpa de una mujer que se ha acercado a mí para vengar la muerte de su hermana. No creo nada de lo que dices, Carla.
—Por favor, necesito que me creas. Yo tampoco la he pasado bien.
—No te atrevas a comparar. No tiene comparación, toda esta mierda que me has hecho me ha dejado por el suelo.
—Sé que el accidente fue provocado y tú no tienes culpa de nada, por lo menos eso es lo que me dijo la policía.
—Eso no quita que quieras hacerme pagar por la muerte de tu hermana, eres despreciable y una persona capaz de hacer lo que sea hasta lograr lo que se propone.
—Si tan segura estás de que fui yo, la que te mandó a saquear la casa y amenazarte, ¿Por qué no me has demandado?
La periodista hace silencio. Carla tiene razón, en su interior duda que la joven sea la culpable.
—Es lo que haré una vez te cuelgue.
—Te reto a que puedas demostrarlo —Carla sonríe con suficiencia, suspira agotada por la incredulidad de la periodista.
—Carla, las pruebas están, no te creas intocable. ¿Realmente piensas que, en la casa de una persona como yo, no hay cámara de seguridad?
—Muy inteligente, Amanda. ¿Por qué cuándo la policía revisó las grabaciones no encontró nada que me involucrara?
—Carla.
—Sabes que, si te hubiera querido hacer algo, lo hubiese hecho, la oportunidad la tuve. ¡Joder Amanda, estuviste inconsciente en mis brazos!
—Eso no te hace inocente. Además, todo encaja, luego de esa noche desapareciste y tres días después te manifiestas cobardemente, mandando un grupo de matones a intimidarme y a romper todo mi hogar.
—Déjame verte —suplica la joven un poco afectada por las palabras de la periodista.
—¡No!
—Por favor, necesito demostrarte que no fui yo la que mandó a hacer ese sabotaje. Te voy a enviar la dirección de mi apartamento, no tendrás problema en dar con él.
—No pierdas el tiempo, Carla, aprovéchalo en algo más importante.
—Apenas tengo tiempo, ni para comer me alcanza, Amanda. No solo para andar montada en una moto sirvo. ¿Vas a venir?
—No.
—Lo estás pensando.
—No sigas, Carla. No te conozco de nada, no hemos compartido nada.
—Todo tiene un inicio
—¿Qué te hace pensar que quiero tener algún tipo relación contigo?
—No he dicho de tener relación alguna, Amanda, aunque no estaría nada mal. Solo necesito dejarte claro que no tengo nada que ver con lo que te ha pasado. Además, llevo mucho tiempo sin saber de ti y sabes que tu vida se ha vuelto una curiosidad para mí. ¿Cómo estás?
—Carla, creo que eso a ti no te importa.
—Que ruda eres, ¿eres así en todo? —Amanda sonríe.
—Carla.
—Por favor, te voy a estar esperando, no importa la hora —nunca le había implorado tanto a una persona, la periodista la vuelve débil.
—No te prometo nada.
—Gracias —Amanda la escucha suspirar.
Se quedan así unos segundos, sintiéndose cerca. Amanda es la que da el paso y cuelga, sus manos están húmedas y temblorosas. Su amiga la observa sonriente.
—¿Qué?
—Estás temblando, Amanda. Ni con los años que compartiste con Marcos, te vi así, tan excitada.
—Por favor, Adriana, no digas estupideces.
—Estupideces no, amiga. Solo hay que verte la cara, afortunada esa mujer. ¿Quién es?
—Carla, la hermana de Keila, la chica que murió en el accidente.
—Oh. ¿Las amenazas?
—Ruega porque crea que no ha sido ella, pero es la única que ha mostrado quererme hacer algo.
El celular de la periodista vibra, notificando la entrada de un mensaje.
—Es ella. quiere que vaya a verla.
—¿Vas a ir? —Adriana lee el mensaje sorprendiéndose a la vez.
—No lo sé.
—Conozco esa dirección —Amanda la mira para que continúe hablando—, es donde trabaja la chica que estoy conociendo.
—¿Gabriela?
—Si. Empezó recién, como asistente personal del jefe.
—Que coincidencias.
Adriana sonríe y palmea suavemente el hombro derecho de su amiga.
—Ve, así te quitas las dudas.
—Mi madre me mata si salgo de aquí.
—Ella no se tiene que enterar.
Amanda lee nuevamente el mensaje y lo guarda.
—A lo que temes es a la reacción de tu cuerpo cuando estés cerca de ella.
—Adriana —Amanda sonríe.
—Ah, o que las piernas te fallen.
—Estás loca.
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TATUAJES. (Editando).
Storie d'amoreSu hermana Keila sufre un accidente tras el cual fallece en el hospital, ese mismo día una periodista famosa corre con la misma mala suerte, siendo la causante de la muerte de la joven y de su amada hija. Carla la hermana de la fallecida buscará v...