CAPÍTULO 6

172 7 0
                                    

─Ven, Fernanda, te subirás conmigo, esa es mi moto ─una máquina impresionante y bonita, blanca con verde y unas letras que decían Pamela.
─¡Guau! Qué maravilla, es preciosa ─las llantas anchas la hacían ver muy peligrosa
─Sube, no te vas a arrepentir, es adrenalina pura.
─Estás loca si piensas que subiré a esa cosa, ¡no gracias! Valoro mucho mi vida, y no moriré en manos tuyas. Así que, da la vuelta y vete con tus amigos
─¡Ja, ja, ja! Anda, yo manejaré, tu vida necesita un poco de adrenalina, sentir peligro, el aire te pegará en el cuerpo y tendrás esa sensación de alivio que necesitas; no todo es manejar carros, te hace falta que el miedo te haga gritar y soltar lo que traes dentro. Súbete ─ me daba un casco.
─ ¡No, gracias! Prefiero mis carros a tu loca idea.
─ ¡Ja, ja, ja! Miedosa,
─Sí y mucho, no voy a morir en tus manos
─ De todos modos morirás algún día
─¡Ja, ja, ja! Pero aquí no y menos así, de aquí te veo niña, anda ve.
─¡Está bien, cobarde! Me decepcionas mucho, pensé que eras arriesgada y por eso te invité. ¡Vamos Adrián! La velocidad nos espera ─le quité el casco y monté el aparato que, para mí, era la muerte.
─¡Vámonos! ─me miró con asombro y alegría
─¡Sí, yeehaa! ¡Fernanda, agárrate porque esto se va a descontrolar! ─¡Dios! en qué me estaba mintiendo. Aquel acelerón se escuchó kilómetros a la redondeada
─¡Pamela, vas muy rápido, no puedo con esto, bájale, me voy a morir! ─gritaba, Mi corazón iba a mil por hora, tratando de no llorar y de no ver la calle, mis ojos los llevaba cerrados, la inercia de la moto en cada curva me daba un vuelco en el corazón, sentía que me iba a caer, y me imaginaba estrellada en el pavimento. Abracé muy fuerte a Pamela.
─¡Me estás apretando! ¡Afloja, si te relajas disfrutarás el viaje! ─fingí que no escuchaba, mi cuerpo temblaba, de miedo y por el terrible frío. La adrenalina me recorría, la ansiedad rebasaba mis límites y mi estrés hacían una revolución dentro de mí. Las curvas eran peligrosas, el corazón a punto de explotarme y la desesperación por bajarme provocaban que mis manos se resbalaran por el sudor y el agotamiento. En cada curva había un grito callado porque mi habla se había paralizado. Pamela reía, gritando como loca en cada vuelta, esquivando autos, metiéndose entre ellos a una velocidad de 150 km por hora. Yo quería que esto parara.
─¡Disfrútalo! ¡Respira y siente el impacto que te da el aire en el cuerpo! ¡yeeehaaa! ─ yo estaba a punto del colapso.
El pánico era tanto que no me di cuenta cuando había parado, yo aún abrazada a ella.
─Ya llegamos, suéltame, me estas asfixiando. ¡Hey! ¡Suéltame! ─repitió. Abrí los ojos, bajé temblando y me senté en la banqueta, tratando de jalar oxígeno me quité el casco y lo aventé, no podía creer lo que Pamela me había hecho, era una tonta. Después me di cuenta que la tonta era yo por aceptar.
─Jamás, escúchame bien, jamás me volveré a subir contigo y menos aún, a una moto. Te odio, Pamela, eres una idiota, estúpida, imbécil, tonta maniacodepresiva, arrebatada, insegura y para rematar, mala conmigo. ─Mi respiración era agitada, como mi cuerpo y mis manos temblorosas. Toda yo era un torbellino de adrenalina. Me levanté y mantuve el apoyo de los brazos en las rodillas, sentía el pecho muy acelerado, esperaba un paro cardíaco y un paro respiratorio por la angustia.
─¡Ja, ja, ja! ¿Tantas groserías soy?
─Sí. ahora entiendo porqué no te dejan salir
─¡Ja, ja, ja! ¿Estás bien?
─ No, tonta. Estoy temblando y mi corazón está a punto de estallar, eres un mensa. Lo sabes ¿verdad?
─¡Ja, ja, ja! ¡Si, lo sé! Ahora estarás mejor, respira despacio y trata de calmarte ─La miré muy enojada y volteé la cabeza al suelo, todo en mí se estaba estabilizando.
─Pamela ─dijo alguien─ ¿por qué paraste? ¿pasa algo?
─ No, no pasa nada, Fernanda no viaja en moto, hoy fue su primera vez y mírala, no aguanta nada ─la risa de Pamela hizo que me incorporara. Mi corazón empezó a latir más fuerte, jamás había visto una mujer tan guapa, que al verla sintiera su poder, emanaba un olor riquísimo, ese perfume de mujer que embriagaba a cualquiera, Su vestimenta lucía a la moda y todo en ella era perfecto.

Continuará...

CUANDO LA VIDA TE SORPRENDE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora