Capítulo 24.

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Carla vagaba en su yo interior, dando paso a una chica que había estado dormida mucho tiempo, una que llegaba con pasos lentos y aplastantes, arrasando con la rebelde, la problemática, la que bebía sin control, la que en muchas ocasiones consumía drogas. Esa revolucionaria joven fue menguando, falleciendo, sepultada bajo un compromiso, bajo la fuerza de una promesa hecha en silencio, entre lágrimas a su hermana. Ella mantendrá el estatus familiar en alto, su apellido continuará en el peldaño superior, siendo uno de los mejores.

Lo sucedido con Amanda la había paralizado, sus emociones estaban disparadas, sin argumentos, las ideas difusas. No tenía idea de quien podría estar detrás de esas amenazas, ella es la principal sospechosa y sabe que la periodista no dudará en hacérselo saber.

—Carla.

Leticia entra por la puerta de la oficina sin apenas tocar, Carla mira de mala gana, puede ser su mejor amiga, pero eso no le da derecho de hacer en el trabajo lo que le dé la gana.

—Leti, la próxima vez anúnciate antes de entrar, por favor.

—Lo siento. Te vine a mostrar los nuevos contratos, para que des la última palabra.

—¿Qué necesitas que mire? Ese es tu trabajo, ver porque no entre cualquier persona a mi empresa.

La decisión de poner a su amiga como jefa de recueros humanos estaba surtiendo efectos, no se había equivocado. Gabriela era quien cuidaba sus pasos, sus decisiones, mientras Pedro ultimaba los detalles antes de firmar cualquier documento. Ella iba adquiriendo experiencia, se mostraba segura en cada palabra, en cada paso que daba en el complicado mundo de los negocios y eso le daba más confianza consigo mismo.

—Si jefa —la rubia sonríe, es raro ver a su amiga en ese rol de empresaria, que cada día se le da mejor—, pero es bueno que lo mires tu misma, al final no deja de ser tu empresa.

—Como quieras, Leti —Carla sonríe por primera vez en el día y eso relaja sus tensas facciones.

—¿Has sabido algo de Joel? —la pregunta de Leti la sorprende. Joel es alguien al que apenas había dedicado sus pensamientos.

—No. ¿Por qué?

—Es que desde que amenazaron a la periodista no dejo de pensar en él. Luego de que me contaras que ella fue la causante de la muerte de Keila y que tú no tienes nada que ver con esas amenazas. Tal vez él se haya enterado de algo y esté tomando represalia contra ella, al final es la única testigo. Solo es una suposición, pero no es del todo tan descabellada, la actitud de Joel siempre fue rara. También es dudoso que apenas habían pasado días de la muerte de tu hermana y ya él andaba con otra, al menos un poco de respeto a la difunta.

—No había pensado en ello. No estás del todo errada, yo siempre desconfié de Joel, tanto que nunca lo acepté como pareja de mi hermana. Creo que este traje de ejecutiva me está apartando de la personalidad que hubiese resuelto ese problema hace ratos. Empiezo a extrañar mi viejo, la loquilla que se recorría la ciudad en moto.

—Han pasado solo dos semanas de lo sucedido, de Amanda no se ha sabido más nada, eso es lo que dicen las noticias.

—La deben estar cuidando muy bien, hay periodista que no se cansan hasta que encuentran lo que buscan. Pero Amanda parece que se ha esfumado.

—¿Dónde podría estar?

—Ni idea de donde pudiera encontrarse. Imagino que lo debe de estar pasando mal.

—La pobre, muere su hija y tu hermana a causa de ese accidente, al cargo de culpa que debe sentir es grande.

—Ella no fue la causante, alguien empujó a Keila, Amanda fue testigo.

—¿Y si se ha inventado la historia? —Carla frunce el ceño.

—Su hija iba en ese coche, Leti. No la creo capaz de querer matarla también.

—Nunca se sabe lo que piensa cada persona, al final Amanda no deja de ser una desconocida.

—Solo de pensarlo me dan escalofríos. No creo, ella amaba a su hija, yo lo pude comprobar de cerca.

—Explícate —exige la rubia mirándola fijamente.

—Yo estuve muy cerca de ella, pude ver y vivir su dolor.

—Las amenazas —Leti la reta a decir la verdad.

—No tengo nada que ver con ello, Leticia. ¿Cuántas veces te lo tengo que decir? Ahora me podrías dejar sola, tengo que hacer una llamada importante.

—¿Tan importante, como para que tu mejor amiga no escuche?

—Si Leti, por favor. Cuando te pones en ese plan, eres insoportable —sonríe empujándola hacia fuera—. De los contratos, los dos últimos, el primero no me convenció.

—Está bien, ¿cenamos juntas?

—Si. Adiós —cierra la puerta en su cara.

Carla observa su teléfono, otra llamada más no le quitará nada. Intentar comunicarse con la periodista, con el único medio de comunicación que tiene es la única opción, si supiera donde se encuentra, se presentaría sin dudarlo, ella desea dejarle claro que no tiene nada que ver con lo sucedido hace dos semanas atrás.

—Diga.

Al cuarto timbre contestan, su corazón de un vuelco, pero no es la voz de Amanda la que escucha y eso la desilusiona.

—Hola. ¿Podría hablar con Amanda? Por favor.

—¿Qué quieres? —de pronto odia a la desconocida, ¿Qué le importa a ella que quiere o no?

—¿Quién es?

La voz de Amanda se escucha a lo lejos y por un momento tiene la esperanza de que en este intento de comunicación si la atienda.

—Un contacto que tienes agendado solo con la letra C.

El silencio repentino le hace entender que la periodista se ha quedado en chock al escuchar la respuesta de su compañera, todo depende de ella, si no le habla, dejará de llamar y enterrará todo lo relacionado con esa mujer.

—Cuelga —le escucha decir después de unos largos minutos de espera.

—NO —Carla ruega lastimosamente—. Por favor. Serán solo dos minutos, luego desaparezco.

—Díselo tú, Amanda. Lleva más de setenta llamadas tratando de hablar contigo. Es hora que des la cara.

TATUAJES. (Editando).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora